Habitada desde época pretalayótica, capital civil y eclesiástica de la isla hasta la ocupación inglesa de 1714, Ciutadella refleja todavía en la estructura urbana de su casco antiguo la trama de la ciudad islámica, articulada alrededor de la desaparecida mezquita mayor. Los numerosos palacios e iglesias hablan de una aristocracia que en su momento boicoteó a un ocupante inglés que, con su pragmático mercantilismo, amenazaba antiguos privilegios.
Se desayunan dulces típicos menorquines en la pastelería Moll. A continuación, una visita a la catedral de Santa María y a la Casa Olivar permiten hacerse una idea de lo que en su día representó la aristocracia ciudadelana. Luego se pasea, aprovechando el fresco de la mañana, por el casco antiguo y se entra a los mercados, el de frutas y verduras con sus puestos abiertos a la calle, y el del pescado, en un pabellón cubierto.
Antes del almuerzo se puede realizar una doble excursión arqueológica, primero a la Naveta des Tudons y después a la necrópolis troglodita de Cala Morell. Allí, en la misma cala, es hora de disfrutar de un reconfortante baño antes de volver a Ciutadella para comer en el Cafè Balear. Tras el ágape se impone una visita a Líthica, con su flora mediterránea y las peculiares formas de su antigua cantera.
Se regresa al centro histórico para ir de compras, tal vez unas abarcas en Ca Sa Pollaca, pero sin demorarse demasiado para ir al cabo de Artrutx donde admirar una sosegada puesta de sol. Finalmente,se cena en el restaurante Mon y se va de copas por el puerto hasta que el cuerpo aguante.