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Su historia es brillante, en el sentido más literal. La ciudad minera más antigua de Eslovaquia acumuló grandes riquezas gracias al oro, la plata y otros minerales. Cuenta con edificios góticos y renacentistas intactos, que se remontan al auge del s. XVI, aunque se cree que anteriormente ya había mineros, y se convirtió en la tercera ciudad del reino de Hungría. Pasado el s. XIX, los minerales se agotaron, las minas se cerraron y algunos empezaron a emigrar. El hecho de que parezca congelada en el tiempo forma parte de su atractivo para los visitantes. El centro histórico es Patrimonio Mundial desde 1993 por sus castillos medievales, sus casas burguesas y los lugares sagrados. Posee un museo al aire libre sobre la minería.