Perderse en el paraíso de las Pequeñas Cícladas
Las islas griegas siempre han sido uno de los destinos vacacionales preferidos de Europa; y no es de extrañar, pero ¿qué sucede cuando ya se han visitado las más famosas? Cuando ya se ha ido de fiesta en Miconos y se ha asistido a las puestas de sol en Santorini, ¿adónde ir en busca de algo único? Hay un secreto muy bien guardado: las Pequeñas Cícladas… tal vez las mejores islas griegas que existen.
Las Pequeñas Cícladas (Μικρές Κυκλάδες, en griego) son islas del grupo de las Cícladas, que incluyen estrellas del calibre de Miconos, Santorini e Íos. Tienen varios motes que hacen referencia a su tamaño y su relativa importancia, y aunque parezcan despectivos, algunas de ellas figuran entre las islas más pequeñas habitadas de Grecia, con una población permanente de algunos cientos de personas.
Solo cuatro de estas islas están habitadas; tres de ellas se hallan al sur de Naxos: Iraklia (la mayor del grupo, con 19 km2), Schinoussa y Koufonisia. En realidad, esta última comprende tres islas; la principal, Ano (o Pano) Koufonisi, tiene 400 habitantes y es el mayor núcleo habitado de las Pequeñas Cícladas. La cuarta isla del conjunto, Donousa, está apartada del resto, al noreste de Naxos, y es la que ofrece la experiencia más remota de las cuatro.
¿Por qué ir a las Pequeñas Cícladas?
Para los amantes de las islas, esta ristra de islitas remotas es un paraíso. Visitarlas es recordar cómo era viajar a las islas griegas 20 años atrás, cuando todo iba a un ritmo más lento y los placeres eran más sencillos. En las Pequeñas Cícladas solo hay que desconectar y ajustarse al horario insular. La mágica combinación de excursiones, chapuzones, siestas, un buen libro y generosas comidas en tabernas hará que el viajero se olvide de en qué día vive. Las tiendas horteras y los bares con música a todo volumen de Miconos y Santorini están a años luz de distancia.
Estas islas reciben cada vez más viajeros independientes, que prefieren que no se las publicite mucho para que no se saturen como las demás; aunque eso es poco probable: el esfuerzo que hay que hacer para llegar hasta ellas y la falta de locales turísticos hacen que las Pequeñas Cícladas sigan siendo un secreto. Como mucho, hay ‘multitudes’ en el pico de la temporada alta (jul y ago), pero en mayo, junio y septiembre rara vez se comparten las playas con más de una docena de personas. No hay que olvidar que lo de ‘temporada alta’ es relativo, porque no tiene ni punto de comparación con los miles de viajeros de las islas griegas más famosas.
Koufonisia, estrella al alza
La estrella de Koufonisia brilla con fuerza, porque la isla se está convirtiendo en el destino de moda para los viajeros avezados, y cada verano son más las compañías de ferris de alta velocidad que la incluyen en sus rutas; algo práctico para una cata de las Pequeñas Cícladas, ya que el acceso es más fácil que en el resto y el ambiente es más de tipo resort.
Al principal núcleo habitado de Koufonisia lo describen como ‘la Miconos de las Pequeñas Cícladas’, y la comparación no es descabellada, aunque a pequeña escala: una vía estrecha y encalada es la calle principal del casco antiguo, flanqueada por restaurantes y cafés, e incluso un par de galerías. Es elegante, pero sin las pretensiones y el famoseo de Miconos. También es un alivio para quienes teman aburrirse en islas tan pequeñas; téngase en cuenta que no hay nada como esto en el resto de las Pequeñas Cícladas (y que eso es una gran parte de su encanto).
Playas y rutas por las Pequeñas Cícladas
Las aguas que bañan las Pequeñas Cícladas son espectaculares. Los mejores sitios para nadar están en Koufonisia, pero cada isla tiene sus calas rocosas y sus playas de arena con aguas cristalinas; algunas están muy bien situadas junto a núcleos habitados (p. ej., en Donousa y Koufonisia), y otras requieren de una excursión a pie o en barco. En julio y agosto, un capitán local de cada isla ofrece trayectos en barco a playas idílicas por un modesto precio, y quizá ofrezca también un circuito por la isla para disfrutar de las vistas.
Andar es clave en las Pequeñas Cícladas: apenas hay carreteras, no existe el alquiler de vehículos y no hay taxis. Los propietarios de los alojamientos se ocupan de recoger a sus clientes en el puerto. Otras opciones son alquilar ciclomotores en Iraklia, bicicletas en Koufonisia, o usar un microbús que, en verano, recorre la principal carretera de Donousa; pero lo que maravilla son los senderos, que suelen terminar en bellas calas con impresionantes vistas a las islas del Egeo.
En Koufonisia, un sencillo paseo de 2 km por la costa llana y arenosa al este del puerto va a un conjunto de playas y después se convierte en un sendero que pasa por varias zonas de nado llenas de rocas. Lo mejor es descubrir la magnífica poza de rocas, a la que llaman ‘Pisina’, pero es que, además, al final del sendero hay una joya: la exquisita bahía de arena de Pori (a la que también se puede llegar por carretera interior y es un buen destino ciclista).
En la otra dirección, un paseo hacia el oeste desde el puerto de Koufonisia lleva a Loutro, que es de lo más fotogénico, con una cala de rocas, un pequeño varadero, un molino y una iglesia encalada. Por encima de Loutro hay una serie de alojamientos y restaurantes, incluido Capetan Nikolas, que sirve fantástico marisco.
En Donousa, la remota playa de arena de Kendros queda 1,25 km al sureste de Stavros (el principal núcleo habitado, donde amarra el ferri), y es accesible por un sendero escalonado. Livadi, a una hora andando al este, tiene todavía menos visitantes. En el interior hay más senderos que van a las colinas, hasta pequeñas aldeas donde el tiempo no corre.
El destino más interesante de Iraklia para visitar a pie es la Cueva de Agios Giannis; tras un inicio abrupto, la entrada da acceso a una serie de cuevas llenas de estalactitas y estalagmitas. Está a dos horas andado de la zona del puerto, por una ruta señalizada.
Dónde dormir y comer en las Pequeñas Cícladas
Cada isla cuenta con una buena oferta de domatia (habitaciones) para alquilar, sujetas a mucha demanda en julio y agosto, pero con precios muy bajos en los meses más tranquilos (y casi todas cierran de octubre a abril). Hay alojamientos sencillos de toda la vida, de cuando visitar islas era otra cosa, y algunas pensiones de estilo boutique muy bonitas; algunas de las mejores son Makares, en Donousa; Speires Hotel, en Iraklia; Mersini Taverna, en Schinousa; y Anna Villas, en Koufonisia.
Para comer las mejores opciones están en Koufonisia, aunque la propuesta gourmet del Deli Restaurant & Cafe-Bar, en Schinousa, merece una mención especial. Uno de los sitios perfectos para pasar la tarde es el Kafeneio To Kyma, en Donousa, junto al puerto, una tienda-café de toda la vida donde lugareños y visitantes toman ouzo y cerveza mientras juegan al backgammon.
Cómo llegar a las islas
Las mejores conexiones en ferri a las Pequeñas Cícladas las ofrece Naxos (la isla más grande de las Cícladas, con aeropuerto y vuelos regulares a/desde Atenas). Otra opción es Amorgos, aunque no tiene aeropuerto.
Una de las delicias de viajar por las Pequeñas Cícladas es tomar el Express Skopelitis, un pequeño ferri que conecta las islas con Naxos y Amorgos de lunes a sábado todo el año, salvo cuando hace mal tiempo. La llegada de este pequeño y robusto barco a cada puerto es un gran acontecimiento, con los lugareños corriendo a recoger productos y a saludar a los recién llegados.
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