Staré Město (Ciudad Vieja), con su evocadora plaza medieval, el laberinto de callejones y los curiosos puntos de interés, como el reloj astronómico, es el corazón del centro histórico. Sus orígenes se remontan al s. X, cuando surgió un mercado en la ribera este del Moldava. Mil años después, sigue igual de vivo y casi inalterado.
Para gozar de tranquilidad y vistas mágicas del puente de Carlos conviene salir lo más temprano posible. Hay que empezar en el extremo de Malá Strana y cruzar el puente en dirección a la Ciudad Vieja. Es obligado subir a la Torre del puente en la Ciudad Vieja para después ir directo al reloj astronómico y coincidir con el famoso toque de la hora antes de que lleguen las masas de turistas.
Luego, se sube en el ascensor a la Torre del Ayuntamiento Viejo para disfrutar de las vistas de la plaza de la Ciudad Vieja y el centro histórico. El Kalina ofrece un almuerzo pausado, con versiones gourmet de platos checos en un menú degustación, antes de recorrer las callejuelas pintorescas de adoquines que rodean Betlémské náměstí y ver el viejo territorio de Jan Hus en la capilla de Belén.
Al caer la noche, hay que volver a la plaza de la Ciudad Vieja para ver la preciosa iluminación de la iglesia de San Nicolás y la iglesia de Nuestra Señora de Týn. Para cenar, está la terraza del U Prince; otra opción es tomarse un vino de Moravia en la glamurosa ubicación del café de la Casa Municipal. Como colofón, el AghaRTA Jazz Centrum ofrece jazz en directo.