Las mejores experiencias maoríes en Nueva Zelanda
Sacan la lengua al visitante de forma agresiva desde sus rostros tatuados, bailan amenazadoras danzas de guerra en los estadios de rugby y saludan amablemente frotando su nariz… Son los maoríes, la población autóctona de Nueva Zelanda y una parte fundamental de su cultura actual. Lo maorí está todavía vivo y activo, y se pueden encontrar rincones para conocerlos de cerca.
1. Una cultura viva
La cultura maorí ha dejado su huella en la vida contemporánea de los kiwi: en todo el país el viajero podrá oír hablar maorí, ver la televisión maorí, contemplar marae (centros de reunión) en las calles principales, unirnos a una hangi (banquete maorí cocinado en el suelo) o presenciar un espectáculo cultural con canciones y danzas tradicionales maoríes, y casi siempre una espeluznante haka (danza de guerra). Aunque quizá se frene un poco ante un ta moko, tatuaje tradicional maorí (normalmente en el rostro).
Lo más fácil será tallarse un colgante de hueso o pounamu (jade), aprender a chapurrear el maorí o asistir a un espectáculo con canciones, danza, leyendas, arte y artesanía. Y sobre todo, es fundamental visitar alguno de los museos de las grandes ciudades y los pueblos que están llenos de artefactos maoríes y objetos históricos, aunque esta cultura sigue muy viva.
2. Las aguas sagradas de Rotorua
Rotorua, en la Isla Norte, es la zona geotermal más activa del país, famosa por sus aguas humeantes y piscinas de lodo en ebullición. Los maoríes, que veneraban este lugar, llamaron a una de sus fuentes más espectaculares Wai-O-Tapu (Aguas Sagradas). Hoy, el 35% de la población de Rotorua es maorí, y sus espectáculos culturales y hangis tradicionales atraen tanto como el propio paisaje. Aquí podremos asistir a un espectáculo cultural en alguno de sus escenarios, ya sea una haka (danza de guerra) o un hangi (banquete maorí), con canciones, bailes y narraciones. Entre las visitas recomendables: en Opotiki tendremos que visitar la Hiona St Stephen’s Church y en Whakatane tienen un marae en la calle principal y abierto a los visitantes y el yacimiento de Toi’s Pa, el que quizá sea el pa (pueblo fortificado) más antiguo del país.
3. Caminando por los bosques maoríes en Waipoua
Entre los rincones ligados a la tradición maorí destacan los bellos bosques de kauris, como el de Waipoua, en la costa oeste de Northland, que puede recorrerse con un guía maorí. El paseo dura 4 horas, se hace al atardecer y es una introducción tanto a la cultura como a los gigantes que pueblan el bosque. Se comparte la historia y vivencias tribales y se recitan karakias (oraciones) ante los colosales árboles.
Conocida en maorí como Te Tai Tokerau, toda esta región posee una larga y orgullosa historia indígena y actualmente es uno de los lugares donde viven más maoríes y donde es fácil escuchar su lengua. Entre los enclaves más emblemáticos están el cabo Reinga, los Waitangi Treaty Grounds, la Ruapekapeka Pa Historic Reserve y el Tane Mahuta (en el bosque de Waipoua).
No faltan operadores locales de actividades culturales centrados en la comunidad maorí y muchos negocios son propiedad o están gestionados por maoríes o gente de grupos hapu (subtribales).
4. Arte rupestre maorí en Timaru
Antes de visitar los lugares remotos del sur de Canterbury (Isla Sur) podemos conocer el arte rupestre maorí en el Maori Rock Art centre de Timaru. Los activos guías ngai tahu dan vida a esta innovadora exposición multimedia sobre arte rupestre maorí y también ofrecen excursiones de tres horas para ver arte rupestre in situ.
Estamos en otra de las zonas maoríes del país: aunque sólo el 14% de los maoríes viven en la Isla del Sur, la mitad de ellos habita en Canterbury. Hay muchos modos de tomar contacto con la cultura maorí en la zona. En el Canterbury Museum, el Akaora Museum, el Okains Bay Maori & Colonial Museum y el South Canterbury Museum se pueden ver objetos. La Willowbank Wildlife Reserve tiene una réplica de una aldea maorí y un espectáculo nocturno.
Más al sur, el Te Ana Maori Rock Art Centre de Timaru propone exposiciones interactivas y organiza excursiones para ver arte rupestre.
5. Los tesoros maoríes del Te Papa, en Wellington
La visita al Te Papa es obligatoria, tanto por su condición de museo nacional como por ser interactivo, divertido y sorprendente. Su nombre, Te Papa Tongarewa (el cofre del tesoro), se ajusta bastante a la realidad. Entre sus joyas destacan una colección de objetos maoríes y un colorido marae, exposiciones sobre historia natural y medioambiental del país, salas dedicadas a la historia nacional y la región del Pacífico, la Nga Toi/Arts Te Papa y los “centros de descubrimiento” interactivos para niños. La entrada general es gratuita.
6. Jade en Hokitika
Hokitika, en la salvaje costa oeste, es la principal fuente de pounamu (jade) del país y sede de numerosos maestros talladores. Para los maoríes, los valles ribereños y los montes de la región eran la fuente tradicional de la preciada piedra con la que tallaban herramientas, armas y adornos. Se puede ver la exposición en el Hokitika Museum y aprender más sobre esta piedra, antes de contemplar las elegantes tallas creadas por los artistas locales.
7. Excursiones en solitario por la costa occidental en Hokianga
Explorar la solitaria, escarpada y espectacular costa occidental, en el extremo de la Isla del Norte, resulta toda una experiencia. Esta es la parte menos convencional de la remota Northland, habitada por comunidades aisladas, sobre todo maoríes que ocupan las principales ensenadas de la bahía de Hokianga, como desde hace siglos. Los hippies llegaron a esta zona en los sesenta y animaron la escena artística, pero todavía hoy sigue siendo una zona con carreteras sin asfaltar, perfecta para el senderismo.
8. Visitar un marae
Por todo el país hay muchos maraes (centros de reunión), que pueden pertenecer a colegios, universidades o comunidades maoríes. Entre los que se pueden visitar: el Huria Marae en Tauranga, el Koriniti Marae en River Rd en Whanganui, el Te Manuka Tutahi Marae en Whakatane o el del museo Te Papa en Wellington. En los maraes se celebran huis (reuniones), se debaten problemas, se imparten clases, se festejan eventos y se despide a los muertos. Si una hui dura más de un día, los visitantes duermen en el salón de reuniones. Se ponen colchones en el suelo, quizá alguien lleve una guitarra y, antes de dormir, se cuentan relatos y se hacen bromas.
Toda la información para hacer un circuito por la cultura maorí está en la guía Lonely Planet de Nueva Zelanda.