Los innovadores restaurantes y bodegas de la Península de Bellarine, Australia

Texto por
Luna Soo, autora de Lonely Planet
Faro de Point Lonsdale, Península de Bellarine, Australia
sbostock / Getty Image

Comerse la península de Bellarine, Australia 

Famosa por sus playas familiares, sus enclaves surfistas y un gran paisaje costero, la península de Bellarine, en Victoria, Australia, siempre ha sido un popular destino vacacional; pero en los últimos años el foco se ha desplazado de su belleza natural a sus innovadores restaurantes y bodegas, toda una atracción por derecho propio. A continuación, una pequeña selección para saborear el viaje.

Melbourne vista desde la península de Bellarine, Australia © FiledIMAGE / Getty Images

Melbourne vista desde la península de Bellarine, Australia © FiledIMAGE / Getty Images  

 

El turismo en Bellarine despegó en la década de 1870, cuando la gente viajaba desde Melbourne a Queenscliff en barco de vapor. En la actualidad, Queenscliff es conocido por sus calles históricas y sus edificios antiguos; los barcos de vapor desaparecieron hace tiempo y Bellarine se explora mejor en automóvil. 

Está a un trayecto de 90 minutos de Melbourne, por lo cual resulta una sencilla excursión de un día, pero su ritmo relajado se disfruta más con una estancia de fin de semana. También es un interesante añadido a una excursión por la Great Ocean Road, que empieza (o termina, según la dirección de donde se venga) en Torquay.

 

1. De 'brunch' (y más) en Barwon Heads

A un tiro de piedra de Torquay, Barwon Heads es un sitio que podría pasarse por alto. El consejo es que no se lo pierda, y que haga como los lugareños, que pasee por las tiendas chics que flanquean la calle principal, y que cuando vea una mesa libre en la tienda gourmet Annie's Provedore, se haga con ella. Para desayunar, las tortitas con moras y ricota son un placer pecaminoso que luego se expía con un paseo por la playa vecina.

En verano, Barwon se llena de veraneantes que se alojan en el parque de caravanas junto a la playa; en invierno, solo se ve a los lugareños y sus perros disfrutando de las amplias vistas que barre el viento. Antes de la puesta del sol es buena idea ir a Barwon Heads Wine Store para charlar amistosamente sobre los vinos locales.

 

Península de Bellarine, Barwon Heads Wine Store, Australia © www.barwonheadswinestore.com.au

Barwon Heads Wine Store, península de Bellarine, Australia © www.barwonheadswinestore.com.au

 

Y es buena idea guardarse algo de tiempo para ir a jugar al golf al Barwon Heads Golf Club o para contemplar a los surfistas en la vecina 13th Beach, aunque solo hay que entrar en el agua si se es buen nadador porque las corrientes son muy fuertes. Se puede almorzar algo ligero en The Shack, un local confortable, como una casita de campo, que sirve contundentes hamburguesas y platos más delicados, como la ensalada de coliflor asada con granada.

 

2. A lo ecológico en Ocean Grove

Hay dos puentes, uno junto al otro, sobre el río Barwon; que reflejan el estilo de vida del lugar, uno es para peatones y pescadores; el otro es para automóviles, y ambos conectan Barwon Heads con Ocean Grove. Al entrar a la ciudad montañosa, vistazos de la playa en forma de herradura permiten comprender por qué el tranquilo 'O Grove', como lo llaman los lugareños, es tan popular entre las familias. Existe cierto ambiente jipi, con una tienda de regalos repleta de atrapasueños, un estudio de yoga y el saludable Kyosk Cafe, solo, en la esquina de una calle.

 

Península de Bellarine, Kyosk Cafe, Australia © www.kyosk.com.au

Kyosk Cafe, península de Bellarine, Australia © www.kyosk.com.au

 

Equipado con divertidos muebles de inspiración asiática –incluido un mostrador de Astro Boy y un pedazo de tuk-tuk–, Kyosk puede parecer extravagante, pero se toma la alimentación muy en serio, apostando por productos ecológicos que saben muy bien. Al doblar la esquina, Napona ofrece un ambiente más refinado; los días de sol, la terraza rodeada de árboles es el mejor lugar para saborear sus deliciosos platos de marisco o platillos que recuerdan a las tapas.

 

3. Vino y cenas en Wallington

Oakdene, con bodega y restaurante, ocupa lo que parece una casa invertida. Esta premiada bodega ofrece catas de su nítido sauvignon blanc y su elegante pinot noir, entre otros caldos deliciosos. Naturalmente, los vinos también están presentes en el restaurante; se pueden probar con el menú degustación de cuatro platos, con manjares como una ternera Angus guisada a fuego lento que se deshace en la boca o el queso a la trufa del cercano Drysdale.

 

Península de Bellarine, Flying Brick Cider Co, Australia © www.flyingbrickciderco.com.au

Flying Brick Cider Co, península de Bellarine, Australia © www.flyingbrickciderco.com.au

 

Si al viajero no le interesa el vino, puede visitar el vecino Flying Brick Cider Co. Se puede disfrutar de una cata de sidra en el césped que rodea el restaurante y sidrería, amplio y moderno, o dirigirse al interior para probar la tripa ahumada de cordero local o la sepia espolvoreada con feroz sal de pimienta de Sichuan (con un poco más de sidra no picará tanto).

 

4. A Bellarine, de un salto

La zona que da nombre a la península cuenta con sublimes vistas de Port Phillip Bay, que se disfrutan mejor con una copa de vino en Jack Rabbit. El moderno restaurante, con suelos de madera cálida y muebles, enormes ventanales y vistas espectaculares, ofrece un menú que cambia cada temporada y que saca partido a los productos locales. Con platos innovadores (como ‘nieve’ de suero de leche con salicornia local salada y langosta mariposa) que se maridan con el riesling cítrico de la bodega o el sabroso chardonay, no es de extrañar que este restaurante haya ganado múltiples premios.

 

Península de Bellarine, Jack Rabbit, Australia © www.jackrabbitvineyard.com.au

Jack Rabbit, península de Bellarine, Australia © www.jackrabbitvineyard.com.au 

 

Y hablando de premios, Terindah Estate –muy cerca de Jack Rabbit– tiene tantos que ya no saben dónde ponerlos. Han sido galardonados un montón de veces por sus vinos y su local. Este bonito viñedo, con vistas a las verdes viñas y a la bahía azul que hay más allá, es el lugar al que ir en una ocasión especial, por ejemplo, al terminar las vacaciones en Bellarine; y mientras se da buena cuenta del suculento confit de cerdo y de las crujientes patatas doradas asadas en grasa de pato, empezar a planear la próxima visita: lo mejor de Bellarine es que siempre hay más por descubrir.

 

 

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