15 rincones secretos en Budapest

Baños Széchenyi Budapest, Hungría
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Pistas para descubrir la cara menos convencional de la ciudad

Budapest tiene dos caras: una formal, centroeuropea, clásica y elegante, y otra menos convencional, llena de gente joven, propuestas culturales de vanguardia, restaurantes a la última y lugares que el turista no espera. Desde un hospital secreto de la guerra fría que vende como recuerdo máscaras de gas (¡auténticas!) hasta los famosos “bares de ruina”, instalados en edificios a punto de la demolición y llenos hasta los topes hasta altas horas de la madrugada. Desde clubs de jazz que aprovechan viejos cines modernistas o clubs de artistas que sirven como hostels, hasta cuevas en las que podremos “arrastrarnos” bajo las colinas de Buda. Estas son algunas de las claves para descubrir la cara más alternativa de Budapest.

1. Clase de cocina húngara en el mercado Central

El mercado central (Nagycsarnok) es una de las visitas imprescindibles: para comprar paprika, salami húngaro, foie, recuerdos típicos o solamente para dar una vuelta y ver el ambiente y el magnífico edificio de hierro forjado y cristal. En la última planta tiene un recomendable restaurante, el Bridge-Tours, en el que se puede participar en una clase de cocina húngara: podremos hacernos nuestro propio gulash, preparar unas crepes de requesón, o un struddel de amapola (en Hungría se llama retés).

2. Una tarde a remojo

Un plan para pasar una tarde completa puede ser conocer alguno de los famosos baños de Budapest. El más famoso es el Gellert pero mucho más auténticos son los Baños Széchenyi, los mayores de Europa. Están al final de la Avenida Andrasy, junto a la Plaza de los Héroes, en una de las áreas verdes de Budapest, que acoge también al decadente (aunque en plena renovación) zoológico, el Jardín Botánico y el Parque de Atracciones. El edificio actual fue inaugurado en 1913 y tiene un estilo neogótico. Son un total de 15 piscinas, tres de ellas enormes y al aire libre, y otras 12 interiores con distintas temperaturas, incluso una a tres o cuatro grados como contraste. Además hay saunas y hamman. Una experiencia única es visitarlo un día que haya nevado o esté nevando. El contraste entre la nieve exterior y el vapor que producen sus aguas a 37% es muy estimulante. Los budapestinos pasan aquí el tiempo jugando al ajedrez, hablando, ligando o poniéndose en forma.

3. Comer en la calle

Hay un montón de especialidades húngaras que se pueden probar en la calle, en los mercadillos que se encuentran en varios lugares o en Mercado Central. Por ejemplo, para probar un auténtico lángos (una especie de pizza hecha con pasta de patata y diversos ingredientes) hay que visitar los mercados de la plaza Lehel y de la calle Fény o el Mercado Central del Vámházkörút, aunque la Kolbászda de la calle Gyorskocsi también es una elección perfecta para los aventureros de los sabores.

4. Brody House, un hotel para artistas

Un club de artistas en el sur de Pest, de estilo retro chic. Fue la residencia del primer ministro cuando el Parlamento se reunía al lado, en el número 8 (se puede ver en los billetes de 10 000 florines). Es también un hotel realmente encantador, con un estilo informal pero cuidado hasta el más mínimo detalle. Está en el barrio judío, y forma parte de una serie de hostels-clubs europeos que se reivindican como punto de encuentro de artistas para fomentar la creatividad. Los muebles son todos reciclados y se mezclan con obras de arte de pintores, escultores o diseñadores locales. Las zonas comunes son luminosas, enormes y muy espaciosas. El precio de las habitaciones parte de 85 €. Más que recomendable…

5. Un hospital secreto bajo la montaña de Buda

Una de las visitas más curiosas que se puede hacer en Budapest es el museo del Hospital in the Rock. Excavado bajo la colina de Buda aprovechando cuevas que ya existían, es una larguísima galería con diversas habitaciones que sirvió de hospital en la II Guerra Mundial y durante la revolución del 56. Después cerró “oficialmente”, pero continuó funcionando durante la guerra fría sin que la población lo supiera y permaneció preparado para atender a la población en caso de ataque nuclear. Hoy se muestra tal y como era con la ayuda de 100 figuras de cera que representan a médicos, soldados, heridos y enfermeras junto al equipo médico original. El circuito incluye una visita a un refugio nuclear de la Guerra Fría. Vende como recuerdos las mascarillas de gas o los paquetes de primeros auxilios que los húngaros almacenaron (a millares) para un caso de guerra nuclear. Curioso, interesante y realmente original.

6. Comer a base de strudells

Los famosos strudells austriacos o alemanes aquí se conocen como rétes, pero los húngaros dicen que los suyos son mucho mejores y más finos. Se preparan con manzana pero también con ingredientes como requesón, amapola, guindas, pollo, jamón, col, etc. En el Reteshaz Strudel House preparan los mejores y se puede ver cómo los hacen, moldeando la masa con el rodillo hasta que forma una sábana enorme y muy flexible.

7. Menza, en el corazón de la marcha nocturna

Lleva ya algunos años siendo uno de los restaurantes de moda. Este elegante local está en la plaza más animada de  Budapest, en Liszt Ferenc tér. Menza significa en húngaro “comedor escolar”, pero nada que ver con este establecimiento siempre a rebosar de clientes atraídos por sus clásicos platos húngaros, sencillo y bien preparados. Entre semana hay un menú de dos platos, a mediodía, por solo 900 florines (unos 5 €).

8. Los bares de ruina

La noche húngara es mucho más marchosa de lo que se imagina. Tal vez lo más sorprendente y nuevo en la ciudad (aunque llevan ya algunos años abiertos), son los llamados “bares-ruina” o “ruin-bar” situados, como su nombre indica, en locales ruinosos con una decoración ecléctica y cutre pero con mucho ambiente y con copas a 2 o 3 €; la mayoría están en el barrio de Erzsébetváros y en el Barrio judío. En ocasiones ocupan edificios completos con muchos ambientes a cual más chocante. Hay información sobre la mayoría de ellos aquí. Buenos ejemplos con SzimplaKert, uno de los mejores (elegido por Lonely Planet como el tercer mejor bar de Europa) CorvinTető, Instant, Durerkert, Filter Club o Tündérgyár. Si se quiere ser auténtico, hay que pedir un pálinka, el aguardiente húngaro, o un chupito de Unicum, un licor amargo elaborado con 40 hierbas de distintas zonas del país. El bar escogido por Lonely Planet como el mejor de Europa también está en Hungría: es el A38 Hajö, un buque de transporte ucraniano de 1968 decomisado, que se ha reinventado como local de música en directo. Está en Buda, junto al puente de Petön.

9. Una cena en el Spíler Bistropub

Uno de los últimos restaurantes de moda en una serie de patios conectados en los que se concentran muchos restaurantes y cafés de vanguardia (Gozsdu udvar). En un decorado muy bien ambientado, ofrece un menú informal que combina platos húngaros con versiones propias de pizzas, pastas y hamburguesas. Gente guapa y ambiente joven y divertido para comenzar la noche.  Abrió hace apenas unas semanas y ya es uno de los puntos de moda de los budapestinos.

10. Espeleología en la ciudad

En el subsuelo de las colinas de Buda hay unas 160 cuevas con galerías de hasta 20 kilómetros. Algunas de ellas, como las de Pál-völgy –la cueva más grande del mundo–, Szemló´-hegyJózsef-hegy y Mátyás-hegy pueden visitarse. Se puede ir en autobús desde el centro de la ciudad. Pál-völgy es la segunda cueva más grande de Hungría, con 19 km de longitud. Es famosa por sus estalactitas y también por sus murciélagos. Hay una ruta de unos 500 metros que puede hacer todo el mundo, pero también puede hacerse una aventurera excursión de 3 horas desde la cercana cueva de Mátyáshegy, solo apta para quienes no tengan claustrofobia.

11. Cata de spritzel en el Egykettó borbár

El vino blanco con sifón es una de las cosas que más gusta a los húngaros. Un sitio de moda para probarlo es este restaurante de cocina vanguardista que acompaña las cenas con una cata de cinco blancos y su correspondiente agua con gas. Tiene un ambiente supermoderno, muy sofisticado y a la última.

12. Escapada de cine y viñedos

Si se tiene tiempo para hacer una escapada, no hay que perderse los estudios de cine Korda. Están en Etyek, a unos 45 minutos del centro de Budapest. Allí se ruedan muchas películas europeas y americanas, tanto en los estudios exteriores como interiores. Su museo del cine es muy didáctico y entretenido y la escapada resultará perfecta si se acompaña con la visita a alguna de las muchas bodegas de este valle conocido como el Valle de las Mujeres Felices. Se puede comer o simplemente asistir a una cata de pálinka (el aguardiente típico) o de vinos. Hay montones de bodegas, una detrás de la otra, por lo que lo mejor es caminar un poco e ir mirando.

13. Alexandra Book Café

La ciudad está llena de cafés interesantes, muchos de ellos históricos, pero nos decantamos por el Alexandra Book Café, una librería magnífica en la avenida Andrassy (uno de los paseos más bellos del mundo, declarado Patrimonio de la Humanidad). En la parte superior hay un café lleno de dorados, marquetería y frescos restaurados, en el que a veces se dan conciertos. Un lugar perfecto para hacer una pausa cuando se recorre esta avenida en la que se sitúan alguno de los edificios más clásicos de la ciudad: el Palacio de la Ópera Nacional Húngara, construido al estilo renacentista italiano y con un espectacular interior, el Teatro de la Opereta, la Academia de Música Ferenc Liszt, con un precioso interior de estilo secesión, el Museo Ferenc Liszt , instalado en la casa en que vivió el más ilustre de los músicos húngaros o la llamada Casa del Terror, sede de la temida policía secreta, que sirve de recuerdo de los trágicos momentos, las torturas y los crueles interrogatorios vividos en la ciudad entre 1936 y 1956. La sección más escalofriante es el sótano donde se han recreado distintos tipos de celdas.

14. Noches de jazz

Hay muchos locales de jazz pero nosotros recomendamos el último en abrir sus puertas, hace pocos meses: el Budapest Jazz Club (Hollán ernó utza), instalado en un antiguo cine modernista que cerró sus puertas y ahora es un videoclub-bar-sala de conciertos. Resulta íntimo, con ambiente culto y relajado y con una excelente programación musical.

15. Calle cultural

El Barrio judío, una de las zonas más pobres de la ciudad se ha convertido en un animado centro cultural basado en la participación de los vecinos. La misma calle (Kazinczy utca) en la que se encuentran algunos de los bares de ruina más famosos, se conoce como “la calle cultural” y entre edificios en ruinas y otros con aspecto de estarlo se pueden ver galerías de arte alternativas, bares sorprendentes o algunas tiendas en las que se ofrecen actividades muy diversas a los vecinos, algunas basadas en el trueque y otras muy baratas. Por ejemplo, blogueros gastronómicos que convocan a clases de cocina especializada, personas que intercambian libros, o llamadas a la participación de los vecinos en ONGs locales.

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