Historia de Kuwait

Con la vista actual desde lo alto de las Kuwait Towers, cuesta imaginar que hace 350 años la enorme capital no era más que un puñado de tiendas beduinas alrededor de un fuerte de piedra. El descubrimiento de petróleo ayudó a construir una gran metrópoli que probablemente habría superado a Dubái en diseño de no haber sido por la invasión iraquí de 1990, que cambió el curso de la historia de Kuwait para siempre.

Historia antigua

Al pie de las Mutla, en la carretera a la isla Bubiyan y con vistas a los pastos primaverales de las aguas del estuario más allá, es  fácil imaginar por qué los humanos de la Edad de Piedra se instalaron en la zona de Ras Subiyah, en la orilla norte de la bahía de  Kuwait. Allí las aguas son ricas en sedimentos de la poderosa red de ríos del sur de Iraq, lo que asegura abundante vida marina. El primer asentamiento de la región data del año 4500 a.C., y los fragmentos de cerámica, murallas, herramientas, una pequeña perla perforada y los restos del que quizá fue el buque más antiguo del mundo sugieren algún tipo de relación con los ubaid, pobladores de la antigua Mesopotamia. La civilización de Dilmun también supo ver el potencial de vivir en la desembocadura de una de las dos grandes redes fluviales del mundo y construyó una gran ciudad en la isla Failaka, las ruinas de la cual son uno de los grandes vestigios estructurales de la Edad de Bronce que hay en el mundo. 

Los griegos y la isla Failaka

Un historiador llamado Arriano, contemporáneo de Alejandro Magno, situó la región por primera vez en el mapa al hablar de una isla descubierta por uno de los generales de Alejandro en su ruta a la India. Dicen que fue el mismísimo Alejandro Magno quien puso nombre a la isla, a la que llamó Ikaros. Con templos dedicados a Artemisa y a Apolo, una estela con instrucciones grabadas para los habitantes de esta pequeña y próspera avanzadilla colonial, reservas de monedas de plata griegas, bustos y frisos decorativos, Ikaros se convirtió en un gran enclave comercial de la ruta de Mesopotamia a la India.

Relaciones con los británicos

En muchos sentidos, kuwaitíes y británicos eran aliados naturales. A partir de la década de 1770 los británicos fueron contratados para encargarse del correo entre el Golfo y Alepo, en Siria. Kuwait, por su parte, se ocupaba del intercambio comercial de tejidos, arroz, café, azúcar, tabaco, especias, teca y mangle con la India, y ejercía un papel fundamental en el comercio terrestre con el Mediterráneo. Los británicos ayudaron a erradicar la piratería que amenazaba el comercio marítimo, pero no podían repeler las incursiones otomanas, al menos hasta que apareció en escena la figura más importante de la historia moderna de Kuwait.

El jeque Mubarak Bin Sabah Al Sabah, Mubarak el Grande [1896-1915], sospechaba que Constantinopla planeaba anexionarse Kuwait. Preocupado por las simpatías que el emir profesaba a los otomanos, le asesinó, sin importarle cometer un fraticidio además de un regicidio, y se proclamó soberano. En 1899 firmó con Gran Bretaña un tratado crucial: a cambio de la protección de la Marina británica, no cedería territorio ni aceptaría apoyos o negociaría con ningún otro poder extranjero sin el consentimiento británico. 

De la pobreza a la fortuna en el siglo XX

Mubarak el Grande sentó los cimientos de un estado moderno. Bajo su reino, los programas estatales de bienestar crearon escuelas públicas y asistencia médica. 

En los años veinte surgió una nueva amenaza procedente del Najd, el interior de Arabia: la aterradora ikhwan (hermandad), un ejército de guerreros beduinos comandado por Abdul Aziz Bin Abdul Rahman Al Saud (Ibn Saud), fundador de la moderna Arabia Saudí. A pesar de haber gozado de la hospitalidad de los kuwaitíes durante sus años ‘salvajes’, Abdul Aziz proclamaba que Kuwait pertenecía al nuevo reino de Arabia Saudí. El Fuerte Rojo de Al Jahra fue escenario de una famosa batalla en la cual los kuwaitíes  ofrecieron una defensa férrea. También construyeron a toda prisa una nueva muralla para la ciudad, las puertas de la cual todavía pueden verse hoy en Soor St, en la capital. En 1923 un tratado auspiciado por los británicos puso fin a los enfrentamientos y Abdul Aziz reconocía la independencia de Kuwait a cambio de dos tercios del territorio del emirato. 

La Gran Depresión que sumió al mundo en la pobreza coincidió con el fin de la industria de la perla kuwaití cuando las perlas cultivadas japonesas coparon el mercado. Sin embargo, en 1934, cuando el futuro parecía más negro para Kuwait, se aprobó una concesión de petróleo a una empresa conjunta británico-estadounidense conocida como Kuwait Oil Company (KOC). Los primeros pozos se perforaron en 1936, y en 1938  ya era evidente que Kuwait nadaba, literalmente, en petróleo. Cuando la exportación de petróleo despegó tras la II Guerra Mundial, la economía kuwaití se vio catapultada hacia una riqueza inimaginable. 

A medida que el país se enriquecía, la asistencia sanitaria, la educación y el nivel de vida mejoraban de forma espectacular. En 1949 solo había cuatro médicos en Kuwait; en 1967 eran ya 400.

Independencia

El 19 de junio de 1961 Kuwait se convirtió en un Estado independiente, y el acuerdo con Gran Bretaña se disolvió por consenso mutuo. En un gesto amenazante, el presidente de Iraq, Abdulkarim Qasim, reclamó Kuwait como territorio iraquí. Las fuerzas británicas, reemplazadas después por las de la Liga Árabe (a la que Kuwait se unió en 1963) hicieron frente al reto. Las elecciones de la primera Asamblea Nacional de Kuwait se celebraron en 1962. 

Invasión iraquí

A pesar de las tensiones en política y economía, a principios de 1990 las perspectivas económicas del país eran muy favorables, sobre todo tras el final de la guerra Irán-Iraq, que duró ocho años, durante los cuales Kuwait prestó un apoyo considerable a Iraq. Teniendo esto en cuenta, los acontecimientos que sucedieron después resultaron muy chocantes para la mayor parte de los habitantes de la región.

El 16 de julio de 1990, Iraq envió una carta a la Liga Árabe acusando a Kuwait de exceder la cuota asignada por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y robar petróleo de la parte iraquí de un campo petrolífero en la frontera de ambos países. Al día  siguiente, el presidente iraquí Saddam Hussein insinuó una acción militar. Los tanques atravesaron la frontera a las 2.00 del 2 de agosto, y el ejército iraquí llegó a Ciudad de Kuwait antes del alba. Al mediodía, ya estaban en la frontera con Arabia Saudí. El emir kuwaití y su gabinete huyeron a Arabia Saudí.

El 8 de agosto Iraq se anexionó el emirato. Los países occidentales, liderados por EE UU, forzaron un embargo comercial contra Iraq en la ONU, y en los meses siguientes más de medio millón de soldados extranjeros se concentraron en Arabia Saudí. El 15 de enero, tras expirar el ultimátum concedido a Iraq para abandonar Kuwait, la aviación aliada dio comienzo a una serie de bombardeos conocida como Tormenta del Desierto que duró cinco semanas. El ejército iraquí se hundió enseguida, y el 26 de febrero de 1991 las tropas aliadas entraban en Ciudad de Kuwait aclamadas por una multitud alborozada bajo las nubes de humo negro procedentes de los pozos de petróleo que el ejército iraquí había incendiado en su retirada. Ignorando la orden de retirarse sin armas y a pie, un convoy de tanques, automóviles y camiones armados iraquíes que intentaba cruzar las Mutla se convirtió en objetivo de un feroz ataque aliado conocido como el ‘tiro al pavo’.

Futuro incierto

A finales de los años setenta, la Bolsa de Kuwait (la primera del Golfo) era de las 10 primeras del mundo y, sin saberlo, el país fue el primero del Golfo en usar la arquitectura como símbolo de riqueza. La invasión de Iraq amenazó el patrimonio artístico kuwaití y los cimientos de su riqueza; solo la muerte de Saddam Hussein (ahorcado el 30 de diciembre del 2006) permitió a los kuwaitíes descansar por fin.

La reconstrucción del país ha sido un éxito extraordinario, como lo ha sido el coste financiero. El resultado, incluso tres décadas después, es un país cuyos museos cuentan la historia del dolor nacional, cuyos tesoros artísticos siguen sin poder exponerse y donde los flamantes rascacielos proyectan su larga sombra sobre descampados vacíos y edificios decrépitos del centro de la ciudad.

La situación se ha estabilizado un poco tras la Primavera Árabe del 2011, cuando el primer ministro fue obligado a dimitir, y en el 2014 una amplia coalición exigió democracia parlamentaria plena. La familia gobernante, los Al Sabah, mantuvieron su propio consejo, pero si las reformas tienen éxito, su poder absoluto será historia.

Por otro lado, existe un miedo por el aumento de la violencia sectaria: en el 2015, un terrorista suicida asesinó a 27 personas e hirió a centenares en una mezquita chiíta. El Estado Islámico reivindicó el atentado. 

Tratándose de un país que posee el 6% de las reservas mundiales de crudo, el petróleo y sus derivados dominan la economía de forma natural y, con más de 100 años de reservas aseguradas, la necesidad de diversificar no es tan urgente como en algunos países vecinos. El Gobierno deposita el 10% de los beneficios petrolíferos en el Fund for Future Generations, un fondo destinado a las generaciones del futuro, para cuando lleguen tiempos peores. La administraciónde este fondo determinará el futuro de Kuwait.

 

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