Para entender Botsuana se debe profundizar en su pasado. Aquí la historia se remonta milenios, a los albores de la humanidad, cuando el hombre dio sus primeros pasos por las sabanas del sur y el este de África. Con el desarrollo de herramientas rudimentarias, estos pueblos cazaban y recolectaban en las grandes llanuras, trasladándose con las estaciones a través de praderas y montes por los grandes humedales que cubrían el norte del país.
Hacia el Mesolítico, que duró hasta hace 20 000 años, los boskop, el principal grupo homínido del África austral, habían evolucionado a una sociedad organizada de cazadores recolectores. Se cree que pueden ser los ancestros de los actuales san.
Los restos arqueológicos y el arte rupestre de las colinas Tsodilo ubican a estos cazadores recolectores en refugios y cuevas de toda la región desde aproximadamente el 17 000 a.C. Las pinturas con las que plasmaron el mundo natural en el que vivían son una prueba de su creciente nivel de sofisticación; las toscas herramientas de piedra dieron paso al uso de hueso, madera y, finalmente, hierro. Al tener mejores herramientas, la caza era más eficiente, lo que les dejaba tiempo para innovar, empezar a usar adornos personales y desarrollar técnicas como la cerámica.
Con el Neolítico, muchos de estos cazadores recolectores adoptaran un estilo de vida pastoral, sembrando y pastoreando ganado en los pastos del delta del Okavango y los lagos Makgadikgadi. Algunos emigraron hacia el oeste, al centro de Namibia y, hacia el año 70 a.C., incluso llegaron al cabo de Buena Esperanza.
Siguiendo el fragmentado camino de la cerámica antigua, los arqueólogos y antropólogos han conseguido desentrañar la compleja y entrecruzada migración de diferentes grupos étnicos al África austral. Desde el año 200 al 500, los granjeros de habla bantú empezaron a aparecer en las tierras del sur provenientes del norte y del este. Al inicio, las relaciones entre los san y los khoekhoen parecen haber sido cordiales y los grupos se entremezclaban con libertad, comerciaban e incluso se casaban entre ellos. Los granjeros aportaron nuevos sistemas políticos y mejores competencias en la agricultura y la metalurgia. En las colinas Tswapong, cerca de Palapye, se han encontrado vestigios de un horno primitivo para la fundición de hierro del año 190. Uno de los primeros y más poderosos grupos bantúes en habitar la región fue el sotho-tswana, formado por tres grupos diferentes: los basotho (o pedi) del norte, que se establecieron en el Transvaal de Sudáfrica; los basotho del sur, de Lesoto; y los basotho (o batswana) del oeste, que fueron al norte, hasta lo que hoy es Botsuana.
Los criadores de ganado empezaron a llegar desde Zimbabue hacia el año 600, y en el s. xiii casi todo el este de Botsuana estaba bajo la esfera de influencia del Gran Zimbabue, uno de los reinos antiguos más legendarios de África. Entre el s. xiii y el xv, el Gran Zimbabue incorporó muchos territorios tribales del noreste de Botsuana y, varios cientos de años después, la región siguió formando parte de las dinastías con sede en Zimbabue.
La única otra migración significativa a Botsuana fue la de los herero a finales de s. xix quienes, huyendo de la Namibia alemana, se establecieron en los extremos noroccidentales de Botsuana.
Uno de los acontecimientos más importantes de la historia humana de Botsuana fue la evolución de las tres ramas principales del grupo étnico tswana durante el s. xiv. Es la típica historia de discordia familiar, en la que tres hermanos, Kwena, Ngwaketse y Ngwato, se independizan de su padre, el jefe Malope, para establecerse con sus propios seguidores en Molepolole, Kanye y Serowe, respectivamente. Estas fracturas posiblemente se produjeron a causa de la sequía y al crecimiento de una población dispuesta a salir a buscar nuevos pastos y tierras de cultivo.
El clan Ngwato se volvió a dividir a finales de s. xviii tras una pelea entre el jefe Khama I y su hermano Tawana, que abandonó Serowe y estableció su propio pueblo en la zona de Maun. Los cuatro grupos principales actuales (batawana, bakwena, bangwaketse y bangwato) descienden de estas escisiones y la composición demográfica de Botsuana le debe mucho a la dispersión de todos estos grupos.
A medida que los pueblos se repartían por el África austral, marcando sus territorios comerciales, la pacífica fragmentación del pasado se fue haciendo cada vez más complicada. Hacia el 1700 los pueblos ya no eran pequeños y abiertos, sino fortificados y situados sobre colinas estratégicas y defensivas. Este ambiente hostil se exacerbó a causa del aumento del comercio de marfil, ganado y esclavos, que provocó ataques entre las tribus poderosas que querían controlar estos lucrativos recursos.
El agresor más destacado fue el señor de la guerra Shaka, el nuevo jefe de la confederación zulú. Desde su base en Natal lanzó una serie de implacables campañas con la intención de unir por la fuerza o destruir todas las tribus y asentamiento que se le pusieran por delante. Hacia 1830 las zonas bakwena y bangwato habían sido invadidas y los supervivientes habían iniciado el difaqane (literalmente “dispersión” o éxodo). Tras Shaka llegó Mzilikazi, su general ndebele, igualmente despiadado, que continuó atacando los pueblos de Botsuana, obligando a sus habitantes a huir hasta Ghanzi y Tshane, en pleno corazón del Kalahari. Sus tropas también derrotaron a los bangwaketse, que huyeron al desierto y finalmente se quedaron cerca de Letlhakeng.
Los estados tswana de Ngwaketse, Kwena y Ngwato se reconstituyeron en la década de 1840, una vez superados los estragos del difaqane. Al aprender de su propia experiencia que una nación dividida era más vulnerable, iniciaron su reagrupamiento bajo los auspicios del rey Segkoma I.
Estos nuevos estados se organizaron en distritos con sus propios jefes, que pagaban sus impuestos (en función de la mano de obra y el ganado) al rey. Botsuana se había empezado a unir, pero los estados también eran muy competitivos, y rivalizaban entre ellos por el creciente comercio de marfil y plumas de avestruz que se transportaban por las nuevas carreteras a la Colonia del Cabo, en el sur. Las carreteras también facilitaron la llegada de misioneros cristianos por primea vez, y permitieron que los bóeres iniciaran sus migraciones hacia el norte.
Mientras Mzilikazi causaba estragos entre los botsuanos y los misioneros cristianos se afanaban en extender su proselitismo, los bóeres empezaron a sentir la presión de sus vecinos británicos de Ciudad del Cabo. Los bóeres eran granjeros de la provincia oriental del Cabo, descendientes de colonos neerlandeses. En 1836, unos 20 000 de ellos emprendieron el llamado Gran Trek, a través del río Vaal hacia los territorios tswana y zulú, y crearon su propio estado libre para gobernar el Transvaal, movimiento ratificado por los británicos en la Convención de Sand River de 1852. Los botsuanos quedaban, así, bajo el gobierno de la llamada República Sudafricana, lo que suscitó un periodo de rebelión y fuerte opresión. Tras enormes pérdidas humanas y territoriales, los jefes botsuanos solicitaron protección a los británicos.
Sin embargo, Gran Bretaña estaba muy ocupada con el África austral y no tenía prisa en apoyar a un país que le aportara dudosos beneficios. Lo que hizo fue ofrecerse como árbitro de la disputa. Pero hacia 1877 la animadversión contra los bóeres había alcanzado un nivel tan peligroso que los británicos se vieron obligados a acceder y anexionaron el Transvaal, dando lugar a la Primera Guerra Bóer. La guerra continuó hasta la Convención de Pretoria de 1881, cuando los británicos se retiraron del Transvaal a cambio de que los bóeres juraran lealtad a la Corona británica.
Con los británicos fuera de su camino, los bóeres volvieron a echar la vista al norte, a territorio botsuano. En 1882 lograron someter las ciudades de Taung y Mafikeng, convirtiéndolas en las repúblicas de Stellaland y Goshen. Podrían haber llegado mucho más lejos de no ser por la anexión de África del Suroeste (actual Namibia) por parte de los alemanes en la década de 1890.
Con la potencial amenaza de una alianza germano-bóer en el Kalahari, que hubiera destruido el sueño británico de expansión a Rodesia, la actual Zimbabue, rica en minerales, los británicos empezaron a tomarse en serio las peticiones de protección de los botsuanos. En 1885 proclamaron un protectorado sobre sus aliados tswana, conocido como Colonia de la Corona Británica de Bechuanalandia.
La expansión británica en África austral llegó en forma de una empresa privada patrocinada por la British South Africa Company (BSAC), propiedad del empresario millonario Cecil John Rhodes.
Hacia 1889 Rhodes ya explotaba la industria minera de diamantes de Kimberley (Sudáfrica), y estaba convencido de que otros países africanos contaban con depósitos minerales parecidos a la espera de ser explotados. Pretendía hacerlo mediante las concesiones de tierra que las compañías podían obtener de manera privada para colonizar nuevos territorios para la Corona. El sistema fue explotado con facilidad por Rhodes, que obtuvo de forma fraudulenta grandes extensiones de tierras de los jefes locales haciéndoles creer que los contratos eran tratados. Los británicos miraron hacia otro lado, ya que esperaban en un futuro transferir todo el protectorado de Bechuanalandia a la BSAC y así quitarse de encima los costes de la administración colonial.
Al darse cuenta de lo que suponían las aspiraciones de Rhodes, tres jefes botsuanos, Bathoen, Khama III y Sebele, acompañados por W. C. Willoughby, un misionero simpatizante, zarparon hacia Inglaterra para pedir directamente al Parlamento británico la continuación del control del gobierno de Bechuanalandia. En vez de tomar cartas en el asunto, el ministro de las Colonias, Joseph Chamberlain, les aconsejó ponerse en contacto directamente con Rhodes y solucionarlo entre ellos.
Por supuesto, Rhodes se mostró inflexible, por lo que la delegación se dirigió a la London Missionary Society (LMS), que llevó el asunto a la opinión pública británica. Temiendo que la BSAC permitiera la entrada de alcohol en Bechuanalandia, la LMS y otros mojigatos grupos cristianos respaldaron al devoto Khama y a su séquito. El pueblo británico consideraba que la Corona debía administrar el imperio, y no el polémico Rhodes. La presión pública alcanzó tal nivel que el Gobierno se vio obligado a ceder ante los jefes. Chamberlain accedió a continuar con la administración británica de Bechuanalandia, cediendo tan solo a la BSAC una pequeña franja del sureste (hoy conocida como Tuli Block) para construir la línea de ferrocarril a Rodesia.
Hacia 1899, Gran Bretaña había decidido que había llegado el momento de consolidar los estados del África austral y declaró la guerra al Transvaal. Los bóeres fueron vencidos en 1902, y en 1910 se creó la Unión de Sudáfrica.
Con la venta de ganado, animales de tiro y cereales a los europeos que se dirigían al norte en busca de tierras de cultivo y minerales, Bechuanalandia gozó de un grado inicial de independencia económica. Sin embargo, la construcción de la línea del ferrocarril que atravesaba Bechuanalandia hacia Rodesia y el grave brote de fiebre aftosa en la década de 1890 destruyó el comercio. Esta nueva vulnerabilidad económica, combinada con las sequías y la necesidad de efectivo para pagar los impuestos británicos, hizo que muchos botsuanos tuvieran que emigrar a Sudáfrica para buscar trabajo en granjas y minas. Llegó un momento en que hasta un 25% de los hombres botsuanos habían abandonado el país, lo que aceleró la desaparición de los modelos tradicionales de usos de la tierra y debilitó el poder de los jefes.
El Gobierno británico continuó considerando al protectorado como algo temporal hasta poderlo entregar a Rodesia o a la nueva Unión de Sudáfrica. Por ende, la inversión y el desarrollo administrativo en el territorio se mantuvieron bajo mínimos. Incluso cuando, en la década de 1930, se dieron algunos pasos para reformar la administración o iniciar un desarrollo agrícola y minero, los principales jefes tswana se opusieron, asegurando que lo único que se conseguiría sería aumentar el control colonial. Por lo tanto, el territorio permaneció dividido en ocho reservas “tribales” autoadministradas y cinco bloques de granjas de colonos blancos. El resto se clasificó como tierras “de la Corona” (es decir, estatales). De forma similar, la capital administrativa, Mafikeng, que se encontraba fuera de los límites del protectorado, en Sudáfrica, permaneció allí hasta 1964.
El grado en que Gran Bretaña subordinaba los intereses de Botsuana respecto a los de Sudáfrica durante este periodo quedó patente en 1950. En un caso que causó gran controversia política en Gran Bretaña y en todas sus colonias, el Gobierno británico cesó a Seretse Khama de la jefatura de Ngwato y lo exilió durante seis años. Como después se reveló en documentos secretos, este movimiento fue realizado para calmar al Gobierno sudafricano, que se oponía al matrimonio de Khama con una mujer británica en una época en la que la segregación racial era obligatoria en Sudáfrica.
Esto solo sirvió para aumentar la creciente agitación política y durante las décadas de 1950 y 1960 empezaron a surgir partidos políticos botsuanos que fomentaban la idea de la independencia en el mismo momento histórico en el que las colonias africanas del resto del continente buscaban también su libertad. Tras la masacre de Sharpeville de 1960, los refugiados sudafricanos Motsamai Mpho, del Congreso Nacional Africano (CNA), y Philip Matante, un predicador de Johannesburgo afiliado al Congreso Panafricano, se unieron a K. T. Motsete, un profesor de Malaui, para formar el Partido Popular de Bechuanalandia (PPB). Su objetivo inmediato fue la independencia.
En 1962 Seretse Khama y el granjero de Kanye, Ketumile “Quett” Masire formaron el moderado Partido Democrático de Bechuanalandia (BDP por sus siglas en inglés). El BDP creó un programa para la independencia aprovechando el apoyo de los jefes locales, como Bathoen II, de los bangwaketse, y los batswana tradicionales. El BDP también propuso el traslado de la capital a Botsuana (de Mafikeng a Gaborone) y una nueva Constitución no racial.
Los británicos aceptaron de buen grado el plan pacífico de traspaso de poderes del BDP y Khama fue elegido presidente cuando se celebraron las elecciones generales de 1965. El 30 de septiembre de 1966, el país, ya llamado República de Botsuana, consiguió la plena independencia.
A diferencia de otros nuevos estados africanos independientes, Seretse Khama dirigió con inteligencia el país durante sus primeros 14 años de independencia. Garantizó la plena propiedad continuada sobre las tierras de los campesinos blancos y adoptó una posición estrictamente neutral (casi hasta el final de su mandato) hacia Sudáfrica y Rodesia. La razón, por supuesto, era que Botsuana dependía económicamente del gigante del sur. Eso sí, Khama rechazó el intercambio de embajadores con Sudáfrica y condenó oficialmente el apartheid en círculos internacionales.
Sir Seretse Khama falleció en 1980 (poco después de la independencia de Zimbabue), pero su Partido Democrático de Botsuana, antiguo Partido Democrático de Bechuanalandia, sigue manteniendo una importante mayoría en el Parlamento. Sir Ketumile “Quett” Masire, que sucedió a Khama en la presidencia de 1980 a 1998, siguió la senda abierta por su predecesor y continuó aplicando con cautela políticas prooccidentales.
En 1998, el presidente Masire hizo algo que muy pocos líderes africanos parecen capaces de hacer: renunció para cumplir con las nuevas disposiciones constitucionales y se retiró con clase de la política. Su sucesor y anterior vicepresidente, Festus Mogae, lo sucedió en el cargo, ratificado por las elecciones del año siguiente. Con el país inmerso en la catástrofe del HIV/sida (Botsuana tenía las mayores tasas de infección del mundo), Mogae se ganó la simpatía internacional en el 2001 cuando anunció que los fármacos para tratar a pacientes con HIV/sida se distribuirían gratuitamente; fue reelegido presidente por abrumadora mayoría en el 2004.
Festus Mogae traspasó la presidencia a su vicepresidente, Ian Khama (hijo de sir Seretse Khama), el 1 de abril del 2008, un gesto muy elogiado en círculos internacionales. Pero por mucho que la comunidad internacional pensara bien de Mogae, su decisión de pasar la presidencia a Khama generó preocupación en Botsuana, ya que este aún no había sido elegido presidente.
Desde que asumió el poder, Khama tomó duras medidas en contra del alcohol, exigiendo toques de queda más tempranos a los bares (que no siempre se cumplen). Además, Khama, ex comandante de las Fuerzas Armadas de Botsuana, nombró a colegas militares y de la policía para puestos del Gobierno tradicionalmente asumidos por civiles, lo que causó preocupación entre la sociedad civil. Aun así, en las elecciones de octubre del 2009 el BDP, con Khama a la cabeza, volvió a ganar con facilidad.
Khama también generó polémica con las políticas aprobadas por su Gobierno que dificultan el retorno de los san a la CKGR y por la decisión de prohibir la caza comercial en Botsuana desde el 2014. Aun así, sigue siendo popular y fue reelegido en el 2014 para un segundo mandato. Además, el BDP ganó una clara mayoría de escaños parlamentarios, por lo que parece que el partido, que lleva controlando la política del país desde la independencia, aún seguirá en el poder unos cuantos años.