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“Bula”, el omnipresente saludo fiyiano, es más que un simple “hola”: literalmente se traduce como “vida”, un saludo apropiado para un pueblo animoso que parece vivir la vida a tope. Los fiyianos son, por naturaleza, amistosos y los visitantes siempre reciben una cálida acogida, a menudo con brazos abiertos y canciones. Los mejores lugares para experimentar esta hospitalidad son las aldeas rurales: las visitas suelen incluir una ceremonia kava y quizá una meke (danza ceremonial) o un lovo (festín cocinado en un horno bajo tierra), y las estancias en casas particulares permiten integrarse en la vida local.