Demasiado para descubrir solo en 48 horas…¿o no?
Praga, ciudad real por excelencia, destaca por sus imponentes edificios. Solo con pasear por las calles observando sus fachadas, podrían pasarse horas. Pero Praga es mucho más que edificios: su famosa cerveza, sus conciertos de música clásica, o su importante relación con la literatura.
A continuación, esta propuesta de visita deja al descubierto algunos consejos para disfrutar de la ciudad en una escapada:
Día 1
Nuestra recomendación es comenzar visitando la Ciudad Vieja, pero no sin antes degustar un buen snídaně (desayuno, en checo) . La variedad de opciones no decepciona: desde tostadas de chléb (pan checo) con carne ahumada hasta los típicos pasteles Koláče. Además, no hay que olvidar que Praga es capital de la cerveza, por ello, no es raro consumirla durante el desayuno.
Tras el snídaně, comienza el itinerario. La Torre de la Pólvora, del siglo XV, da la bienvenida a la Ciudad Vieja. Un paseo en el que las calles muestran impresionantes fachadas y tiendas hasta llegar a la Plaza principal. Aquí es posible visitar el Antiguo Ayuntamiento, de origen medieval. Por 90 CZK se puede acceder a su torre, que ofrece vistas merecedoras de unas cuantas fotografías.
El curioso Reloj Astronómico del Ayuntamiento, la Iglesia de Nuestra Señora de Týn, o el mercado de arte y manualidades completan el recorrido por la plaza.
Caminando hacia el norte, Josefov, el Barrio Judío, va abriéndose camino. Aquí es fácil apreciar las huellas del pueblo judío a lo largo de los años, desde el medievo hasta nuestros días. Las sinagogas medievales, entre las que destaca la Sinagoga Vieja-Nueva (la más antigua de Europa), conforman el Museo Judío de Praga, un lugar para perderse paseando.
Se acerca la hora de la comida y no hay que desaprovechar la visita al Barrio Judío para saborear algunas especialidades como el goulash, un plato de origen húngaro que se ha convertido en uno de los más típicos de la cocina checa.
Shalom es un restaurante kosher muy cerca de la Sinagoga Vieja-Nueva donde probarlo.
Después del almuerzo y continuando hacia el oeste, se sitúa otro de los emblemas del Barrio, el Antiguo Cementerio Judío, donde se pueden sacar fotos (preguntar el precio en la entrada).
Si se camina el sur se puede admirar el imponente Clementinum, uno de los complejos de edificios históricos más grandes de Europa. Un tour guiado es la mejor opción para descubrir el Clementinum. Por 220 CZK y durante 50 minutos de visita, es posible recorrer su Librería Barroca y su Torre Astronómica.
Una de las vistas más emblemáticas de Praga es la que se obtiene desde su puente más antiguo, el Puente de Carlos. Para los aficionados a la fotografía, recomendamos estar al menos 15 minutos antes del anochecer para capturar la mejor combinación de colores y luces.
Tras ello, es hora de probar algunas marcas de cerveza o vino checos. La zona actual ofrece una gran variedad de pubs como el pub Vzorkovna, donde la cerveza Lager es la protagonista, o la vinatería Monarch, que además de su menú de vinos, ofrece tapas tanto españolas como checas.
Día 2
El segundo día comienza en la Praga más joven: La zona nueva de Praga (Nové Město) destaca por sus edificios del siglo XIX, sus pasajes cubiertos o por lugares emblemáticos como la Plaza de Wenceslao, núcleo de manifestaciones a lo largo de la historia. Actualmente, la zona es sitio de tiendas y alberga edificios como el Museo Nacional.
Tampoco hay que dejar pasar las vistas del Teatro Nacional levantándose a orillas del río, antes de cruzar el Moldava para pasar a la zona oeste.
Malá Strana, uno de los barrios más antiguos de Praga, aparece en escena. Algo más tranquilo que la builliciosa Ciudad Vieja, destaca por sus museos de renombre como el Museo de Arte Moderno de Kampa o el Museo de Frank Kafka, de los que recomendamos visitar solamente uno en este itinerario.
Malá Strana también se caracteriza por sus rincones curiosos. Uno de ellos es el Muro de John Lennon, un símbolo de la libertad de expresión que se renueva continuamente con diferentes graffitis.
Un poco más al norte y cerca del Museo Frank Kafka, se esconde la calle U lužického, la cual se dice ser la calle más estrecha del mundo ¿Por qué no acercarse a comprobarlo?
De nuevo en el almuerzo, destaca la cocina tradicional. A sólo 5 minutos de la calle U lužického, el restaurante Ferdinanda ofrece diversas opciones donde destacamos el tlačenka, un embutido de cerdo con gelatina.
Tras la comida, llega la hora de visitar el Castillo de Praga: Se trata del castillo medieval más grande del mundo. Su recinto engloba la Catedral de San Vito, los Palacios Reales Nuevo y Viejo o el Callejón de Oro, una calle repleta de leyendas sobre la práctica de la alquimia y tiendas curiosas de marionetas. La mejor opción para visitar el castillo es con un ticket Prague Castle – Circuit B de 2 o 3 horas de duración, y que incluye entrada a los principales monumentos del recinto.
Es hora de disfrutar de la música, uno de los elementos más importantes en la cultura e historia checas. Por ello, no es difícil encontrar lugares que ofrecen conciertos de música clásica, aunque recomendamos adquirir las entradas con antelación. Por cercanía, el lugar ideal para ello, es la basílica románica de San Jorge, situada dentro del complejo del castillo.
La mejor forma de acabar la visita es con una panorámica que deje sin aliento, como la que ofrece el Monte Petřín, uno de los lugares escogidos por los locales para pasear o ir de picnic. Es seguro que la imagen de Praga de noche y sus luces, permanecerá en la memoria para siempre.