10 experiencias búlgaras

Bansko, Bulgaria
Maya Karkalicheva_Getty Images

Playas y montañas; monasterios y bosques; arqueología, ciudades, arte religioso...

Bulgaria tiene más de lo que uno imagina. Playas y resorts del Mar Negro, evocadores museos, iglesias y monasterios ortodoxos, animadas ciudades como Sofía, Varna, Burgas o Plovdiv o desconocidas montañas con magníficas pistas de esquí y una extensa red de caminos y cabañas para senderistas…

Playas búlgaras del mar Negro

En Bulgaria hay playas, y además se pueden equiparar a algunas de las mejores del Mediterráneo. La costa búlgara del mar Negro en verano es el sitio perfecto para amantes incondicionales del sol y fiesteros, y también para aquellos que gustan de algo más tranquilo y relajante. Lejos de los grandes complejos vacacionales hay preciosas localidades costeras con calas de arena, mientras que las ciudades de Varna y Burgas ofrecen largas playas urbanas menos concurridas. Si se busca soledad, nada como las remotas playas del extremo norte o sur. Lejos de las sombrillas y las motos de agua, el viajero encontrará pequeños pueblos costeros tradicionales ideales para jóvenes familias, antiguos enclaves de calles empedradas, pintorescas casas de madera y una historia fascinante. Un ejemplo son Sopozol, con sus calles empedradas, o las ruinas de las iglesias medievales de Nesebâr. 

Monasterio de Rila

Es la joya espiritual más grande y famosa de Bulgaria, un antiguo centro del saber que alimentaba las almas nacionales durante la ocupación otomana. El monasterio de Rila se encuentra en un tranquilo valle cubierto de bosques al sur de Sofía y fue declarado Patrimonio Mundial de la Unesco en 1983. Nació en el s. X como refugio de un ermitaño y creció y fue reconstruido varias veces con los años. Sus elaborados arcos y preciosos frescos e iconos crean una atmósfera suntuosa y sublime. Su arquitectura actual se considera una obra maestra del Renacimiento búlgaro del s. XIX. 

Veliko Târnovo

Plato fuerte indiscutible del corazón de Bulgaria, la majestuosa antigua ciudad de los zares y capital búlgara en la Edad Media ofrece una interesante mezcla de antigüedad, fantásticos comercios y vida nocturna. Esta ciudad universitaria, a orillas del río Yantra, es un destino popular de viajeros nacionales y extranjeros, que disfrutan con el curioso espectáculo de luz y sonido que cada noche se proyecta en la impresionante fortaleza de Tsarevets, una sólida ciudadela medieval. Es una excelente base desde donde realizar excursiones por la zona. El centro de Bulgaria fue crucial durante el renacimiento del país en los siglos XVIII y XIX, y no hay mejor lugar para ver las mansiones profusamente decoradas y ornamentadas, muchas de ellas convertidas en museos o B&B. También es una zona en la que abundan las iglesias ortodoxas, muchas de tiempos bizantinos, que figuran entre las más representativas desde el punto de vista cultural y estético. Iconostasios maravillosamente tallados y frescos son algunos de los tesoros que han sobrevivido a siglos de luchas. 

Cata de vinos búlgaros

La tradición vinícola búlgara se remonta a la antigua época tracia, y son muchos los que han disfrutado del excelente vino de la zona, desde escritores romanos y cruzados franceses hasta el ex primer ministro británico Winston Churchill, que solía encargar barricas del tinto nacional de Melnik, un pueblecito del suroeste del país ideal para catar vinos. Excelentes regiones vinícolas se extienden desde el Danubio hasta el mar Negro y la llanura tracia, y numerosas bodegas ofrecen catas que suelen acompañarse con carnes, quesos y fantásticas vistas rurales. 

Sofía, museos y jardines

La capital búlgara es el corazón cultural del país y sede de muchos museos y galerías que abarcan desde colecciones de la vieja escuela hasta espacios con exposiciones modernas. Hay para todos: arqueología, arte religioso, historia natural o realismo socialista, la variedad es amplia. La visita al Museo Nacional de Historia ocupa medio día y ofrece un vistazo al pasado del país. Se podrían pasar varios días explorando los distintos museos del centro de la ciudad. En la Galería de Arte Nacional se puede estudiar minuciosamente un siglo de pintura búlgara o visitar un batallón de Lenin de piedra en el Museo de Arte Socialista. Para huir del ajetreo urbano se puede acudir a alguno de los muchos parques de la ciudad. El amplio y agradable Borisova Gradina, con sus caminos sombreados y pequeños cafés, es el lugar perfecto para un paseo por la tarde y es estupendo para los niños por sus espacios abiertos y zonas de juego. 

Iglesia monumento de Alejandro Nevski, Sofía

Esta hermosa iglesia ortodoxa, que se alza majestuosa sobre los tejados de la capital búlgara, está dedicada a la memoria de los 200 000 soldados rusos fallecidos en la guerra ruso-turca de 1877-1878; su construcción se prolongó durante 30 años y se finalizó en 1912. Sus cúpulas doradas se ven desde lo lejos y el interior, iluminado con velas, está decorado con mármol italiano, alabastro y deteriorados murales. Se celebra misa a diario con el acompañamiento de un coro. 

Esquí en los montes Pirin

Las estaciones de esquí más famosas de Bulgaria están en lo alto de los montes Pirin, al sur del país: Bansko y Borovets. Bansko es famosa por las largas y empinadas pistas (la más alta a 2500 m) y su amplia estación de esquí, en la que se pueden correr aventuras fuera de pista. Es también una meta de ocio internacional, con elegantes restaurantes, spas, concurridos bares y discotecas y una vida nocturna más que interesante. Las pistas de la tradicional Borovets, pasado el monte Musala, al norte, también llegan a la cota de 2500 m y si bien son menos duras, abundan los fuera pistas para los amantes de las emociones. Lugares más pequeños como Chepelare son más indicados para familias y cuentan con pistas de esquí de fondo. 

Tumbas tracias

Los búlgaros se sienten muy orgullosos de su patrimonio tracio y de las antiguas tribus de las que proceden tanto el líder de los esclavos Espartaco como el semidiós que tocaba la lira, Orfeo. Hoy día el recordatorio más evidente de su cultura son las elaboradas tumbas desenterradas del sur y el centro del país. Destaca la tumba en colmena de Kazanlâk, erigida para un rey del s. IV a.C. y decorada con unos murales de excelente conservación en que pueden verse carreras de carros y banquetes. Está declarada Patrimonio Mundial de la Unesco. 

Plovdiv

La alternativa a Sofía es Plovdiv, una elegante ciudad estudiantil que resulta muy agradable para recorrer a pie. Aquí se encuentran, por ejemplo, las mejores galerías de arte de los Balcanes, en las que se puede conocer a los mejores pintores búlgaros contemporáneos. Como buena ciudad universitaria que se precie, Plodiv está llena de restaurantes, bares alternativos (sobre todo en el barrio de moda de Kapana), elegantes discotecas y todo tipo de locales donde asistir a espectáculos. En el evocador casco viejo se conservan casas de la época del Renacimiento nacional, bellas calles adoquinadas, museos y galerías, así como un magnífico anfiteatro romano. Plovdiv también es una excelente base para visitar las montañas Ródope, famosas por el excursionismo y la espeleología. 

Montañas y bosques

Siete cordilleras convierten a Bulgaria en un verdadero paraíso para excursionistas, montañeros y amantes de la naturaleza. Una extensa red de caminos trazados y cabañas facilitan a los senderistas el disfrute de los ricos y variados paisajes del país. Bosques alpinos vírgenes, lagos, cascadas y arroyos esperan ser explorados; todavía merodean osos, linces y lobos y también se pueden realizar esquí, paseos con raquetas de nieve, espeleología y kayak. El país tiene unos 37 000 km de senderos marcados y con cabañas para alojarse. Entre las zonas más interesantes destacan los montes Pirin que ofrecen algunas de las mejores rutas a pie de Bulgaria. Es un paisaje alpino de valles glaciares y lagos y el clima se beneficia de una moderada influencia mediterránea.

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