Historia de Malasia

Los actuales Malasia, Singapur y Brunéi existen desde 1963, 1965 y 1984, respectivamente. La historia de la región, por supuesto, es mucho más antigua, aunque no se sabe muy bien cuánto más, dada la falta de evidencias arqueológicas y registros escritos. Sin embargo, los acontecimientos derivados del surgimiento del sultanato de Malaca en el s. XVI quedaron bien documentados en la región y por los países que llegaban a comerciar y más tarde a colonizar la península y Borneo.

Los ‘negritos’ y los primeros inmigrantes

Descubierto en 1991, el esqueleto completo del “Hombre de Perak”, de 11000 años de antigüedad, presenta similitudes genéticas con los llamados ‘negritos’, antepasados étnicos de los semang, pertenecientes a los orang asli, que aún viven en los bosques tropicales montañosos del norte de Malasia. A estos pueblos se les unieron los primeros inmigrantes de Malasia, los senoi, procedentes del sur de Tailandia, y después los protomalayos, ancestros de los malayos actuales, llegados por mar desde Indonesia entre el 1500 y el 500 a.C.

La Malasia del s.II era conocida incluso en Europa. Ptolomeo, el geógrafo griego, la identificó como Aurea Chersonesus (Península Dorada); los comerciantes indios que llegaban en busca de metales preciosos, estaño y maderas aromáticas la llamaban Savarnadvipa (Tierra de Oro).

Inicios del comercio y los imperios

El hinduismo y el budismo, primeras religiones formales de la península, llegaron con los comerciantes indios en el s.II, que crearon en ella el primer reino hindú: Langkasuka (Tierra Resplandeciente, en sánscrito).

Entre los ss. VII y XIII la zona cayó bajo el dominio del Imperio de Srivijaya, con sede en el sur de Sumatra. Este imperio budista, que controlaba el conjunto del estrecho de Malaca, Java y el sur de Borneo, se enriqueció mediante el comercio con la India y China. Bajo la protección de los srivijaya, creció un importante estado comercial malayo en la zona del valle de Bujang, en la parte más noroeste de la península de Malaca. El creciente poder del reino sureño tailandés de Ligor y el Imperio hinduista de Majapahit de Java llevaron a la desaparición de los srivijaya en el s. XIV.

Imperio de Malaca

La historia del Estado malayo comienza formalmente a finales del s. XIV: hacia 1401, Parameswara, un príncipe-pirata hinduista renegado de un pequeño reino del sur de Sumatra, llegó hasta la orilla del pequeño pueblo pesquero que se convertiría en Malaca. Como marinero, Parameswara sabía reconocer un buen puerto, y presionó al emperador Ming de China para que lo protegiera de los tailandeses a cambio de generosos contratos comerciales. Así llegarían los primeros chinos a Malasia.

Equidistante entre la India y China, Malaca era una escala crucial para los cargueros con pimienta y telas procedentes de la India, y para los juncos chinos llenos de porcelana y sedas que intercambiaban por metales y especias. El boom del comercio surgió cuando los barcos regionales y los perahu (pequeñas embarcaciones de estilo malayo) comenzaron a aprovechar las oportunidades de la zona. Los sultanes de Malaca pronto gobernarían el mayor imperio de la historia de Malasia.

Época portuguesa

En el s. XV, el apetito de Europa por las especias, que llegaban por una ruta algo complicada, a través de la India y Arabia, era insaciable. Los portugueses decidieron matar al intermediario y acudir a la fuente: Malaca. Al llegar a la costa de la península de Malaca en 1509, los lusos recibieron una cálida bienvenida del sultán local, pero las relaciones se agriaron pronto. Los invasores sitiaron Malaca en 1511, tomaron la ciudad y expulsaron al sultán y a su ejército a Johor.

Los portugueses blindaron Malaca con la robusta Porta de Santiago (Fortaleza A’Famosa). Su dominio duró 130 años, marcados por escaramuzas con los sultanes locales. En comparación con los comerciantes musulmanes indios, los portugueses contribuyeron poco a la cultura malaya; los intentos de introducir el cristianismo y el portugués no tuvieron éxito, aunque en Malaca todavía se habla el cristang, una especie de dialecto del portugués.

Período neerlandés

En su lucha con los portugueses por el control del comercio de las especias, los neerlandeses formalizaron una alianza con los sultanes de Johor para expulsarlos de Malaca. Así, una fuerza conjunta sitió Malaca en 1641 y se hizo con la ciudad. A cambio de su cooperación, Johor quedó exento de los aranceles y restricciones al comercio impuestos a otros estados sometidos. Pese a mantener el control de Malaca durante unos 150 años, los neerlandeses nunca se percataron de todo su potencial. Los elevados aranceles obligaban a los mercaderes a buscar otros puertos y los neerlandeses centraron su atención en Batavia (hoy Yakarta) como cuartel general regional.

Compañía de las Indias Orientales

El interés británico por la región nació de la necesidad de contar con una base a mitad de camino para los barcos de la Compañía de las Indias Orientales (CIO) en su ruta entre la India y China. La primera se estableció en la isla de Penang en 1786.

Entretanto, diversos acontecimientos en Europa hicieron aumentar el interés de los británicos por la península de Malaca. Cuando Napoleón invadió los Países Bajos en 1795, ante el temor de la influencia francesa en la región, los británicos arrebataron a los neerlandeses Java y Malaca. Más tarde, tras la derrota de Napoleón en 1818, devolvieron las colonias a los Países Bajos, pero no sin antes dejar inutilizada la Fortaleza A’Famosa.

El teniente-gobernador británico de Java, Stamford Raffles, no tardó en persuadir a la COI de que un asentamiento al sur de la península de Malaca sería crucial para la ruta marítima India-China. En 1819 aterrizó en Singapur y negoció un tratado comercial con Johor por el que se cedía la isla a Gran Bretaña a perpetuidad, a cambio de un considerable tributo económico.

En 1824, Gran Bretaña y los Países Bajos firmaron el Tratado Anglo-Neerlandés, que dejaba la región dividida en dos esferas de influencia. Los neerlandeses controlaban lo que ahora es Indonesia y los británicos, Penang, Malaca, Dinding y Singapur, que pronto se unirían bajo la denominación “Colonias del Estrecho”.

Trayectoria de Borneo

Gran Bretaña no incluyó a Borneo en el Tratado Anglo-Neerlandés; prefería que la CIO se centrara en consolidar el poder en la península, más que en ampliar su influencia. Entonces apareció el aventurero británico James Brooke. En 1841, tras ayudar al virrey local a sofocar una rebelión, Brooke fue nombrado rajá de Sarawak, con el pueblo pesquero de Kuching como capital.

Gracias a la gran fuerza naval con que contaba y a su considerable habilidad negociadora, Brooke le arrebató más territorio al sultán de Brunéi y llevó la paz a una zona donde la piratería, la caza de cabezas y la rivalidad tribal eran la norma. La dinastía de los “rajás blancos”, que nació con Brooke, dominaría Sarawak hasta la invasión japonesa, en 1941.

Entretanto, el imperio de Brunéi, que había ejercido el poder en todas las islas de Borneo y gran parte de la actual Filipinas, seguía en retroceso. En 1865, el cónsul estadounidense de Brunéi persuadió al sultán de que le cediese la actual Sabah a cambio de un pago anual. Los derechos terminaron en manos del inglés Alfred Dent. En 1881, con el apoyo del Gobierno británico, Dent formó la Compañía Británica del Norte de Borneo para administrar el nuevo asentamiento. A fin de evitar una trifulca por los restos de Brunéi, en 1888 el Gobierno británico accedió a la solicitud del sultán de declarar el territorio protectorado británico.

Malasia británica

En la Malasia peninsular, la política de Gran Bretaña de “comercio, no territorio” quedó en entredicho cuando el comercio se vio interrumpido por las guerras civiles que asolaron los sultanatos malayos de Negeri Sembilan, Selangor, Pahang y Perak. En 1874, los británicos impusieron su control sobre la zona con el nombramiento del primer gobernador colonial de Perak. En 1896, Perak, Selangor, Negeri Sembilan y Pahang se unieron bajo la bandera de los Estados Federados Malayos, cada uno regido por un gobernador británico.

Posteriormente, los tailandeses se hicieron con Kelantan, Terengganu, Perlis y Kedah, a cambio de la construcción del ferrocarril tailandés del sur, para gran disgusto de los sultanes locales. Los Estados No Federados Malayos aceptaron a los “consejeros” británicos, aunque el sultán de Terengganu se resistió hasta 1919; en la actualidad, los estados del noreste de la península conforman el corazón del movimiento nacionalista fundamentalista musulmán malayo.

Creación de una nación multicultural

Según la política oficial británica, Malasia pertenecía a los malayos, pero el gobierno colonial cambió la composición étnica del país fomentando una afluencia masiva de inmigrantes chinos e indios, con una visión económica similar a la de los británicos y menos críticos con la administración colonial que los nativos.

Entre los chinos se promovía el trabajo en las minas y entre los indios, la explotación del caucho y la construcción del ferrocarril. Los ceilaneses eran funcionarios y los sijes trabajaban en la policía.

Aunque a los malayos “más educados” se les impulsaba a integrarse en el funcionariado, el recelo de muchos nativos era cada vez mayor por la discriminación que sufrían en su propio país. Un censo de 1931 reveló que había más chinos que malayos, en concreto 1,7 millones frente a 1,6. La economía de Malasia experimentó toda una revolución, pero el impacto de esa política liberal de inmigración aún colea.

En los albores de la II Guerra Mundial, el grueso de los malayos exigían la independencia.

La II Guerra Mundial

Horas antes del bombardeo de Pearl Harbor en diciembre de 1941, los japoneses aterrizaron en la costa norte de la Malasia británica. En pocos meses tomaron la península y Singapur. Los estados de Borneo, casi sin defensa, cayeron incluso más rápido.

El nuevo gobernador de Singapur, el general Yamashita, recluyó a los europeos en la famosa cárcel de Changi y los comunistas y los intelectuales chinos, contrarios a la invasión japonesa de China, fueron el blanco de la brutalidad nipona. Miles fueron ejecutados en una semana. En Borneo, los primeros chinos de la resistencia también sufrieron crueles penalidades.

Los japoneses no consiguieron demasiado en la península de Malasia, pues los británicos habían destruido la mayoría de los equipos de la minería del estaño antes de retirarse y las plantaciones de caucho estaban abandonadas. El Ejército Antijaponés del Pueblo Malayo (MPAJA), integrado por restos de las tropas británicas y chinos procedentes del bisoño Partido Comunista Malayo, inició una guerra de guerrillas desde la selva.

Los japoneses se rindieron a los británicos en Singapur en 1945. Pese a la victoria final de los aliados, la fácil pérdida de la península de Malasia y Singapur fue una humillación para Gran Bretaña, lo cual evidenció que sus días de dominio de la región estaban contados.

Federación Malaya

En 1946, los británicos persuadieron a los sultanes de que aceptaran la Unión Malaya, que aglutinaba a todos los estados malayos peninsulares bajo una autoridad central y ofrecía la ciudadanía a todos los habitantes, independientemente de su raza. En el proceso, los sultanes quedaron reducidos a consejeros a sueldo, se abandonó el sistema de privilegios especiales para la población malaya y la soberanía pasó al rey de Inglaterra.

La población malaya, en general muy condescendiente, estaba menos entusiasmada con la aventura que sus sultanes. Hubo protestas y se creó el primer partido político malayo, la UMNO, lo que condujo a la disolución de la Unión Malaya y, en 1948, a la creación de la Federación Malaya, que devolvió la soberanía a los sultanes y reinstauró los privilegios de los malayos.

La ‘merdeka’ y Malasia

El camino de Malasia hacia la independencia del poder británico lo lideró la UMNO, que formó una alianza estratégica con la Asociación China Malaya (MCA) y el Congreso Indio Malayo (MIC). El nuevo Partido de la Alianza, bajo el liderazgo de Tunku Abdul Rahman, obtuvo un triunfo aplastante en las elecciones de 1955 y, el 31 de agosto de 1957, se declaró la merdeka (independencia). Sarawak, Sabah (después Borneo Septentrional) y Brunéi permanecieron bajo dominio británico.

En 1961, Tunku Abdul Rahman propuso la fusión de Singapur, Malasia, Sabah, Sarawak y Brunéi, y los británicos dieron su autorización al año siguiente. Solo 11 horas después, Brunéi se excluyó del tratado, porque el sultán Sri Muda Omar Ali Saifuddien III (y, según sospechas, la compañía Shell) no quería que los ingresos de sus enormes reservas de petróleo se canalizaran hacia la península.

Cuando nació la Malasia moderna en julio de 1963, de inmediato se enfrentó a una crisis diplomática. Filipinas rompió relaciones porque reclamaba el territorio de Sabah (reclamación aún vigente) y lo mismo hizo Indonesia con Borneo, además de invadir partes de Sabah y Sarawak, aunque finalmente dio marcha atrás en 1966.

La unión entre Singapur y Malasia también estuvo condenada al fracaso desde el principio. Los habitantes de origen chino superaban en número a los malayos, tanto en Malasia como en Singapur, y el nuevo gobernador de la isla-Estado, Lee Kuan Yew, se negó a extender los privilegios constitucionales a los malayos de Singapur. En 1964 estallaron disturbios en la isla y en agosto de 1965, Tunku Abdul Rahman tuvo que expulsar a Singapur de la Federación.

Tensiones étnicas

La población autóctona, que vivía en condiciones de pobreza, estaba cada vez más resentida por el éxito económico de la comunidad china, mientras que entre los chinos crecía el resentimiento por los privilegios políticos de los malayos. El punto álgido llegó cuando el Gobierno, de mayoría malaya, trató de prohibir todos los idiomas, excepto el malayo, y puso en marcha una política nacional de educación que ignoraba la historia, el idioma y la cultura china e india.

En las elecciones generales de 1969, el Partido de la Alianza perdió su mayoría de dos tercios en el Parlamento y la oposición, el Partido de Acción Democrática (DAP) y el Gerakan (Movimiento del Pueblo), convocó una marcha en Kuala Lumpur que desembocó en grandes disturbios, usados como pretexto por bandas malayas para saquear comercios y matar a cientos de chinos.

Ante tal violencia, el Gobierno decidió que para conseguir la armonía entre las distintas etnias, se debía incrementar la participación de los malayos a fin de que alcanzaran la igualdad económica. A tal objetivo, implantó un plan denominado Nueva Política Económica (NEP). El Partido de la Alianza invitó a la oposición a unirse y trabajar desde dentro. Esta coalición ampliada se rebautizó como el Barisan Nasional (BN, Frente Nacional).

La era de Mahathir

En 1981, el antiguo miembro de la UMNO Mahathir Mohamad fue designado primer ministro. La economía de Malasia logró un importante desarrollo, pasando de un sistema basado en el caucho y la agricultura a otro dirigido a la industria. Se privatizaron los monopolios del Gobierno y se fomentaron grandes industrias como la del acero (un fracaso) y el automóvil malasio (exitosa, pero demasiado protegida). Las multinacionales apostaron por el país y las exportaciones de las manufacturas empezaron a dominar los balances comerciales.

Sin embargo, Mahatir fue criticado porque durante su mandato los medios de comunicación actuaban como simples portavoces del Gobierno. Los sultanes perdieron su derecho a dar el consentimiento final a la legislación, y la judicatura, en otros tiempos independiente, parecía estar al servicio de los deseos gubernamentales. El caso de Anwar Ibrahim fue el más notable. Mahathir permitió además la aplicación de la Ley de Seguridad Interna (ISA) para silenciar a la oposición y los activistas sociales; así, durante la Operación Lalang de 1987, 106 personas fueron arrestadas y se cerraron varios periódicos.

Crisis económica y política

En 1997, tras una década de crecimiento casi constante del 10% anual, Malasia se vio afectada por la crisis monetaria regional. Mahathir acusó a los especuladores occidentales sin escrúpulos. Vinculó el ringit malasio al dólar estadounidense, sacó del bache a las empresas, obligó a los bancos a fusionarse e hizo difícil a los inversores extranjeros retirar su dinero de la Bolsa de Malasia. La rápida recuperación del país ayudó a reafirmar el prestigio del líder.

Anwar Ibrahim, viceprimer ministro y aparente sucesor de Mahathir, se mostraba en desacuerdo sobre la gestión de la crisis económica. Las desavenencias en el seno del Gobierno fueron tan graves que en septiembre de 1998 Anwar fue depuesto y, al poco tiempo, acusado de corrupción y sodomía. Muchos ciudadanos, convencidos de que Anwar había sido arrestado injustamente, salieron a las calles al grito de un concepto defendido por Anwar: reformasi. Las manifestaciones fueron reprimidas y Anwar fue sentenciado a 15 años de cárcel tras un juicio altamente controvertido. Amnistía Internacional lo declaró preso de conciencia.

En las elecciones generales del año siguiente, el BN sufrió el castigo de los votantes, sobre todo en las zonas rurales malayas. Los ganadores fueron el fundamentalista PAS (Partido Panislámico de Malasia), que había apoyado públicamente a Anwar, y el nuevo Keadilan (Partido de la Justicia del Pueblo), encabezado por la esposa de Anwar, Wan Azizah.

El BN contra las cuerdas

El sucesor del primer ministro Mahathir, Abdullah Badawi, juró el cargo en el 2003 y llevó al BN hacia un triunfo aplastante en las elecciones del año siguiente. En contraste con su enérgico antecesor, Abdullah impresionó de inmediato al país cuando adoptó un enfoque no beligerante y de consenso. Creó una comisión real para investigar la corrupción de la policía y puso fin a varios de los megaproyectos que habían sido el sello distintivo de Mahathir, incluido un nuevo puente que cruzaba el estrecho entre Johor y Singapur.

Anwar fue liberado en el 2004 y regresó a la política nacional en agosto del 2008, cuando ganó las elecciones celebradas para el escaño que dejó vacante su esposa. No obstante, volvieron a acusarle de sodomía en junio de ese año y fue arrestado al mes siguiente.

En las elecciones de marzo del 2008, la UMNO y sus socios de coalición del BN perdieron la mayoría absoluta en el Legislativo. La coalición de la oposición, la Pakatan Rakyat (PR) o Alianza del Pueblo, liderada por Anwar Ibrahim, no solo se hizo con 82 de los 222 escaños, sino que también logró el control de cuatro de los 13 estados de Malasia, incluidos Selangor y Penang. La PR perdería después Perak, tras una compleja ofensiva de varios diputados tránsfugas.

Abdullah Badawi se vio obligado a dimitir en favor del diputado Mohd Najib bin Tun Abdul Razak (Najib Razak), en abril del 2008. Najib era hijo de Abdul Razak, el segundo primer ministro de Malasia tras la independencia, además de sobrino del sucesor de Razak, Hussein Onn. Se había preparado para este papel desde que accedió a la política nacional con 23 años, en 1976.

Mejora de las relaciones internacionales

Desde que Malasia expulsó a Singapur de la Federación en 1965 (con Lee Kuan Yew llorando ante las cámaras), los dos países han actuado como hermanos rivales. Singapur, el más joven y destacado, con pocos recursos naturales más allá de su población trabajadora, ha conseguido abrirse camino desde la oscuridad hasta la admiración del mundo por su industrialización. Al otro lado del gran puente, el hermano mayor, Malasia, ha alcanzado una transformación económica no menos impresionante, aunque basada en unos recursos prodigiosos, sobre todo de petróleo y gas.

Las relaciones entre los dos países llegaron a su punto más delicado en la década de 1990. El que fue primer ministro malasio, el doctor Mahathir, y el ministro mentor de Singapur, Lee Kuan Yew, se lanzaron insultos a un lado y otro del puente. El primero acusaba a los singapurenses de ser gente que “orina en los ascensores” y el segundo le replicaba que la ciudad malasia de Johor Bahru era “famosa por los tiroteos, atracos y robos de automóviles”.

No obstante, las relacionas parece que han mejorado. Las continuas disputas sobre el agua (según un acuerdo de 1962, Malasia suministra a su vecino 1000 millones de litros de agua sin tratar al día) han perdido importancia ante el desarrollo en Singapur de fuentes alternativas de suministro. El acuerdo de intercambio de tierras del 2011 terminó con una antigua querella por la línea de ferrocarril de KTM en Singapur, y atenuó las tensiones entre ambos países.

Las relaciones entre Malasia y Brunéi también se hicieron más cordiales en el 2009, cuando se firmó un acuerdo que puso fin a 20 años de disputa por la frontera terrestre de Limbang y la propiedad de las zonas costeras de explotación de gas y petróleo. La empresa malasia Petronas trabaja ahora con Brunéi en el desarrollo de esas zonas.

Las elecciones del 2013

En los meses previos a las decimoterceras elecciones generales de Malasia (5 de mayo del 2013), los partidos de la oposición, los comentaristas políticos y la opinión pública advirtieron de las irregularidades y la inequidad del sistema electoral malasio, dadas las diferencias en el tamaño de las circunscripciones, la falta de acceso a los medios para hacer campaña y el riesgo de fraude electoral. En Kuala Lumpur miles de ciudadanos se manifestaron exigiendo elecciones justas y libres.

El BN perdió siete diputados en el parlamento nacional, pero aun así fue el que consiguió más escaños y pudo formar gobierno, con Najib Razak nuevamente como primer ministro. La coalición de la oposición, la PR, consiguió el mayor número de votos, pero dado el sistema de mayoría simple vigente en Malasia, quedó fuera del Gobierno. No obstante, consiguió mantenerse en el poder en Selangor, el estado en torno al territorio federal de Kuala Lumpur que había conquistado por primera vez en las elecciones del 2008.

El 8 de mayo, 120 000 personas se reunieron en un estadio para protestar por los resultados electorales. Con todo, no se vislumbraba una ‘primavera malasia’ (iniciativa para difundir el mensaje de esperanza y cambio). Dado el clima de xenofobia creado (Najib había alegado que un ‘tsunami’ de votantes chinos habían sido los responsables de las pérdidas de la coalición), gente de todas las tendencias abogaron por mantener la armonía entre las comunidades y la necesidad de esforzarse para lograr los objetivos del programa 1Malaysia.

Desaparecidos en el cielo

En torno a la medianoche del 8 de marzo del 2014, el vuelo MH370 de Malaysia Airlines despegaba del aeropuerto internacional de Kuala Lumpur, con 239 personas a bordo, rumbo a Pekín. En menos de una hora perdía el contacto con el control aéreo en algún lugar del mar de la China Meridional. Durante los 18 meses siguientes no se supo nada de él, hasta que una sección del ala de la aeronave apareció en una playa de la isla de Reunión. Hasta la fecha de la publicación de esta guía, las investigaciones en el océano Índico no habían aportado nuevas pistas y las circunstancias exactas de la desaparición del MH370 seguían siendo un misterio.

Malasia apenas se había recuperado de la pérdida del MH370, cuando el 17 de julio del 2014, otro avión de Malaysia Airlines acaparó los titulares: el vuelo MH17 había sido víctima del conflicto entre las fuerzas prorrusas y el ejército ucraniano en la región de Donetsk, en el este de Ucrania. Estalló una acalorada polémica sobre quién había disparado el misil que probablemente abatió el avión y que causó 298 víctimas mortales. Ambos contendientes se acusaban mutuamente y negaban toda implicación en el derribo.

Si bien Malasia obtuvo el apoyo internacional por la forma como afrontó la tragedia del MH17, las autoridades fueron criticadas por no haber adoptado una actitud más enérgica durante las primeras horas y días de la desaparición del MH370. Fruto de ello, la confianza en Malaysia Airlines cayó en picado: la compañía fue nacionalizada y su reestructuración comportó la pérdida de 6000 empleos. En 2015, Christoph Mueller, director de la aerolínea, declaró que Malaysia Airlines estaba “técnicamente en quiebra”.

 

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