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La tradición vinícola de Bulgaria se remonta a la época de los antiguos tracios y son muchos los que han elogiado sus caldos, desde escritores romanos hasta Winston Churchill. Melnik, en el suroeste del país, además de ser un lugar ideal para probar vinos, es un pintoresco pueblo lleno de casas tradicionales del s. XIX, con unas pirámides de arenisca naturales como telón de fondo. Más allá de Melnik, cinco regiones vinícolas diferentes se extienden desde el Danubio hasta el mar Negro, con la llanura tracia de por medio.