Literalmente el “otro lado del Arno”, es el barrio tradicional de los artesanos, con calles salpicadas de botteghe (talleres), boutiques de diseño e híbridos de ambos. La comida y la bebida son también puntos fuertes –preparados con ingredientes artesanos–, y hay un número creciente de restaurantes y bares elegantes que invitan a cruzar el río.

Lo mejor en un día

Explorar los aledaños de la Basilica di Santo Spirito, visitando la iglesia de Brunelleschi y las botteghe para ver trabajar a los artesanos. A media mañana, pausa para un granizado o un trago de aloe vera en Raw.

Para el almuerzo, cocina toscana tradicional en Il Santo Bevitore, un panino (sándwich) en S.Forno o una ensalada en Carduccio. Después se admiran los frescos de Masaccio en la Cappella Brancacci. Previa reserva, se puede pasar una tarde deliciosa paseando por el Giardino Torrigiani, un romántico jardín murado del s. xix. O bien curiosear en las galerías de arte y boutiques de San Frediano, Via di Santo Spirito y Borgo San Jacopo.

Al caer la tarde, tomar unas copas y unos tentempiés gourmet en Il Santino para ir después a Il Santo Bevitore a cenar con velas. O empezar con unos cócteles en Mad Souls & Spirits, seguidos de sensacional cocina toscana moderna en Essenziale. Y para terminar, música en directo en La Cité, jazz italiano en Santarosa Bistrot o copas en el secreto Rasputin.