10 experiencias imprescindibles para el otoño
La llegada del otoño da un toque mágico a muchos espacios naturales y los bosques se tiñen con pinceladas ocres, doradas y rojas. En muchos rincones del mundo este es el mejor momento para avistar ballenas, tortugas o aves en migración hacia regiones más cálidas. Pero no todo es naturaleza, en las ciudades se celebran festivales antes de que se instale el frío. Estas son algunas de las mejores citas otoñales que deben apuntarse en la agenda del viajero.
1. Contemplar las hojas otoñales en Vermont, EE UU
En otoño, a finales de septiembre, el estado norteamericano de Vermont celebra el colorido Northeast Kingdom Fall Foliage Festival. Los bosques de Nueva Inglaterra ofrecen su mejor aspecto cuando empiezan a caer sus hojas. Esta región de EE UU es famosa por los fabulosos colores otoñales de sus laderas cubiertas de bosques de arces, hayas y abedules que resplandecen con tonos amarillos, naranjas y rojos.
En el estado de Vermont este espectáculo se celebra durante seis días consecutivos admirando árboles en seis pueblos de la remota y preciosa esquina noreste del estado. Cada pueblo (Walden, Cabot, Plainfield, Peacham, Barnet y Groton) celebra sus propios eventos, que conmemoran la América rural tal como solía ser, con un reconfortante sentimiento de comunidad e increíbles colores otoñales.
Las celebraciones tienden hacia lo tradicional, con grandes calabazas, puestos de artesanía tradicional, sopladores de vidrio en acción, danzas folclóricas, paseos entre animales de granja en carros de heno y visitas a vaquerías. También hay paseos guiados por los sitios históricos de los pueblos y hasta miradores panorámicos para disfrutar de las excelentes vistas del follaje otoñal.
La ruta 100 de Vermont está repleta de puntos de paso para estacionar, estirarse y disfrutar del tranquilo aislamiento rural y los maravillosos bosques que se extienden hasta donde alcanza la vista.
La comida también tiene su importancia, con desayunos típicos de leñadores, almuerzos de sopa de verduras con maíz y chile con carne y cenas de ternera a la barbacoa. El festival combina paisaje con comida, y ambos son deliciosos.
2. Ver 200 000 tortugas en Costa Rica
La estación de lluvias en Costa Rica es el momento para contemplar un fenómeno único e impredecible: el desembarco de un enorme número de tortugas lora en las playas del Pacífico de México y América Central. Tras un año en el mar, estas tortugas llegan a la orilla a lo largo de varios días para poner sus huevos.
El desfile empieza de forma lenta, con unas cuantas tortugas que llegan una noche; en las noches sucesivas van llegando varias docenas y luego aparecen de golpe cientos de miles. La arribada se produce alrededor de septiembre y octubre, sobre todo en las noches de cuarto creciente o menguante de la Luna.
En la playa Ostional, en Costa Rica, se han llegado a contar hasta 500 000 tortugas. No se sabe muy bien por qué llegan tantas de golpe, pero es lo que llevan haciendo desde hace 190 millones de años.
3. Brindar en el Oktoberfest, Múnich
Seis millones de bebedores se dan cita desde finales de septiembre hasta principios de octubre para celebrar la fiesta de la cerveza durante 16 días en Theresienwiese, en Múnich.
Su origen se remonta a 1810, cuando se celebró una carrera de caballos para festejar la boda del príncipe heredero Luis de Baviera. La fiesta tuvo tanto éxito que se convirtió en un evento anual y acabó transformándose en el actual Oktoberfest.
Sentados en largas mesas bajo enormes carpas, los asistentes consumen más de 6,5 millones de litros de cerveza, 500 000 pollos, 104 bueyes y más de 50 000 raciones de codillo. La única cerveza disponible es la Oktoberfestbier, elaborada para la ocasión; se paga con fichas y hay que estar sentado para ser atendido. Las normas se vuelven más complicadas a medida que los bebedores se convierten en Bierleichen (cadáveres de cerveza). También hay un carnaval y el último circo de pulgas de Alemania, presente en la fiesta desde el s. XIX.
4. Ponerse artístico en otoño, en Budapest
Anteriormente conocido como Festival de Otoño, el Festival de Arte Contemporáneo Café Budapest es una excusa para que la capital húngara disfrute de un amplio programa de música, teatro y danza justo cuando los días empiezan a acortarse. Durante nueve días, a mediados de octubre, hay desde músicos desconocidos hasta artistas famosos; entre lo mejor está la Maratón de Jazz y la Noche de las Galerías Contemporáneas (las galerías están abiertas hasta la madrugada).
Por toda la ciudad hay eventos, en galerías, cines y el Teatro Nacional, y en pubs y cafés (como el A38 y el Café Jedermann). El festival es una forma genial de dar la bienvenida al otoño.
5. Observar ciervos en celo en las islas escocesas
La isla de Rum, de 104 km2, tiene una numerosa población de ciervos rojos. Gran parte del año se mueven en grupos de un solo sexo, pero esto cambia a mediados de septiembre, cuando a los machos se les ensancha el cuello y se preparan para la batalla. Hay pocas visiones tan majestuosas como la de un ciervo perfilado bramando con el desenfrenado deseo del celo.
Durante la ruidosa berrea, los machos apenas comen en dos meses y consumen mucha energía bramando, copulando y peleando para desafiar la autoridad. Solo los machos en plenitud física están listos para tal esfuerzo. La berrea se puede contemplar desde mediados de septiembre hasta mediados de noviembre
Esta bonita isla de las Hébridas interiores es propiedad del Scottish Natural Heritage, que gestiona un albergue en el castillo de Kinloch.
En España, se puede asistir a una berrea de ciervos impresionante en el Parque Natural de Cazorla, en Jaén.
6. El sueño de un ornitólogo, en Estonia
Unos 50 millones de aves pasan cada año por Estonia en su migración anual a y desde el Ártico. Muchas paran en los estuarios, bahías e islas de su bonita costa, y muchos turistas acuden para verlas al suroeste hasta el Parque Nacional de Matsalu, que atrae a unas 20 000 grullas comunes y tiene siete torres de observación. También se puede ir hacia el este, hasta el Parque Nacional de Lahemaa, en la península de Parispea. Este parque es uno de los mejores lugares del norte de Europa para ver aves acuáticas árticas migratorias; en un solo día se han podido avistar 100 000 gansos, 250 000 patos haveldas y decenas de miles de porrones y negrones. También se pueden observar aves cantoras migratorias en los cercanos arbustos y campos.
Otros lugares son el puerto de Virtsu, la bahía de Kuressaare y Ristna, en la isla de Hiiumaa. Los mejores meses para la observación de estas aves son los meses de septiembre y octubre, en el punto álgido de la migración.
7. Correr la Espartatlón de Atenas a Esparta
Las maratones conmemoran la carrera del griego Filípides desde Maratón hasta Atenas en la antigua Grecia para anunciar la victoria sobre los persas. Pero ¿cuántas maratones hacen honor a su carrera original, de Atenas a Esparta? Solo esta, que se celebra el último viernes de septiembre.
Esta ultramaratón anual empieza en Atenas, la capital griega, y sigue un trazado de 245 km que se cree que refleja lo mejor posible la ruta de Filípides. Comienza a los pies de la Acrópolis a las 7.00, normalmente el último viernes de septiembre. Luego, sale de la capital y se dirige hacia la costa y Corinto.
En su punto más alto, el recorrido se eleva hasta los 1200 m cuando cruza el monte Partenio. Aquí es donde, según la leyenda, Filípides se encontró con Pan, el antiguo dios de los pastores, los rebaños y los montes. Con el persistente calor estival, actualmente lo más probable es que los corredores se encuentren con una fatiga extrema.
A lo largo de la agotadora ruta hay 75 puntos de control, cada uno con un tiempo de corte para los rezagados. El tiempo de corte final es de 36 horas, aunque el récord de la carrera, en poder de Yiannis Kouros, está en unas increíbles 20:25:00. Es una carrera durísima y la gente de Esparta acude en masa a la meta, frente a la estatua del rey Leónidas, para recibir a todos los exhaustos atletas como héroes.
8. Enamorarse de los colores otoñales en Japón
Japón es un país único para presenciar la aparición del color del otoño en sus bosques. Hokkaido, la isla más septentrional del país, representa más del 20 % de la superficie del país, pero solo alberga a un 5 % de la población. Su auténtico encanto reside en sus zonas naturales, con muchas opciones de actividades al aire libre, sobre todo alrededor de sus 10 volcanes activos. Además, al estar situado tan al norte, este es el primer lugar del país donde se puede ver el rastro del otoño, normalmente desde mediados de septiembre.
El Parque Nacional de Daisetsuzan, el más grande de Japón, abarca los picos más altos de Hokkaido e incluye la cascada Hagoromo. Muchos visitantes solo recorren sus límites, montando en sus teleféricos y contemplando tan solo una pequeña parte de su belleza. Para apreciar realmente su paisaje hay que caminar: una travesía de cinco días permite visitar más de una docena de picos alpinos, incluido el volcán activo Asahi-dake (2290 m), el pico más alto de Hokkaido.
Gracias a la actividad termal, también hay muchos onsen (manantiales de aguas termales). Bañarse en uno de ellos es tan típicamente japonés como el sumo; e incluso se encontrará uno al final de la travesía por el Daisetsuzan.
9. Avistar ballenas en Sudáfrica
Cerca de la punta meridional de África, en la provincia de El Cabo, en Sudáfrica, Hermanus ofrece vistas privilegiadas de la Ruta de las Ballenas. En la época de migración, desde la costa se pueden ver ballenas francas australes en peligro de extinción. Para complementar la observación, Hermanus inició su festival e introdujo al pregonero de ballenas, que hace sonar un cuerno de algas para anunciar dónde se han visto ballenas.
El festival es genial para aprender más sobre las ballenas. También hay música, arte, ocio familiar y el Welcome Whale Wave Walk, con 5000 personas formando una cadena humana de 5 km para dar la bienvenida a las ballenas. El momento es el otoño, la temporada alta de migración de ballenas, de septiembre a noviembre, y el festival se celebra entre finales de septiembre y principios de octubre.
10. Conocer Laponia en otoño
Laponia abarca el norte de la Europa continental extendiéndose por encima del Círculo Ártico, un espacio compartido por Noruega, Suecia, Finlandia y el noroeste de Rusia. Es el hogar de los samis y sus renos, pero, por lo demás, es una zona de naturaleza virgen. En sus bosques, lagos, pantanos, glaciares, montañas y arroyos también viven grandes poblaciones de animales boreales, como glotones, alces, linces, zorros árticos y osos pardos.
Se aconseja visitarla en septiembre, cuando ya no hay insectos y se puede ver fauna salvaje con los colores otoñales como telón de fondo. Los bosques ofrecen un espectáculo increíble, al igual que las coloridas plantas rastreras. En esta época los animales andan en busca de comida antes del invierno. Las noches son frías, pero la nieve no cubre el suelo hasta octubre.
Entre los mejores sitios se incluyen los parques nacionales de Lemmenjoki y Urho Kekkonen en Finlandia, los de Padjelanta y Sarek en Suecia, y el Parque Nacional de Øvre Pasvik.