Polonia, Best in Travel 2018
Pintorescos cascos antiguos y arquitectura medieval, bosques agrestes y playas de fina arena, una vibrante vida urbana y un panorama culinario muy imaginativo… Polonia es un país tan cautivador como sorprendente. Hay muchas razones para visitarlo, pero aquí van cinco que son contundentes.
1. Abundantes alicientes urbanos
Las dos ciudades más grandes de Polonia, Cracovia y Varsovia, varían mucho entre sí, pero ambas ofrecen fantásticas escapadas urbanas. La extensa capital, Varsovia, es un centro moderno y vibrante, con un montón de atracciones de primer nivel, como el Museo del Levantamiento de Varsovia, además de excelentes sitios para ir de compras y un floreciente panorama culinario: el elegante y moderno restaurante polaco Warszawa Wschodnia es de los mejores que hay. La ciudad quedó casi totalmente destruida durante la II Guerra Mundial, y algunas partes de la misma han sido reconstruidas con la ayuda de fotografías y pinturas originales usadas como referencia; así los visitantes pueden imaginar cómo era la ciudad en su época dorada.
En contraste, el casco antiguo de Cracovia permanece intacto desde el s. XIII. Es uno de los más impresionantes que hay en Europa, repleto de imponentes edificios históricos, sinuosas calles adoquinadas y monumentos majestuosos por todas partes. Rynek Główny es el núcleo del casco antiguo, una enorme e impresionante plaza declarada Patrimonio Mundial en 1978. En medio de la plaza se alza la Lonja de los Paños, un bonito edificio del Renacimiento, que era el epicentro del comercio textil de la Polonia medieval y que hoy alberga tiendas y exposiciones de arte. En la misma plaza está la Basílica de Santa María, uno de los edificios religiosos más importantes de Polonia.
2. Reflexionar sobre la historia
La historia de Polonia es turbulenta y, a veces, desgarradora. Merece la pena interesarse por su pasado. Uno de los lugares más visitados es el Museo y Monumento Conmemorativo de Auschwitz-Birkenau, el mayor de los campos de concentración y exterminación de la Alemania nazi, situado en Oświęcim, a unos 75 km de Cracovia. Visitarlo no es una experiencia agradable, pero abre una ventana al horror inimaginable que acaeció durante el Holocausto. Hoy, el recinto, el museo y el memorial son un sombrío recordatorio del 1 1oo ooo personas que perdieron allí la vida.
Hay varios lugares más en Polonia dedicados al patrimonio judío. En Varsovia, las exposiciones del Instituto Histórico Judío y el Museo de la Historia de los Judíos Polacos narran, con todo detalle, la vida de la comunidad judía en Polonia a lo largo de los años. En Cracovia, el barrio judío de Kazimierz –hoy una zona moderna repleta de galerías, tiendas y cafés– ofrece a los visitantes una perspectiva de la vida judía con sus monumentos, sinagogas y cementerios. La ciudad de Łódź, donde antaño vivieron muchos judíos de clase obrera, ofrece una experiencia similar, pero a mayor escala.
3. Explorar la naturaleza
Montañas que se cubren de vegetación en verano y de nieve en invierno, ríos impetuosos que se abren paso entre densos bosques, y el cautivador mar Báltico… Polonia tiene todos los flancos cubiertos en cuanto a naturaleza se refiere.
Para ir de excursión, los Tatras son una opción ideal. Conocidos también como los Alpes polacos, son muy populares entre los lugareños en invierno, que los frecuentan para esquiar y practicar snowboard. Bieszczady, cerca de la frontera con Ucrania, es otro paraíso de montañas (más pequeñas), bosques densos y prados que parecen extenderse hasta el infinito. No recibe muchas visitas, por lo cual es el sitio perfecto para recargar las pilas en paz y tranquilidad. En cuanto a aventuras acuáticas, la región de los lagos Mazurianos, un laberinto de ríos y lagos al noreste de Polonia, es muy apreciada por los amantes de los barcos.
4. Vivir como un noble
Castillos antiguos, palacios majestuosos y mansiones extravagantes se reparten por toda Polonia. Estas residencias no son solo sitios interesantes para visitar, sino que también permiten hacerse una idea de cómo era la vida de los aristócratas polacos en un castillo.
El medieval castillo de Malbork, una colosal fortificación de ladrillo, es uno de los más grandes del mundo, y nadie que visite Gdansk debería perdérselo; está a 30 km de la ciudad y es una sencilla excursión de un día. El Castillo Real de Varsovia merece una visita por ser una reconstrucción del s. XX, mientras que el castillo de Wawel, en Cracovia, es el motor de la identidad cultural polaca.
Un poco más lejos, a dos horas en coche desde Cracovia, se alzan los pintorescos montes Pieniny, donde el castillo de Niedzica corona un pico rocoso y las románticas ruinas del castillo de Czorsztyn esperan a ser exploradas.
5. Disfrutar de la buena mesa
Obviamente, la mejor comida de Polonia es la comida polaca, y no hay nada comparable a la cocina tradicional del país. Si al viajero le gustan la carne de pato, la de cerdo, el sauerkraut y las empanadillas, este país le parecerá un paraíso (que lo visite con pantalón de cintura elástica).
Pero más allá de la cocina típica polaca, el panorama gastronómico florece gracias a un montón de jóvenes chefs que experimentan con sabores interesantes e ingredientes innovadores para ofrecer a los comensales experiencias muy diferentes.
Los precios suelen ser correctos, se puede comer en restaurantes elegantes por un cuarto de lo que costaría en un establecimiento similar en otro país de Europa, y la comida de los cafés es diversa y bastante económica.
En las grandes ciudades hay de todo, desde cocina polaca moderna y sorprendente comida vegana hasta chais recién hechos y una amplia oferta de cocina internacional; y en el campo siempre habrá empanadillas.
Cómo llegar y moverse por Polonia
Los aeropuertos de las principales ciudades polacas cuentan con buenos servicios, con aerolíneas como easyJet, Ryanair y Wizz Air que ofrecen rutas por toda Europa. Polonia forma parte de la red ferroviaria Eurail, y puede incluirse en un pase europeo. La red de autobuses es muy extensa, y las autopistas son excelentes para quienes desean viajar en vehículo propio. En las ciudades el transporte público suele ser frecuente y económico.