Viajar en barco proporciona un arsenal de interesantes aprendizajes: por ejemplo, que no hay nada como la brisa marina para abrir el apetito. O que observar las olas es un pasatiempo que hipnotiza y relaja porque el agua, ya sea un río, un lago o el mar, es un mosaico móvil que da pistas sobre las condiciones meteorológicas que le dan forma. Y sobre todo, que viajar por el agua es una forma excelente de levantar el pie del acelerador y desconectar del ritmo frenético del mundo para apreciar las cosas sencillas: el gran cielo abierto, los horizontes vacíos, los amaneceres y atardeceres.
Es el momento de descubrir otros lugares e ir más allá de los destinos más visitados del planeta, para huir de las multitudes y encontrarse con lo más auténtico de cada rincón del mundo. Para ello, Lonely Planet ha agrupado 900 escapadas para realizar desde las 60 principales ciudades del mundo.