Sorprendentes y misteriosos rincones europeos
La moda de visitar lugares abandonados crece por todo el mundo, e incluso existen agencias que organizan viajes para ver estos sitios (monumentos, instalaciones, fábricas, y hasta ciudades enteras) que un día estuvieron llenos de gente y de vida y hoy languidecen o se caen a pedazos. Esta es una selección de los lugares más extraños y solitarios de Europa y las curiosas historias que les vuelven tan interesantes.
1. Fantasmas góticos en el Castillo Kinnity, Irlanda
Castillo Kinnity © www.kinnitycastlehotel.com
Los amantes de los castillos neogóticos tienen que visitar esta mansión cerca de Dublín. una de las más famosas de Irlanda, y, además, supuestamente encantada. El castillo Kinnity, rodeado de vastos terrenos, fue construido en el s. XIII aunque sufrió diversas remodelaciones hasta el s. XIX.
Actualmente es un hotel de lujo con 4 distintos tipos de magníficas habitaciones, un excelente bar-biblioteca con tomos antiquísimos, y diversos restaurantes. Cuentan que uno de sus huéspedes es el fantasma de un monje, el Monje de Kinnity, un "espíritu" nada silencioso al que además le gusta atravesar los muros del hotel de vez en cuando.
Castillo de la Riba de Santiuste © siete vidas / Shutterstock
En España son muy abundantes los castillos abandonados, algunos reducidos a meras torres vigías y muchos otros envueltos en leyendas más o menos misteriosas. Por ejemplo, el Castillo de la Riba de Santiuste, en Guadalajara, cerca de Sigüenza, donde se comenta que habita el espíritu de una tal Manuelita. La leyenda dice que fue también sede de una secta nazi y escenario de misas satánicas, pero ahora parece que los que suben hasta allí lo hacen simplemente para disfrutar de unas vistas panorámicas inigualables de la zona.
2. Historias bajo el agua en el lago de Resia, Bolzano, Italia
Lago de Resia © Smit / Shutterstock
¿Puede haber algo más misterioso que un pueblo hundido bajo las aguas, de donde solo asoma una torre? Esta es la vista que se tiene del lago de Resia, en la provincia de Bolzano, en el extremo norte de Italia, justo en las fronteras de Austria y Suiza.
En 1939, las autoridades locales decidieron unir dos lagos naturales para construir una presa. La obra, terminada en 1950, exigió el sacrificio del pueblo de Graun. Sus 160 residentes fueron reubicados y el pueblo se convirtió en una especie de Atlántida de agua dulce y su campanario en un iceberg. En invierno incluso es posible llegar hasta allí caminando sobre el lago congelado.
San Román de Sau © Amadalvarez / CC
En España, la política de pantanos del franquismo dejó muchísimos pueblos de este tipo, hundidos bajo las aguas. Dicen que hay más de 500 pueblos sumergidos, y de muchos no asoma ni siquiera el campanario. Dos ejemplos son Mediano, en Huesca, donde sí asoma la iglesia románica por encima del nivel del agua, que se ha convertido en un singular punto de buceo para intrépidos que se aventuraban (hasta hace poco) en inmersiones en el interior de la iglesia. El otro es San Román de Sau, en Barcelona, que en épocas de sequía permite al visitante pasear por sus calles y visitar algunos de sus edificios (aunque es altamente peligroso). Normalmente permanece sumergido a excepción del campanario de su iglesia románica, del s. XI.
3. El macabro pasado nazi de Oradour-sur-Glane, Limoges, Francia
Orador-sur-Glane © MilaCroft / Shutterstock
Oradour-sur-Glane, en Haute-Vienne, a unos 20 kilómetros de Limoges, está en ruinas desde 1944. Es una ciudad ‘congelada’ tal y como quedó tras la masacre perpetrada por las SS el 10 de junio de 1944. En represalia a un sabotaje realizado por la resistencia el día anterior, los alemanes exterminaron la mayor parte de los habitantes del pueblo: 642 víctimas, entre ellos 246 mujeres y 207 niños quemados vivos en la iglesia de la localidad. Antes de irse, las Waffen-SS quemaron todos los edificios del pueblo. Al terminar la guerra, el presidente francés Charles de Gaulle decidió que, aunque se construyera un nuevo pueblo, el viejo Oradour-sur-Glane se debía conservar en ruinas para recordar las atrocidades de la guerra. Es un pueblo que despierta emociones. En un cartel a la entrada figura un letrero: “Souviens-toi” (Recuerda), y es que se entra en una de las ciudades-fantasma más emotivas.
Belchite © David Pellicer Serra / Shutterstock
En España, existe Belchite ( Zaragaoza), escenario de una cruenta batalla durante la guerra civil española en 1937. El pueblo quedó devastado y es fácil imaginarse el horror de la batalla, de los bombardeos y de la huida. Hay quien dice que todavía pueden escucharse los gritos de algunos de sus 5000 habitantes, y son bastantes quienes tratan de captar estas psicofonías. El viejo pueblo permanece hoy en ruinas como un gigantesco monumento al pasado, en un alegato para que no se vuelva a repetir.
4. Spreepark Plänterwald, atracciones del pasado en Berlín, Alemania
Spreepark Plänterwald © RobertKuehne / Shutterstock
Los parques temáticos abandonados tienen siempre un lado fascinante. Sin las multitudes, las risas, los gritos o la música de fondo transmiten una profunda nostalgia por los días felices y por los encuentros en familia o con amigos que otros días llenaron las atracciones.
El Spreepark Plänterwald, situado en el distrito de Treptow-Köpenick de Berlín, no es una excepción a la regla. Fue inaugurado en 1969 en Berlín oriental durante la Guerra Fría. Tras la reunificación alemana, el Spreepark Plänterwald cada vez más occidentalizado, se dotó con nuevos juegos y atracciones, pero las deudas crecían y sus propietarios tuvieron que cerrar sus puertas en el año 2001. Desde entonces permanece abandonado.
Parque de atracciones de Prípiat © ronny bolliger / Shutterstock
Hay muchos parques abandonados en todo el mundo, pero tal vez ninguno tan extraño como el parque de atracciones de Prípiat, la ciudad junto a Chernóbil donde vivían más de 50 000 personas antes del desastre nuclear del 26 de abril de 1986, cuando toda la población tuvo que abandonar el lugar. Les evacuaron en un convoy de 1225 autobuses, sin llevarse nada con ellos ya que les aseguraron que regresarían; nunca lo hicieron.
Hoy, si se visita Prípiat, se podrá contemplar aquellos colegios vacíos tal y como quedaron, las mesas de las casas puestas, los armarios con todas sus cosas dentro… Y un parque de atracciones con las infraestructuras oxidadas que no llegó a funcionar ya que su inauguración estaba prevista para esa misma primavera.
5. El gran orfanato de madera de Büyükada, Estambul, Turquía
Orfanato de Büyükada © Dima Moroz / Shutterstock
Construido a finales del s. XIX en la cima de una de las islas Príncipe, uno de los distritos de la parte asiática de Estambul, el orfanato de Büyükada es el mayor edificio de madera de Europa y el segundo del mundo, solo detrás del templo de Todaiji, en Japón.
Originalmente construido como un hotel-casino de lujo para los clientes de la compañía Wagon-Lits, el edificio fue vendido en 1898 a Eleni Zarifi, viuda de un rico banquero, quien lo donó al patriarcado de la iglesia ortodoxa en 1902 con la condición de que funcionara como un orfanato para los niños pobres. Funcionó como tal hasta 1963, cuando las autoridades locales lo consideraron un lugar inseguro. Medio siglo más tarde, se abandonó. En los últimos años se han propuesto diversos usos pero de momento, sigue siendo solo un símbolo y un objeto para la curiosidad de los visitantes de las islas Príncipe.
6. Buzludzha, un monumento al totalitarismo en Gabrovo, Bulgaria
Monumento de Buzludzha © Anita Isalska / Lonely Planet
En plena Guerra Fría, el Partido Comunista búlgaro decidió construir un edificio como homenaje al comunismo (los fondos provenían de una donación forzosa de todos los ciudadanos búlgaros expresamente creada para esta construcción). Erigido en 1981 en la cima de una montaña a 1400 m de altura, en el corazón de Bulgaria, este monumento parece un platillo volante con una torre de control.
Se necesitaron siete años para que el arquitecto Gueorguy Stoilov, con el apoyo de artistas búlgaros famosos y más de 6000 trabajadores, completara el ‘platillo’. En 1989 el Partido Comunista perdió el monopolio político, el edificio se abandonó y los espléndidos frescos de la gloria de los héroes de la era socialista luchan por sobrevivir al paso del tiempo y a la invasión de los graffiti.
Los monumentos a movimientos totalitarios abundan por todo el mundo, especialmente en los países del este de Europa y en la antigua Unión Soviética. Algunos perduran en el tiempo más o menos al margen del discurso político que lo creó, pero la mayoría mueren poco a poco, abandonados, como un monumento a la propia decadencia de viejas ideas políticas.
7. Los turistas fantasmas de Varosha, Famagusta, Chipre
Varosha © Anton Kudelin / Shutterstock
Los entusiastas de lugares fantasma, suelen poner Varosha en el top de su lista. Parece como si los turistas hubieran desaparecido de repente una noche, dejando todo tal y como estaba.
Esta ciudad fue en otros tiempos uno de los mejores destinos turísticos de Chipre y uno de los sitios favoritos en el Mediterráneo para las estrellas del momento como Elizabeth Taylor y Richard Burton o Brigitte Bardot. Fue abandonado repentinamente en 1974, cuando Turquía invadió la parte norte del país: la isla quedó dividida en dos y Varosha quedó justo en el centro, dejada al abandono. Sus 40 000 residentes huyeron y nunca regresaron.
Hoy sigue cerrada y vallada, sometida al control de militares turcos, mientras sus edificios se van derrumbando poco a poco. Pocos metros al norte de la de la zona vallada está el Arkin Palm Beach Hotel, un lugar turístico donde los huéspedes pueden tomarse un cóctel junto a la piscina mientras observan las terrazas en ruinas del cercano Varosha.
Complejo turístico de Prora © Steffen Seemann / Shutterstock
Entre los centros de vacaciones abandonados que hay en todo el mundo, algunos son muy curiosos, como Prora, un complejo turístico nazi, que ocupa un largo conjunto de edificios a lo largo de 4,5 km hacia la costa oriental de la isla alemana de Rügen, en el Mar Báltico. Fue el primero (y el único) de los cinco centros que los oficiales de Hitler quisieron poner en marcha para recompensar a los obreros modelo del III Reich. Nunca fue inaugurado porque antes estalló la II Guerra Mundial.
Sus instalaciones, ya terminadas, servirían de hospital militar, refugio para la población de la Hamburgo bombardeada y más tarde albergue del Ejército Rojo y cuartel de paracaidistas. En 1990 aquel colosal vestigio de la Alemania nazi fue abandonado. Hay muchos proyectos para reconvertirlo, pero de momento aquellos enormes edificios de cemento siguen deshabitados.
8. Una estación internacional llena de historias en Canfranc, Huesca, Aragón, España
Estación de Canfranc © KarSol / Shutterstock
Igual que los parques de atracciones, las estaciones de tren abandonadas tienen un especial atractivo. Se convierten en no lugares, en espacios que antes contemplaron un verdadero enjambre humano, sitios de reunión y de viajes… Esto le sucedió a la estación internacional de Canfranc entre Francia (Pau) y España (Jaca).
Construida en 1904 para desarrollar el transporte transpirenaico, su tamaño es comparable a la de la estación de Saint-Lazare en París. Llamaba la atención su edificio de pasajeros, en tres volúmenes y con grandes ventanales, pilastras clásicas y trabajo en madera del gusto art dèco de la época. Cerró la primera vez en 1936 durante la Guerra Civil española, pero fue reabierta en 1940. Durante ese periodo de guerra y postguerra, fue escenario de apasionantes historias de espías. En 1970, el descarrilamiento de un tren de carga provocó la demolición del puente Estanguet y el fin del tráfico internacional. La estación se cerró y se convirtió en una estación fantasma. Actualmente se puede visitar, pero siempre acompañados de un guía y con las precauciones de seguridad adecuadas.
9. El misterio de un abandono, Imber, Inglaterra
Iglesia de Imber © Andrew Harker / Shutterstock
Requisado por el ejército británico en diciembre de 1943, este pequeño pueblo de Wiltshire sigue siendo propiedad del Ministerio de Defensa. Previendo el desembarco, el ejército británico dio 47 días a sus 150 habitantes para que se fueran hasta que la guerra terminase y pudieran volver.
Hoy, 73 años después, todavía no hay nadie que viva en Imber... salvo la iglesia del s. XIII, que abre al público unos pocos días al año porque es Patrimonio Mundial. E, irónicamente, las únicas personas que tienen el derecho a regresar a Imber están muertos y tienen el privilegio de una plaza en el cementerio.
10. Las minas abandonadas de Pyramiden, islas Svalbard, Noruega
Pyramiden © Theerasak Namkampa / Shutterstock
Para los aventureros y amantes del extremo norte, la ciudad minera de Pyramiden es un vestigio de la Unión Soviética en la isla noruega de Spitsbergen, en el archipiélago de Svalbard. Toma su nombre de la forma de la montaña, al pie de la cual la fundaron los suecos en 1910. En 1926, los rusos la compraron y crearon una comunidad que funcionaba de forma completamente independiente y se gestionaba como una enorme empresa de cerca de 1000 empleados; hasta finales de 1990 cuando la minería cesó y se abandona la ciudad.
Hay que imaginarse como sería aquel lugar, al norte del norte, en su época de apogeo, a principios de la década de 1990 cuando había 130 casas, 60 km de pozos y algunos lugares curiosos como el hotel y la piscina más septentrionales del mundo. El antiguo hotel reabrió sus puertas y hay quien se acerca para ver los vestigios de la arquitectura soviética de aquella época o el busto de Lenin. En el hotel venden reliquias soviéticas para recordar viejos tiempos de esplendor. Se puede llegar en una excursión de un día desde Longyearbyen.
Información importante para el viajero al viajar a Europa:
En muchos países europeos se puede hacer turismo, pero existen limitaciones y obligaciones específicas en cada país. Se recomienda consultar la información sobre salud y consejos de viaje relativos a la reapertura de los países europeos al turismo en la página web oficial de la Unión Europea creada para tal fin.