Mientras que los lituanos disfrutan de las dunas del istmo de Curlandia y los estonios se deleitan con la vida isleña de Saaremaa e Hiiumaa, la intermedia costa letona de Kurzeme resulta un lugar bastante desolado, con una pequeña constelación de poblaciones dispuestas entre farallones y decadentes torres de vigía soviéticas. La desaliñada Liepāja se halla en el sur, siguen las playas de color crema de Vent-spils y se llega al clímax en la norteña Kolka, donde el mar Báltico y el golfo de Riga se encuentran.