Museo y Galleria Borghese

Estatua en los jardines de Borghese.
©Martin Moos/Lonely Planet

Quien solo tenga tiempo para visitar un museo de arte de Roma, que escoja este. Se suele calificar de "la reina de todas las colecciones de arte privadas", y exhibe pinturas de Caravaggio, Rafael y Tiziano, así como sensacionales esculturas de Bernini. Está repleto de piezas maestras, pero destacan el Rapto de Perséfone de Bernini y la Venus Victrix de Canova.

Para evitar aglomeraciones, los visitantes acceden en intervalos de dos horas, por lo que el viajero debe reservar con mucha antelación y atenerse a la hora que le asignen.

La colección del museo la formó el cardenal Scipione Borghese (1577-1633), el más famoso e implacable coleccionista de arte de su época. Al principio las piezas estuvieron en la residencia del cardenal -cerca de la basílica de San Pedro-, pero en la década de 1620 su dueño las hizo trasladar a su nuevo palacio de junto a Porta Pinciana. Es aquí, en el edificio central del palacio -el Casino Borghese-, donde hoy puede admirarse esta colección.

A lo largo de los siglos, el palacio ha ido experimentando sucesivas reformas. La más notable se acometió a finales del s. XVIII, cuando el príncipe Marcantonio Borghese añadió al edificio buena parte de su suntuosa decoración neoclásica.

El museo se divide en dos partes: la galería de la planta baja --con sus soberbias esculturas, los intrincados mosaicos romanos del suelo y los frescos del techo--, y la pinacoteca de la planta superior.

La escalinata lleva a un pórtico que da acceso al gran vestíbulo, decorado este con mosaicos de gladiadores del s. IV, y con un Satiro combattente (Sátiro combatiente) del s. II. En lo alto del muro hay un relieve de bulto redondo que desafía la gravedad: un jinete y su caballo precipitándose al vacío. Es el Sacrificio de Marco Curcio, de Pietro Bernini (el padre de Gian Lorenzo).

En la sala 1 acapara las miradas el audaz retrato escultórico que Antonio Canova le hizo con el torso desnudo, como Venus Victrix (1805-1808), a Paolina Bonaparte Borghese, hermana de Napoleón.

En la sala 3, el Apolo y Dafne (1622-1625) de Gian Lorenzo Bernini, parte de un ciclo sobre mitos paganos, captura el momento preciso en que las manos de Dafne empiezan a convertirse en hojas. La sala 4 alberga el exuberante Rapto de Perséfone (1621-1622), obra maestra de Bernini que revela el virtuosismo del artista. Basta mirar la mano de Hades apretando lo que parece la suave carne del muslo de Perséfone...

La sala 8 la domina Caravaggio. Contiene su mortecino autorretrato Baco enfermo (1592-1595), la extrañamente bella Virgen de los palafreneros (1605-1606) y el Juan Bautista (1609-1610), que probablemente fuera la última obra de Caravaggio. También están el apreciadísimo Niño con un cesto de frutas (1593-1595) y el dramático David con la cabeza de Goliat (1609-1610), donde la cabeza de Goliat también se dice que es un autorretrato.

En la planta superior, la pinacoteca ofrece un magnífico panorama del arte del Renacimiento. No hay que perderse el extraordinario Traslado de Cristo (1507) de Rafael --en la sala 9--, ni su Dama del unicornio (1506). En la misma sala están tanto la soberbia Adoración del Niño de Fra Bartolomeo (1495), como la Virgen con el Niño (primer cuarto del s. XVI) de Perugino.

Otras piezas destacadas son la erótica Dánae (1530-1531) de Correggio -en la sala 10-, los autorretratos de Bernini -en la sala 14-, y la gran obra maestra de Tiziano Amor sacro y amor profano (1514), en la sala 20.

Las audioguías cuestan 5 € y pueden adquirirse en la zona de las entradas, en la planta baja, donde también hay guardarropa y un pequeño café.

 

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