Las mejores actividades al aire libre en las Adirondacks, Nueva York
En las Adirondacks no hace falta ir muy lejos para aislarse de la civilización. No es de extrañar que esta zona sea refugio de neoyorkinos y de todo aquel que desea huir del mundanal ruido. Estas son algunas de las mejores actividades al aire libre que ofrece este increíble macizo montañoso.
Si al viajar a Nueva York uno solo tiene en mente la Gran Manzana, que descubra las maravillas del norte del estado © Chris Murray / Getty Images
De excursión
Las Adirondacks, ‘las montañas puercoespín’, como las llamaban las tribus nativas americanas, forman un enorme parque con antiguos bosques de arces y hayas salpicado de lagos serpentinos, ciénagas y pantanos que son el hábitat perfecto para la fauna del lugar, de todos los tamaños: hay puercoespines, castores que construyen sus típicas presas, ciervos, alces, e incluso osos negros. En otoño estos montes redondeados parecen encenderse con los tonos rojos, dorados y amarillos con los que los bosques caducifolios presagian el frío invernal.
Si al viajero le apetece ir de excursión, el parque tiene abundantes senderos para todos los niveles, desde paseos sencillos y cortos junto a un mirador panorámico o una cascada, hasta rutas solo aptas para expertos. Para recorrer el parque hay que registrarse al entrar y al salir, ya que perderse o sufrir un percance en este entorno natural puede ser peligroso. Conviene ir bien abrigado y no perder de vista el camino. La cobertura de telefonía móvil es limitada, hay que planificar bien la ruta y tener claro qué hacer en caso de mal tiempo, accidente o indisposición.
Los sinuosos senderos próximos a las Adirondacks se visten con los cambiantes colores del otoño © Ray Bartlett / Lonely Planet
Sleeping Beauty Mountain
Las recompensas por calzarse las botas de montaña y coronar Sleeping Beauty Mountain son casi instantáneas: reinitas y aves cantoras revolotean por el dosel arbóreo; el aire huele a fresco y a limpio; y los arroyos borbotean bajo los pies del excursionista que sube la montaña. Todo esto permanece inalterado desde hace siglos. El ascenso a Sleeping Beauty es una excursión de nivel medio y una salida de un día muy factible si la carretera de acceso a Dacy Clearing, que reduce la caminata en 3 km en cada sentido, está abierta. La subida suele ser preciosa –y húmeda–, entre bosques de hayas y de arces que, poco a poco, al acercarse uno a la cima, dan paso a las coníferas. Es un trayecto rocoso, pero no hay que escalar, y mientras la escorrentía de la nieve o las lluvias hace que algunos tramos sean más bien arroyos, abundan los caminos de piedras y hay desvíos para evitar los charcos. Si se va con cuidado, incluso es posible no mojarse las botas.
Desde la cima, a 3,5 saludables km de Dacy Clearing, hay estupendas vistas del lago George, y los afloramientos rocosos invitan a sentarse y a disfrutar de un pícnic. Las múltiples opciones de rutas hacen que sea posible dar una vuelta circular o ir y volver por el mismo camino.
La recompensa por subir a Sleeping Beauty Mountain es la vista panorámica del lago George y Dacy Clearing © Ray Bartlett / Lonely Planet
Upper, Middle, y Lower Black River
Con un montón de accesos al agua, los aficionados a la canoa, el kayak y la pesca tienen en el Black River su destino prioritario. Con más de 160 km de excelente zona riparia, a veces muy remota, esta joya puede ser muy peligrosa en época de inundaciones, y los visitantes deben asesorarse sobre los tramos más arriesgados.
El río se divide básicamente en tres tramos: Upper, Middle, y Lower, siendo este último el más complicado debido a sus rápidos de clase IV, solo aptos para expertos. La sección intermedia (Middle), llana y casi un estanque en algunas épocas del año, ofrece rutas panorámicas en canoa. Upper Black River combina rápidos con zonas más calmas, todas muy bellas: un detalle interesante son las antiguas esclusas de navegación de los barcos de vapor en este tramo del río. Los pescadores pueden pescar varios tipos de truchas: de arroyo, común y arcoíris, además de lucios, luciopercas y percas americanas de boca pequeña.
Wild Center
Un viaje a las Adirondacks no está completo sin una visita al cautivador Wild Center, con su nueva exposición al aire libre para niños y niñas de todas las edades, Wild Walk. Este puente colgante con varias estaciones, que a veces pasa por encima de los árboles, es a la vez exposición científica y parque de atracciones: una araña gigante invita a que uno se deje atrapar en su red, y se puede jugar a ser la cría de un águila en un nido enorme. Los visitantes también pueden observar a las aves, y descubrir que los pájaros carpinteros picotean los troncos de los árboles con una fuerza equivalente a la de un automóvil golpeando el contrafuerte de un puente a 41 000 km/h.
Las preciosas exposiciones del interior incluyen una selección de los hábitats de las Adirondacks, del río (con truchas y tortugas) a la ciénaga (con droseras y ranas) y el bosque, si bien las grandes estrellas del centro son las dos nutrias rescatadas, con travesuras propias de un número de circo. Es un excelente recurso para los días lluviosos, tanto para niños como para adultos.
Dos niñas ‘atrapadas’ en la telaraña gigante de Wild Walk © Ray Bartlett / Lonely Planet
El lago George
Sinónimo de las Adirondacks, el lago George, extenso y precioso, con 51 resplandecientes kilómetros, suele ser la principal atracción de la zona en verano. Los Vanderbilts, Rockefellers, y otras familias ricas tenían casas de veraneo en la zona, frecuentada también por varios artistas, como Georgia O'Keefe. Existen tantas actividades acuáticas que es imposible mencionarlas todas, pero incluyen espectaculares saltos de roca (para quien disfrute del ‘subidón’ de adrenalina que da un temerario salto al agua desde un acantilado perfecto) en Diver's (4,5 m) y Double Diver's (9 m... no apto para cardíacos). En verano las atracciones más populares son el remo, la natación y el esquí acuático. También se puede sobrevolar el lago en un avión anfibio o en globo aeroestático, y gozar de vistas que no ofrecen ni los picos más altos.
Tras un día de excursión, uno puede relajarse junto al lago George © Dermot Conlan / Getty Images
Roaring Brook Falls
Esta breve y bonita excursión cerca de Keene Valley, en la Route 73, es perfecta para estirar las piernas. Nada más empezar, el sendero se divide en dos. Se puede tomar la ruta baja para llegar a la base de las cascadas, un recorrido fácil de medio kilómetro con algunos troncos que superar y alguna que otra roca suelta, pero sin apenas desnivel. Los más intrépidos pueden tomar la ruta de la izquierda, de subida, que 800 m después llega a la parte alta de las cascadas (cuidado, las rocas son resbaladizas). En invierno el agua se congela, y la cascada helada es muy popular entre fotógrafos y escaladores.