La Capital Verde Europea del año 2012 es Vitoria, una ciudad medieval que ha inspirado, por ejemplo, la continuación de la famosa novela Los pilares de la Tierra. Y es que su autor, Ken Follett, se enamoró de esta ciudad, que siglos atrás ya había hechizado a José Bonaparte o a Victor Hugo, y se inspiró en ella para escribir Un mundo sin fin, la continuación de su aclamado best-seller. Este año la ciudad ha revestido de verde sus viejas piedras y calles medievales y se ha reinventado a sí misma para lucirse ante los viajeros de todo el mundo. Una ciudad que propone un viaje arquitectónico desde el gótico hasta la vanguardia, rodeada por kilómetros de senderos para recorrer a pie o en bicicleta.
Vitoria-Gasteiz, una ciudad discreta, sencilla, tímida y envuelta en parques
Vitoria es una ciudad medieval: nadie puede negarlo a la vista de la perfecta almendra de sus calles del casco antiguo, en torno a la catedral en obras. Además, se enriquece por las pinceladas de vanguardia que son sus museos (Bilku y Artium), el arte urbano que cubre muchos de sus muros o las calles modernas que, de forma ordenada y simétrica, llevan en un salto progresivo del pasado al presente.
Su futuro está garantizado por los pulmones de su cinturón verde natural. Y es que la recuperación de ese anillo, así como otras muchas intervenciones y esfuerzos acometidos en materia de transporte, urbanismo, respeto al entorno y protección de la biodiversidad, le han valido el título de Capital Verde Europea2012”.
Entresacamos algunas de las experiencias imprescindibles para una visita de la ciudad que se recogen en la guía Vitoria-Gasteiz De cerca, de Lonely Planet y geoPlaneta:
1. Dejarse atrapar por la ciudad antigua
Al casco antiguo de Vitoria se le conoce como Almendra por su forma y en su interior se encuentran calles de nombres tan evocadores como Herrería, Correría, Zapatería, Cuchillería o Pintorería, que recuerdan a los artesanos que las habitaron en sus momentos de mayor prosperidad. En los últimos años se ha hecho un gran esfuerzo por su recuperación, y cuesta creer que no hace mucho era un lugar al que los vitorianos habían dado la espalda. En la actualidad, es una de las zonas con mejor ambiente de la ciudad, perfecta para quienes busquen tiendas con encanto y una acogedora barra en la que disfrutar de un pintxo y un buen trago. Por supuesto, también cuenta con preciosos palacios, casas señoriales, edificios civiles e iglesias en las que se dan cita el estilo gótico, el renacentista, el barroco y el neoclásico. Por si esto fuera poco, es también uno de los principales focos de diversión durante las noches del fin de semana.
2. Descubrir las entrañas de la Catedral
Es la niña bonita de Vitoria-Gasteiz. Resulta casi obligada su visita guiada, dentro del programa Abierto por Obras, que hace partícipe al visitante del proceso de restauración del viejo templo. Todo el que participa tiene la sensación de estar contemplando el paso del tiempo en cada una de las capas, perfectamente visibles, que ha dejado en sus estructuras. Frente al templo, la estatua del escritor Ken Follet contempla el edificio que inspiró algunas de sus obras. Uno de los puntos más sorprendentes de la catedral es el Pórtico dela Luz, un espectáculo que, mediante luces, sonidos e imágenes proyectadas, recrea de manera mágica las policromías que han ido desapareciendo con el tiempo.
3. Adentrarse en un escenario de película
La plaza del Machete es una de las más bonitas de la ciudad, distinta a todas las demás y completamente rodeada de piedra, incluyendo el suelo. Se accede a ella a través de escaleras y pasadizos que conectan la colina original con la parte de la ciudad que fue creciendo a sus pies. El lugar parece sacado de una película, y de hecho así es, ya que fue recreado por el director Fred Zinnemann para su film Y llegó el día de la venganza, en la que por cierto se pueden ver también otros rincones de Vitoria-Gasteiz. Los vitorianos sienten debilidad por esta plaza en la que se encuentra un famoso restaurante que ostenta el mismo nombre.
4. Atravesar Los Arquillos y aterrizar en la balconada de San Miguel
El arquitecto vitoriano Justo Antonio de Olaguíbel (finales del siglo XVIII) es el autor de esta ingeniosa solución para salvar el desnivel que separaba la parte alta de la ciudad y el ensanche que crecía ladera abajo. Hay quien la llama el acueducto vitoriano. El paseo a través de los arcos es imprescindible para experimentar la agradable sensación que produce atravesar ese túnel histórico, ahora modernizado con luces de colores que le dan un sofisticado aspecto al anochecer. El final es la balconada de la iglesia de San Miguel, una especie de terraza con vistas a la ciudad.
5. Hacerse con una mesa en la Plaza de la Virgen Blanca
Esta plaza es el gran centro social de la ciudad, donde miles de personas se reúnen en sus terracitas para tomar algo. El centro está ocupado por el monumento a la batalla de Vitoria que rinde homenaje a la derrota que los ejércitos napoleónicos sufrieron en suelo alavés en1813, amanos de fuerzas conjuntas de España, Inglaterra y Portugal. En esta plaza se reúnen también cada año miles de personas para aclamar a Celedón, el alma de las fiestas patronales, tanto a su llegada como a su partida. No tienen desperdicio los preciosos miradores blancos que la observan, ubicados en las fachadas de los bonitos edificios que rodean la plaza.
6. Llegar hasta Armentia por el Paseo de la Senda
El Paseo dela Sendaconectala Plazadela Virgen Blanca–patrona de los vitorianos– con la Basílicade San Prudencio de Armentia –patrón de todos los alaveses–. Se puede completar en menos de una hora caminando despacio mientras contemplamos palacetes y casas señoriales, entre las que destaca Ajuria Enea, residencia del jefe del Lehendakari, o el palacio entre palacios, el de Augusti, sede del museo de Bellas Artes de Álava, con una impresionante fachada y llamativos jardines. Otras paradas necesarias y recomendables son el Parque dela Floridao el Parque del Prado especialmente interesantes para los amantes del atletismo. Lo mejor del paseo: el túnel de árboles centenarios que acompañan al viandante. Una vez en el pueblo de Armentia, recomendamos una buena comida en alguno de sus asadores.
7. Sentarse en una terraza a ver el mundo pasar en la Plaza de España
Es la plaza más importante de la ciudad, título compartido con dela Virgen Blanca, con la que está conectada. También se la llamala Plaza Nuevay su diseño recuerda a las plazas mayores de otras grandes ciudades. Se edificó por la necesidad de contar con un recinto, más allá de las murallas medievales, apto para la celebración de mercados y festejos y sigue siendo el lugar donde se montan los escenarios para grandes manifestaciones artísticas o parala Feriadel Libro que se instala en abril. Y, por supuesto, es un lugar perfecto para disfrutar de una terracita, al calor del sol o en el frescor de la sombra.
8. Reencontrarse con la naturaleza en el Anillo Verde
Vitoria-Gasteiz es una de las ciudades europeas con mayor superficie de espacios naturales y ajardinados por persona; y por argumentos como este, luce orgullosa durante el año 2012 la banda que le acredita como capital verde europea. El anillo está formado por seis grandes parques, cada uno diferente pero todos acondicionados con gran mimo para el disfrute del visitante y, sobre todo, de sus moradores más importantes: comadrejas, zorros, búhos o animales en peligro de extinción que encuentran aquí el refugio que necesitan, como el visón europeo. Los propios parques pudieron extinguirse, ya que eran hace años lugares abandonados, pero se han recuperado con acierto para convertirse en un auténtico lujo.
9. Lanzarse a la Ruta del Pintxo-Pote
Desde el año 2004 existe una forma económica y muy divertida de probar las delicias gastronómicas de la ciudad. Se conoce como Ruta del Pintxo-Pote y comenzó en la calle Gorbea y en la actualidad está presente en prácticamente todos los barrios de la ciudad. Hay una veintena de rutas, con una mecánica de funcionamiento bien sencilla: cada jueves, a última hora de la tarde, y por solo un euro, un euro y medio o dos euros (en función de la zona), el consumidor tiene derecho a un pote (una consumición) y un pintxo.
Tal es el éxito cosechado que algunos barrios han empezado a trasladar la oferta, con algunos matices, también a los viernes, los sábados y hasta los miércoles.
10. Comprobar el milagro que los murales han obrado sobre viejas fachadas
Sorprende ver en la ciudad medieval de Vitoria los grandes muros cubiertos de murales de todos los colores, que han devuelto la vida a deteriorados rincones del casco antiguo y han convertido la ciudad en una galería de arte al aire libre. Bajo el nombre genérico de Itinerario Muralístico de Vitoria-Gasteiz o La ciudad pintada, en este proyecto han participado ciudadanos y vecinos voluntarios de todas las edades e inquietudes, con el asesoramiento de artistas profesionales y el apoyo de instituciones públicas, empresas y asociaciones. Muchos de los murales tienen inspiración “medieval”, logrando una conexión perfecta entre el entorno medieval y el graffiti contemporáneo.
11. Hacer sitio en la maleta para productos gastronómicos típicos
En Vitoria se come bien y se bebe mejor. Por eso los productos gastronómicos son el recuerdo perfecto para llevarse a casa. Incluso los pasteleros y confiteros se han inventado bocados originales que ya forman parte de la identidad vitoriana, como son los vasquitos y neskitas, las trufas, el pastel vasco, el goxua, las txapelas o los vitorianicos y alavesicos. Si se prefiere algo salado, un regalo indiscutible es la sal del Añana, un municipio perteneciente a la provincia de Álava que posee cientos de canales de agua salada y una singular arquitectura en sus salinas