Una inmensa urbe, resultado de la unión de 17 municipios diferentes, y doce millones de habitantes hacen de Manila, capital de Filipinas, una de las grandes metrópolis del sureste asiático. En unos pocos minutos, el viajero puede pasar de los restos de lo que fue colonia española a frenéticas avenidas de grandes rascacielos que contrastan con los jeepneys, los coloridos minubuses con forma de todoterreno en los que los manileños vuelven a casa. Es imposible abarcar Manila en un sólo día. Esta es una propuesta para un paseo por lo esencial de la ciudad.
José Rizal es un nombre fundamental en la historia de Filipinas. Fusilado por los españoles en 1896, su muerte llevó al país a una independencia tutelada dos años después. El parque Rizal es el lugar donde fue ejecutado y aquí se levanta un monumento al poeta que se convirtió en héroe nacional. Dos militares hacen guardia bajo el monolito. Y bajo el inclemente calor y la humedad de comienzo del verano en la capital filipina.
A un paso del parque Rizal comienza Intramuros. La vieja Manila en el interior de las antiguas murallas, el corazón español de la ciudad. Con un aire algo habanero, aquí está lo poco que sobrevivió a los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial de la que era una de las ciudades más bellas de Asia. Casas coloniales y calles empedradas que llevan hasta el fuerte de Santiago. Puertas, murallas y baluartes por los que pasear a orillas del río Pásig, mientras en la otra orilla se adivina el frenesí del barrio chino. En el fuerte de Santiago podremos darnos un baño de historia en la que el nombre de Rizal nos saldrá nuevamente al paso. Aquí estuvo encarcelado hasta su fusilamiento.
Sin salir aún de Intramuros llegamos a la iglesia de San Agustín. En su suelo veo docenas de lápidas, todas con nombres españoles. Algunas muy recientes. En una sala junto al altar, se conservan los restos de Miguel de Legazpi, enterrado aquí en 1762. Al lado, el monasterio de los agustinos, la orden monástica que dominó buena parte del país con escasa mano izquierda. En este lugar se firmó en 1898 la rendición española frente a Estados Unidos.
Barbara´s, justo frente al monasterio, es un buen lugar para reponer fuerzas. Por 549 pesos, unos 11 euros, un abundante buffet ofrece platos de cocina asiática y también gastronomía filipina con una evidente herencia española. Igual que las canciones que salen de las guitarras y de la voz de un trío de músicos que dan ambiente colonial al local.
Saltamos siglo y medio. Ayala Avenue es el corazón de Makati. En Manila los rascacielos han surgido de forma vertiginosa. Algunos, residenciales, en primera línea de mar. Otros, de negocios, en Makati, el distrito financiero y de negocios. Aquí está, por ejemplo, la sede de la Bolsa. También bancos, centros comerciales, grandes hoteles y un intenso tráfico con los jeepneys. Estos vehículos construidos a partir de los jeeps americanos de la guerra, alargados para dar cabida a una veintena de personas, customizados y coloreados de forma que no hay dos iguales, son el medio de transporte por excelencia de Manila y de buena parte de Filipinas.
No hay que despistarse para nuestra última parada. Aquí anochece pronto. A las seis de la tarde el cielo ya comienza a cambiar sus colores. Imprescindible ver el atardecer junto a la bahía de Manila. En paralelo a Roxas Boulevard discurre lo que podría ser el paseo marítimo de Manila, el animado malecón de la capital filipina con atracciones, puestos de comida o bebida, más hoteles y más centros comerciales. Centenares de manileños no pueden equivocarse y a la hora del ocaso se dan cita aquí en familia, en pareja o con amigos para sentarse frente al mar y ver el cielo teñirse de tonos naranjas y rosados hasta que el sol desaparece por el horizonte. "Salamat, Manila", gracias, Manila, por tan espléndido atardecer.
DATOS PARA EL VIAJE: No hay vuelos directos entre España y Filipinas. Singapore Airlines (www.singaporeair.com) vuela tres veces a la semana desde Barcelona a Singapur en un trayecto que dura trece horas. Allí se enlaza con otro vuelo hasta Manila que dura tres horas. En la capital filipina el Sofitel Philippine Plaza Manila es una excelente opción para alojarse al borde de la bahía, con una piscina rodeada de palmeras y un espectacular restaurante con todo tipo de gastronomías.
Texto y fotos: Marino Holgado (http://blogs.antena3.com/caminoamandalay/)