Letonia, TOP 5 país #BestinTravel 2016
Letonia ha tardado un cuarto de siglo en desprenderse de los vestigios del comunismo, pero esta joya báltica está preparada para brillar en su 25º aniversario. El país recupera antiguas tradiciones, restaura viejos castillos y mansiones ocultos en sus bosques de pinos y transforma sus antaño indigestos platos en la nueva cocina nórdica. Mientras, la seductora Riga se ha construido durante su reinado como Capital Europea de la Cultura, mejorando sus infraestructuras y reformando la ciudad, al tiempo que su población sigue creciendo.
Letonia brilla en el 25º aniversario de su independencia. Con la celebración, este pequeño país toma posiciones tras más de dos décadas jugando al pillapilla con muchos de sus parientes europeos. Y merece con creces el título de “la que más ha mejorado” por resucitar tradiciones ancestrales que iluminaron esta joya báltica durante mucho tiempo.
Cientos de maltrechos castillos y mansiones, de lo medieval a lo rococó, se esconden entre los tupidos bosques de pino de la nación. Muchas de estas fincas se están reformando con gusto para convertirse en museos y hoteles. De hecho, es posible pasar una semana entera en el campo conectando los astros de esta constelación.
La gastronomía también ha recorrido un largo camino desde el cerdo con patatas. Una tropa de chefs de la nueva cocina nórdica catapultan los sabores locales a un nivel tan superior que pondrían a Copenhague en entredicho, si los de la guía Michelin les hicieran más caso.
Mientras la población rural sigue disminuyendo, Riga, la capital, reafirma su importancia en el país y en la región, sobre todo tras haber recibido una generosa inversión de fondos de la UE durante su reinado como Capital Europea de la Cultura en el 2014. Una gran parte de aquel dinero se dedicó a mejorar las infraestructuras y a reformar edificios estatales, como la antigua sede del KGB (hoy un fascinante museo) y las más de 700 fachadas de estilo art nouveau de la ciudad, una de las mayores concentraciones que hay en el mundo.
Dejarse de remilgos y descubrir la tradición más letona de Letonia: el pirts, una sauna de abedul. Por tradición, en cada sauna hay un maestro que se ocupa de los asistentes, golpeándolos con ramas en una coreografía que remite a antiguas tradiciones paganas. Las plantas y flores suben la humedad de la sauna, con sesiones de 15 min antes de salir y meterse en el agua (en un lago, un estanque o en el mar). Además, se sirven tentempiés, como pescado ahumado y cerveza, y es una buena ocasión para charlar con lugareños.
- Se cree que la tradición del árbol de Navidad nació en Letonia. En 1510, una fraternidad de solteros ebrios plantó un pino en la plaza mayor de Riga, lo cubrió con flores y le prendió fuego. Una placa conmemorativa marca el punto donde se plantó aquel árbol.
- Un letón llamado Arvĩds Blũmentãls sirvió de inspiración para el personaje de Cocodrilo Dundee. Era de un pueblo del oeste de Letonia llamado Dundaga y se fue a vivir a Australia tras la II Guerra Mundial, donde cazaba reptiles y buscaba ópalos.
- Técnicamente, en letón no hay una palabra que signifique ‘montaña’; ‘colina’ y ‘montaña’ usan el mismo vocablo. No es de extrañar si se tiene en cuenta que el punto más alto de Letonia, Gaiziņkalns, solo tiene 312 m de altitud.
El Parque Nacional Gauja esconocido por ser una reserva de ruinas medievales llena de pinos, pero también alberga algunas de las reliquias más curiosas de la era soviética. No hay que perderse la pista de bobsleigh de cemento, de 1200 m, construida cerca de Sigulda para entrenamiento del equipo olímpico soviético, ni el refugio nuclear secreto enterrado bajo un sanatorio de Ligatne. El búnker era de gran importancia estratégica durante la Guerra Fría, y sus salas, decoradas con carteles de propaganda soviética, harán las delicias de los aficionados a las películas de espías.
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