En el aeropuerto de Bangkok y en una treintena de lugares más en toda Tailandia el viajero puede ver el nombre de Jim Thompson. Tras este cartel encontrará de una exquisita tienda de seda, pero esa marca esconde la apasionante historia de un aventurero-espía-amante del arte-hombre de negocios... y un misterio, el de su desaparición. Viajando por Asia su historia me salió al paso en Tailandia y en Malasia. En los años sesenta, una carta en la que sólo pusiera "Jim Thompson, Bangkok" le llegaba sin problema alguno en la capital tailandesa, donde ya por entonces vivían tres millones y medio de habitantes.
Primera parada. En el 6 Soi Kasemsan 2, de Bangkok. A un paso del bullicio comercial de la plaza Siam está la casa de Jim Thompson. Parada obligada para quienes busquen la esencia de Tailandia. Un reducto de paz y tranquilidad en la frenética Bangkok. No es una casa cualquiera. Fue el sueño de un arquitecto norteamericano nacido en Delawere en 1906 y que llegó a esta ciudad en 1945 como jefe de la estación de la Oficina de Servicios Estratégicos, la antecesora de la CIA. Es decir, como jefe de los espías norteamericanos.
Tras recibir la baja militar acabada la Segunda Guerra Mundial, Thompson no vuelve a su país. Olfatea el negocio turístico en el emergente sureste asiático y termina fundando en 1948 la Compañía de la Seda Tailandesa. Los gusanos le dan la materia prima y él la transforma para venderla a las grandes firmas de la moda europeas y norteamericanas. El imperio Jim Thompson ha puesto los cimientos.
Thompson desmontó seis casas de madera de teca de la provincia de Ayuthaya, alguna de 1800, y con ese material construye en 1959 con exquisito gusto su residencia en Bangkok, la que ahora visitan los turistas para admirar su colección de arte, comprar sus telas de seda, tomar algo en su restaurante y admirar la propia casa y su frondoso jardín, una isla en la ultramoderna ciudad. Thompson reconstruyó la casa colocando la parte labrada de la madera hacia dentro y los refuerzos hacia fuera, al revés de como estaban las casas originales,
Llegar a la casa es sencillo. Cerca queda la estación de Estadio Nacional del tren elevado, aunque es más auténtico llegar en alguna de las lanchas rápidas que surcan el canal Saen Saeb, colindante a la casa. Hay que bajarse en Tha Sapan Hua Chang.
Segunda parada. Cameron Highlands, Malasia. Años después de conocer la casa Bangkok, me encontré con una fotografía de Jim Thompson en un salón del Bala´s Hotel (ahora Planters Country Hotel), en Tanah Rata, en el centro de Malasia. Así supe el final de su historia. Hace ahora 48 años, un domingo de Pascua, Thompson estaba en este pueblo pasando unos días de descanso. A las tres de la tarde salió a dar un paseo por un camino en el bosque y nunca más se le ha vuelto a ver.
Las Cameron Highlands son las tierras altas de Malasia, una especie de estación vacacional montada aquí por los ingleses buscando unas temperaturas menos sofocantes que las del resto del país. Es el paraíso de los campos de té.
El viajero puede visitar grandes plantaciones de importantes marcas, como BOH. Recolectores cortan la hoja a mano y lo transportan en grandes capazos que llevan en su espalda. Aquí mismo puede contemplarse el proceso de transformación hasta llegar a la taza y degustar un té con imponentes vistas. Parecidas a las que un 26 de marzo de 1967 debió ver James Harrison Wilson Thompson antes de desaparecer para siempre y ser recordado como Jim Thompson.
Texto y fotos: Marino Holgado
Más información: www.jimthompsonhouse.com y www.cameronhighlands.com