Saint-Michel es un barrio encantador en plena mutación, menos turístico que el resto del centro. Tiene una atmósfera seductora arraigada en la historia antigua, palpable recorriendo los callejones adoquinados que bajan hacia el río, y un lado más moderno, el de los inmigrantes que se han ido estableciendo aquí a lo largo de las décadas. Hay que venir a pasear por aquí el sábado por la mañana, día de mercado.