La ciudad de Teruel es sinónimo de arquitectura mudéjar. En ninguna otra ciudad –con la posible excepción de Sevilla– existe una amalgama tan glamurosa de arte islámico y gustos cristianos tan evidente. Sus sellos distintivos –adornos de ladrillos de terracota y azulejos esmaltados, techos de carpintería ornamentada– se integran con arte en las torres e iglesias de la ciudad, cuatro de las cuales están catalogadas por la Unesco. Teruel es la capital provincial más pequeña de España, pero pese a ser pequeña es un lugar sorprendentemente muy animado y con mucha actividad, con algunos restaurantes interesantes. A partir del s. X su enclave albergó un fuerte árabe, pero la ciudad la fundó en el año 1171 el rey conquistador Alfonso II. En los siglos siguientes Teruel quedó como un enclave olvidado en las aisladas tierras altas del sur de Aragón. Su gran momento en la historia fue también el más trágico: la batalla de Teruel, en el crudo invierno de 1937-1938, una de las contiendas más sangrientas de la Guerra Civil española, con una cifra de bajas estimada en 140 000 muertos.