Gràcia fue una villa independiente hasta la década de 1890, y sus calles estrechas y bonitas plazas aún conservan ese aire de pueblo. Cafés y bares de ambiente relajado, tiendas vintage y restaurantes multiculturales lo convierten en un imán para la gente joven. En una colina hacia el norte está una de las obras más cautivadoras de Gaudí, el libro de cuentos modernista al aire libre del Park Güell.

El Park Güell es el lugar de interés más destacado. Se puede llegar a él dando un largo paseo cuesta arriba o en metro (y un paseo más corto). Aparte del parque, Gràcia no ofrece una gran concentración de cosas que ver, pero es fantástico para pasear y empaparse de su ambiente de pueblo.

Las calles y plazas más animadas son el Carrer de Verdi, con estupendos cafés y restaurantes, como el Cafè Camèlia ; la bulliciosa Plaça del Sol, rodeada de bares; la Plaça de la Vila de Gràcia, llena de cafés y restaurantes; y la familiar Plaça de la Revolució de Setembre de 1868, con un parque infantil, además de bares como el Bar Canigó. Gràcia es genial tanto de día como de noche; las plazas son soleadas y tranquilas para desayunar o comer, y animadas por la noche, con hipsters tomando una copa al aire libre.