La jornada se inicia subiendo a la terraza del Duomo para disfrutar de una vista de la ciudad. Después se toma un spritz en Camparino, para dirigirse al Museo del Novecento y sumergirse en el arte del s. XX.
Tras degustar algunos platos milaneses en la Trattoria Milanese es hora de visitar el Castello Sforzesco y explorar la historia de Milán. También se puede ver el Triennale, dedicado al diseño.
Se puede deambular por Parco Sempione para ver la puesta de sol desde uno de los bares del Arco della Pace. Como colofón se toma el tranvía 10 hasta Navigli para hacer una ronda de bares junto al canal hasta el Apollo Club.