15 cosas que te enamorarán de Noruega

Reine, Islas Lofoten, Noruega
Rafael Pajares González

Por qué hay que viajar allí por lo menos una vez en la vida

¿Por qué será que Noruega aparece siempre en las listas de destinos imprescindibles para viajar alguna vez en la vida? Tal vez sea por sus preciosos fiordos, tal vez por la belleza de sus glaciares y sus montañas, la facilidad para disfrutar de la naturaleza y los deportes al aire libre o la sofisticación escandinava y el diseño. Es casi imposible no enamorarse de Noruega… 

1. Recorrer los fiordos más bellos del mundo: Geirangerfjord

La travesía de 20 km por el Geirangerfjord, Patrimonio Mundial de la Unesco, debe figurar entre los viajes en ferri más bonitos del mundo. En los precipicios del fiordo pueden verse aún granjas abandonadas hace tiempo, junto a las gélidas cascadas que vierten en las aguas verde esmeralda. Se puede zarpar desde el pequeño y bullicioso puerto de Geiranger o desde Hellesylt, una localidad mucho más tranquila. Imprescindible preparar la cámara o el móvil, conseguir un asiento con vistas y disfrutar del viaje en barco, la única forma de llegar a sus recónditos confines.

2. La soledad ártica y el aire puro de las Islas Lofoten

No suele olvidarse la primera vez que se avistan las islas Lofoten. Las empinadas crestas de esta asombrosa cadena insular emergen abruptamente desde el mar y hacen gala de los tonos verdes y amarillos del verano o los descarnados azules y blancos del invierno, mientras sus afilados picos apuntan a un despejado cielo azul cobalto o se ocultan entre volutas de niebla. Las costas están salpicadas de pueblecitos de postal con rorbuer (cabañas de pescadores) de madera, mientras que las rejillas en forma de “A” para secar el pescado dan testimonio del fuerte vínculo que mantienen con el mar. 

3. La belleza inexplicable de las auroras boreales

 © Andrés Nieto Porras - www.flickr.com/photos/anieto2k/10081433066 

No hay un fenómeno natural más evocador que la aurora boreal. Se puede ver durante las largas noches del invierno ártico (entre octubre y marzo), moviéndose por el cielo en cortinas de luz verde o blanca, cambiando de intensidad y adoptando formas extrañas que uno solo puede concebir en un sueño. Aunque no puede garantizarse su aparición en un momento concreto, si el viajero tiene la suerte de presenciarla, la experiencia perdurará en su memoria para siempre. 

4. Los senderos del Jotunheimen

El centro de Noruega figura entre los destinos de verano más importantes de Europa. Entre los numerosos parques nacionales con senderos bien conservados destaca el Parque Nacional de Jotunheimen, la “Casa de los gigantes”. Con 60 glaciares y 275 cumbres de más de 2000 m, Jotunheimen es increíblemente bello y posee míticas rutas, como las de Bessaeggen, Hurrungane y las de las estribaciones del Galdhøpiggen, el pico más alto de Noruega. Su proximidad a los fiordos hace todavía más atractivos estos senderos. 

5. El ferri costero de Hurtigruten

Mucho más que un simple medio de desplazamiento, el viaje en el simbólico ferri de Hurtigruten es una de las travesías costeras más espectaculares del mundo.

Recorre a diario el trayecto entre Bergen y Kirkenes y se adentra en fiordos, atraca en pueblos solitarios apenas accesibles por carretera, roza espectaculares cabos y cruza el Círculo Polar ártico. Una experiencia fácil e inolvidable para disfrutar del litoral más espectacular del país en su totalidad. 

6. Las casas de madera de Bergen

La situación de Bergen, en un pintoresco paisaje costero de fiordos y montañas, la convierte en una de las ciudades más bellas de Europa. El resultado de su larga tradición en el comercio marítimo es Bryggen, su impresionante barrio ribereño formado por un laberinto de edificios de madera y declarado Patrimonio Mundial de la Unesco. Estas pintorescas construcciones se han convertido en boutiques de artesanía y restaurantes que dan cada vez más fama a la ciudad. 

7. El ferrocarril Oslo-Bergen

Considerado uno de los viajes en tren más bellos del mundo, la línea ferroviaria Oslo-Bergen permite disfrutar de algunos de los mejores paisajes de Noruega. Después de atravesar los bosques del sur del país, asciende hacia la meseta de Hardangervidda para descender por los campos que rodean Voss hasta llegar a Bergen. Pasa muy cerca de los fiordos y en Myrdal conecta con el empinado ramal que lleva hasta el territorio de fiordos que se extiende desde Flåm. 

8. El increíble mirador del Púlpito

 © Kika Super

En lo que a miradores se refiere, Preikestolen (el Púlpito) no se puede comparar con ningún otro del mundo. Está en lo alto de un risco que se alza casi vertical, 600 metros sobre las aguas del bellísimo Lysefjord, y constituye una de las imágenes más características y atractivas de Noruega. Es el típico sitio en el que uno apenas se atreve a mirar a los viajeros que se asoman al precipicio más de lo conveniente, aunque es casi imposible resistirse a la tentación de llegar hasta el borde. La excursión de un día desde Stavanger dura 2 horas. 

9. La salvaje belleza polar de las Svalbard

El archipiélago subpolar de Svalbard, remoto pero sorprendentemente accesible, es la parte más sugerente del Polo Norte y una de las últimas extensiones vírgenes de Europa. Picos bien moldeados, enormes campos de hielo (el 60% de Svalbard está cubierto de glaciares) y fiordos que cortan la respiración constituyen el marco de una rica variedad de flora y fauna árticas (que incluye aproximadamente una sexta parte de los osos polares del mundo), y de actividades de verano y de invierno. 

10. La solitaria ruta costera de Kystriksveien

La poco frecuentada ruta costera que atraviesa Nordland es una experiencia de una belleza poco común. Si no tenemos tiempo para recorrer sus 650 km, podemos al menos recorrer un tramo si uno va hacia el norte (a poder ser, de Sandnessjøen a Storvik). Las frecuentes paradas del ferri ofrecen la posibilidad de descansar y nos sorprenden con la visión de asombrosas marinas. Hay sugerentes desvíos como los que nos llevan a sus glaciares y a islas como Vega, famosa por sus patos eíderes o Lovound, hogar de 200 000 frailecillos.

11.  La universitaria ciudad polar de Tromsø

Nada menos que 400 km al norte del Círculo Ártico, Tromsø es la ciudad noruega situada más al norte y alberga la catedral, la fábrica de cerveza y el jardín botánico más septentrionales del mundo. Sus animados clubes y pubs deben mucho a la universidad (también la más septentrional) y a sus estudiantes. En verano se convierte en núcleo de actividad durante las 24 horas del día, ya que no anochece. Al caer las primeras nieves, los vecinos se ponen sus esquís o sus raquetas, salen de la ciudad y miran al cielo para presenciar la aurora boreal.

12. La fascinante flora y fauna noruegas

Noruega es el último refugio de algunas de las especies más fascinantes de Europa. En los espacios naturales no es difícil toparse con osos polares (en Svalbard), zorros árticos, linces boreales, glotones, renos y otros animales, pero es en los safaris especializados por el interior del país donde se podrá observar al ultramundano buey almizclero y al adorable alce. En el litoral abundan las aves interesantes y las salidas para avistar ballenas son una actividad típica de la costa de Nordland, especialmente en las islas Lofoten y Vesterålen.

13. ‘Art nouveau’ en Ålesund

 © Bosc d'Anjou - www.flickr.com/photos/boscdanjou/7001007958 

Limpia y acogedora, Ålesund debe gran parte de su encanto a un fuego devastador que arrasó sus cimientos de madera hace un siglo, destruyéndolo todo excepto la prisión y una iglesia. De sus cenizas nació una ciudad nueva, básicamente de piedra y casi toda diseñada por jóvenes arquitectos noruegos formados en Alemania. Fuertemente influenciados por el movimiento Jugendstil (art nouveau) de la época, proyectaron edificios ricos en ornamentación, con torres, agujas, gárgolas y otros elementos basados en motivos autóctonos. 

14. Las iglesias de madera

El sur y el centro de Noruega están salpicados de iglesias medievales de madera. Todas ellas, desde las monumentales a las más humildes, evocan recuerdos de la infancia por su parecido con las iglesias de los cuentos; de hecho, muchas de ellas están rodeadas de leyendas de troles y acogen tallas de criaturas fantásticas. El mejor ejemplo es la iglesia de madera de Heddal. 

15. El inconfundible estilo de Oslo

En su búsqueda por renovar su identidad, Oslo pretende convertirse en un centro artístico y cultural mundialmente célebre. En la ciudad ya abundan los museos de primera categoría, las galerías de arte y una ópera de un blanco glaciar que sería la envidia de la de Sídney. Además, en los últimos años, el barrio marítimo ha vivido un asombroso renacimiento mediante una osada arquitectura, sobresalientes galerías de arte moderno, nuevos restaurantes e incluso una playa.

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