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No hay nada como despertarse con el sonido de un mercado callejero napolitano, ya sea el mercado de Porta Nolana o La Pignasecca, el más antiguo de la ciudad. Es un espectáculo para los sentidos, más cerca a un bazar magrebí que a un mercado europeo: fruteros anunciando sus productos en dialecto napolitano, cabezas de pez espada expuestas, cajas de sardinas sobre hielo, el aroma del crujiente pan casareccio (casero) y las sfogliatelle (pastas rellenas de ricota) recién hechas.