Bienvenidos a Alaska

Con osos más grandes que bisontes, parques nacionales del tamaño de países y glaciares más grandes que otros estados de EE UU, la palabra “épico” apenas hace justicia a Alaska.

La llamada de la naturaleza

Virgen, pura, inmensa, Alaska hace aflorar instintos básicos y despierta lo que Jack London denominó “la llamada de la  naturaleza”. Pero a diferencia de London, los visitantes actuales lo tendrán más fácil para adentrarse en su vasta y salvaje naturaleza. Uno de los atractivos del estado nº 49 es su accesibilidad. Pocos lugares más en EE UU permiten subir a una montaña aún no escalada, caminar por donde –probablemente– nadie haya pisado antes, o adentrarse en un parque nacional con menos visitantes anuales que la Estación Espacial Internacional.

La vida en la frontera

Quizá el espacio sea la frontera final, pero para quienes no dispongan de un cohete espacial, Alaska puede ofrecer una  alternativa bastante atractiva. Con poca cobertura telefónica y comodidades urbanas escasas, esta es una región para ‘hacer’ más que pasar el rato en cafeterías. Es recomendable contactar con un guía experimentado que conduzca al viajero a un glaciar lleno de grietas, o contratar a una agencia de viajes a zonas remotas para hacer un descenso por un río casi virgen. Sea en solitario con espray para los osos o poniéndose en manos de un experto sourdough (veterano de Alaska), el premio es incalculable.

Animales grandes y pequeños

¿Quién necesita zoológicos cuando se pueden ver de cerca osos pardos cazando salmones o alces posando en los márgenes de las carreteras de los parques nacionales? Alaska es una tierra para los puristas de la naturaleza que desean observar fauna de gran tamaño en su entorno natural. No es lugar para los timoratos. Hacer senderismo por zonas no vigiladas puede hacer que uno se sienta como un invitado en una gran cadena alimenticia, pero si uno no se  despista, los toros almizcleros, los lobos grises, los osos, los caribús y otros animales lo aceptarán con tranquilidad en sus dominios.

Historias de lo inesperado

Los verdaderos placeres de Alaska son inesperados: vegetación gigantesca, épicos viajes en autobús, cementerios rusos olvidados, antros donde nadie ha retocado su peinado desde 1984. Hay que imaginar un lugar donde los autóctonos cazan para subsistir, los campistas planean expediciones en busca de oro y el wifi es un rumor. El viajero puede mezclarse con protestones, fugitivos de la rutina diaria, nómadas, soñadores, amantes de los orígenes y nativos de Alaska para descubrir qué es lo que mueve el estado más grande de EE UU.

Por qué me encanta Alaska

Brendan Sainsbury, escritor

Como muchos viajeros, me siento atraído por caminos poco transitados y aisladas regiones fronterizas donde la espontaneidad y la excitación predominan sobre la certeza y las comodidades de casa. Para mí, Alaska reúne todos estos requisitos. Retadora, sin pulir y dura de roer, es en muchos sentidos, la antítesis del país donde crecí (Reino Unido). Como un extraño en tierra extraña, nunca dejo de sorprenderme por los extremos y la enorme falta de población del estado. Y aunque viajar aquí no es siempre fácil, supone un continuo aprendizaje.

 

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