El centro de Oslo es compacto, con mucha personalidad y cómodo para andar. La calle principal, Karl Johans gate, traza un eje señorial este-oeste desde la estación central hasta el Palacio Real. Si esta ha sido siempre una zona animada y muy querida por lugareños y visitantes, ahora lo es más, con muchos sitios nuevos donde comprar, comer y beber.
El día empieza contemplando de cerca una de las pinturas más famosas del mundo, El grito, de Edvard Munch, y otras obras célebres en la Nasjonalgalleriet. Después se va al Grand Café del Grand Hotel para almorzar temprano.
Es el momento de visitar a la realeza noruega en su neoclásico Palacio Real y, si es verano, inscribirse en un circuito por sus evocadores aposentos y el Establo de arte de la reina Sonia. Luego se puede pasear por el Slottsparken y tumbarse sobre la hierba junto al lago antes de visitar la casa de Ibsen en el Ibsen Museet.
Seguidamente se pone rumbo a Akershus Festning para contemplar las vistas del Oslofjord, el castillo renacentista y otros lugares de interés de la enorme fortaleza medieval de Oslo. Tras echar un vistazo a la arquitectura contemporánea de Sentralen, se pasa por el Parlamento y el Rådhus antes de cenar en Solsiden.