Tras una década de incertidumbre después del golpe del comodoro Frank Bainimarama en el 2006 y la crisis constitucional del 2009, Fiyi ha vuelto a su estado natural de paz y hedonismo. A finales del 2014 Bainimarama cumplió su promesa de celebrar elecciones democráticas, obteniendo el cargo de primer ministro y restaurando una parte de la normalidad constitucional (en una situación que él mismo contribuyó a crear).
Las reformas del aeropuerto internacional Nadi del 2016 aumentarán su capacidad y facilitarán un poco el trayecto al paraíso. La aerolínea nacional, Fiji Airways, cree que los viajeros deben empezar a saborear Fiyi nada más subir al avión; las sonrisas de la tripulación son solo el comienzo.
Siempre dotada de belleza natural y del tipo de clima que hace de la ropa una necesidad insulsa, Fiyi muestra hoy una vitalidad y una confianza palpables y sin precedentes. Tanto si el viajero prefiere vaguear en un resort, descubrir lo último en deportes de aventura o disfrutar de los placeres clásicos de la isla, como el buceo, la pesca o la navegación a vela, el 2016 será el año para disfrutar Fiyi como nunca.
Es casi imposible visitar Fiyi sin una serenata de bienvenida a cargo de un coro de cantantes con guitarras y ukeleles: en el aeropuerto, en el hotel y hasta en los autobuses locales. Pero para ver el día a día de esta cultura tradicional lo mejor es asistir a la misa del domingo en un pueblo. Hay que vestir con decoro (pídase consejo a los lugareños sobre las prendas más apropiadas) y dejar volar el espíritu al son de las voces que se unen en cánticos tradicionales.
Sobre las aguas turquesas de las islas Mamanuca hay una pizzería de dos plantas y bares que atienden a surfistas, buceadores, navegantes y turistas. Solo hay que ir nadando a pedir una pizza margarita cocida al horno de leña, pasar el día en una tumbona escuchando la música que suena y después adentrarse en el océano. Es apto para niños (pero todo está rodeado de agua) y los precios de un día lo tienen todo incluido. Cloud 9 está a 40 min en lancha de Viti Levu o a un salto del Musket Cove Island Resort.
Nada despierta tanto interés por la fauna como bucear por el estrecho de Somosomo, en Fiyi, cerca de la isla de Taveuni. Coronado como la capital del coral suave del mundo, el arrecife del Arcoíris es famoso por sus criaturas marinas y la luminiscente Gran Pared Blanca, un muro cubierto de coral blanco que parece nieve y al que se llega por un pasaje tubular. En las islas de Vanua Levu y Taveuni destacan la observación de aves y las excursiones por la jungla, ideales para los amantes de la naturaleza y los marineros de agua dulce.
Cuando uno creía que ya no se podían inventar más deportes extremos, aparece el flyboard. Se trata de una tabla con dos potentes chorros de agua que permite volar sobre las olas, propulsarse hacia el cielo y dejarse caer hacia el mar una y otra vez. Se puede practicar en la isla Bounty.
La música del nuevo mundo africano tiene sus raíces en las islas Fiyi. Lo que comenzó como una imitación de los estilos estadounidense y jamaicano ha evolucionado en distintas variantes locales: artistas como E.3 & Cracker (hip-hop), 1stribe (reggae) y Kula Kei Uluivuya o KKU (pop) rinden homenaje a su pasado musical, mientras reflejan las experiencias de los polinesios de hoy.
El vilavilairevo (caminar sobre el fuego) era un ritual original de la tribu sawau de Beqa, una isla cercana a la costa sur de Viti Levu, pero hoy puede verse en cualquier lugar de Fiyi. La tradición impone un comportamiento estricto a los hombres participantes y se creía que cumplirlo a rajatabla les protegía del fuego.
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