Montevideo

Texto por
Lola Méndez, autora de Lonely Planet
'Chivito', plato tradicional de Uruguay.
©Lux Blue/Shutterstock

Por qué hay que viajar a Montevideo

Montevideo es una ciudad metropolitana, pero en media hora se puede llegar a la verde campiña, donde las incontables vacas y ovejas uruguayas pastan en extensas praderas. Cerca se encuentran viñedos donde catar variedades uruguayas como tannat y albariño, o una jarra de sangría de vino blanco llamada clericó. Gracias a sus más de 650 km de costa, Uruguay invita a saborear pescado fresco en una ciudad antaño amurallada que se adentra en el gigantesco y oceánico Río de la Plata. Resulta desconcertante que Uruguay siga siendo, de alguna manera, un secreto tan bien guardado entre los amantes de la gastronomía.

 

Cuándo ir

Temporada media (feb-abr y ago-oct)        

Buenas ofertas de alojamiento.

  • En febrero y marzo se celebran el legendario carnaval de Montevideo –al que asisten al menos durante 40 noches casi exclusivamente los lugareños– y la cosecha de la uva. 
  • Durante la temporada alta (nov-ene) Montevideo es casi una ciudad fantasma, ya que casi todos los negocios cierran en verano.

 

Presupuesto diario          

  • Habitación doble en hotel de precio medio: 175-250€
  • Cena en un restaurante local: 30-50 €
  • Entrada a un museo: 8 €
  • Copa de vino: 3 €     
  • Pinta de cerveza: 4 €

 

Itinerarios perfectos

Fin de semana largo gastronómico en Montevideo

Día 1: Experiencias gastronómicas informales

 

Mañana

Casi todos los hoteles incluyen un desayuno a base de dulces medialunas (cruasanes pequeños), zumo de naranja, tostada, jamón york y queso. Como Montevideo es llana y se puede recorrer bien a pie, se puede dar un paseo de 90 min entre los barrios de Ciudad Vieja y Buceo (lo más probable es que el viajero se aloje en uno de ellos) para ir a tomar un buen café. En Escaramuza Libros se atraviesa la pintoresca librería y se pide mesa en el bonito café al aire libre de la parte trasera. Se pide un cortado y se disfruta del ritmo lento uruguayo (sí, incluso en la "gran" ciudad) mientras se saborea el café. 

 

Tarde

Conviene abrir el apetito antes de pedir el típico sándwich uruguayo para comer, el chivito. Aunque el nombre significa algo así como «cabritillo», no contiene carne de cabra, sino que viene relleno de carne de ternera, beicon, lechuga, tomate, huevos y queso, y se sirve sobre un lecho de patatas fritas. Un buen sitio para probarlo es la cadena de comida rápida más antigua de Uruguay, La Pasiva (la de la avenida 18 de julio nº 1251 está a 25 min a pie de Escaramuza). Se aconseja pedir mesa junto a la ventana para ver pasar a la gente mientras se come.

Si después de comer entra el sueño, se puede imitar a los uruguayos e ir a echarse una siesta en el hotel.

 

Noche

Desde el hotel, se baja por la Rambla, el paseo ribereño de Montevideo, que, con sus 20 km de longitud es el paseo continuo más largo del mundo. Se pasa ante el skate park, el letrero con las letras de Montevideo, el monumento conmemorativo a las víctimas del holocausto y el misterioso castillo Pittamiglio. Conviene llegar a Punta Brava al atardecer para gozar de magníficas vistas de la puesta del sol sobre el Río de la Plata.

Las 21.00 es una hora temprana para ir a cenar en Uruguay. Tras la puesta del sol se pide un Uber para cubrir el trayecto de 10 min hasta El Rastro Parrillita. Famoso por sus excelentes cortes de carne y sus precios razonables, este restaurante es el sitio ideal para pedir un asado, la barbacoa uruguaya, y disfrutar de la carne cocinada al gusto a la parrilla. Conviene pedir queso provolone a la parrilla y la carne que apetezca, como el ojo de bife, y luego pasar a los postres y pedir un flan con dulce de leche.

Barbacoa uruguaya. © Troy Rowe/Lonely Planet

Barbacoa uruguaya. © Troy Rowe/Lonely Planet

 

Día 2: Viajar en el tiempo en Ciudad Vieja

 

Mañana

Tras desayunar en el hotel se va andando hasta la Puerta de la Ciudadela y se entra en Ciudad Vieja, el casco antiguo de Montevideo. Se recomienda obviar el Café Brasilero (famoso por ser el café más antiguo de Uruguay, pero sin brillo) e ir al Café La Farmacia, una antigua farmacia convertida en un acogedor café.

Cerca de allí está el Museo Andes 1972, que cuenta la atroz historia del equipo de rugbi uruguayo que perdió a 29 de sus jugadores en un accidente de avión. Dieciséis pasajeros sobrevivieron, recurriendo al canibalismo, hasta que fueron rescatados 72 días después del accidente.

 

Tarde

Paseando por la peatonal Sarandí, la calle principal de Ciudad Vieja, se recuerda al mítico Anthony Bourdain, que conectó con la obsesión uruguaya por la carne y, en particular, por la morcilla, que adoraba. Se puede ir a cenar donde cenaba el famoso chef, en Jacinto; se recomienda pedir una milanesa, un plato típico a base de carne o pollo empanado. 

Hoy toca cambiar la siesta por otro pasatiempo nacional, la merienda. El tentempié de media tarde suele ser un producto horneado, como el pionono (un rollito de bizcocho relleno de dulce de leche) o un sándwich de miga con jamón y queso acompañado de un café. En Ciudad Vieja, uno de los mejores sitios para disfrutar de la merienda es la panadería Federación. También se puede probar un alfajor, elaborado con dos galletas con relleno de dulce de leche y salpicadas de copos de coco.

 

Noche

El histórico Mercado del Puerto de Montevideo, inaugurado en 1868, es muy turístico y caro, pero bien merece una visita. Se puede cenar pronto en Empanadas Carolina; se recomienda la empanada de ternera con pasas y la de jamón con maíz. Después se pasea unas manzanas hasta llegar a Montevideo Wine Experience para descubrir la cultura vinícola uruguaya y catar variedades de algunas de las bodegas más famosas del país. La Bodega Garzón, por ejemplo, ha ganado premios internacionales y fue la primera bodega con certificación LEED en Sudamérica.

Alfajor, dos galletas con relleno de dulce de leche. © nicobatista/Shutterstock

Alfajor, dos galletas con relleno de dulce de leche. © nicobatista/Shutterstock

 

Día 3: Un día moderno en Montevideo

 

Mañana 

Después de desayunar, se da un paseo por la zona verde de Parque Rodó de camino a The Lab Coffee Roasters, situado dentro del parque, para degustar un café gourmet al fresco. Al lado se halla el Museo Nacional de las Artes Visuales, que alberga una excelente colección de arte uruguayo, incluidas obras de Pedro Figari y Juan Manual Blanes. Tras la visita cultural es buena idea darse un capricho y comerse una rosquilla en la panadería Her Oven, nueva y regentada por mujeres.

 

Tarde

Los mercados de alimentación son muy populares en Montevideo, y en sus puestos sirven parrillas, sushi, pizza, pasta, hamburguesas, churros y otros platos. Desde el Parque Rodó hay que andar unos 20 min hasta llegar al mercado Ferrando; una vez allí se va directo a Il Gufo para degustar una de las especialidades del país: la pizza a caballo. Casi la mitad de todos los uruguayos tienen raíces italianas, lo cual ha ejercido una poderosa influencia en la cocina de Uruguay. Esta pizza cocida al horno de leña no lleva carne de caballo, sino mozzarella y fainá (una especie de torta de garbanzos). Para homenajear a los uruguayos de ascendencia española, se pueden pedir churros rellenos de dulce de leche. 

 

Noche

Aunque los uruguayos son quienes más carne consumen en el mundo, el panorama vegano va al alza en el país, y hay varios restaurantes vegetarianos. Es buena idea visitarlos para cenar y probar las versiones vegetarianas de platos típicos uruguayos, como la milanesa, en un local como La Temeraria (que nadie se deje la galleta de chocolate y mantequilla de cacahuete, aunque cuesta creer que sea vegana). Después de la cena se baja por el bulevar España para ir a probar algunas de las mejores cervezas locales del país en la Montevideo Brewery Company.

 

Día 4: Celebrar la influencia de la inmigración en la cocina uruguaya 

 

Mañana

Montevideo cuenta con un gran número de inmigrantes armenios y varios de ellos han abierto restaurantes donde sirven falafel, un plato que suele servir de desayuno en Oriente Medio y países vecinos. Como Ararat abre a las 11.00, se puede dormir hasta tarde y luego pedir un falafel con tabouli y hummus a modo de brunch.

 

Tarde

Se pide un Uber para viajar en dirección norte: en menos de 30 min se llega a la hermosa Bodega Bouza. La colonización europea causó estragos en Uruguay, pero dejó tras de sí una cultura vitivinícola que solo recientemente ha empezado a ser aclamada a nivel internacional. Se recomienda deleitarse con el almuerzo maridado con vino –que quizá incluya un magret de pato y una copa de Monte Vide Eu 2019– y luego disfrutar de un circuito guiado por la bodega y los viñedos. Por la tarde lo mejor es contemplar el sereno paisaje antes de regresar a la ciudad para cenar.

 

Noche

Si el viajero está en Uruguay el día 29 del mes, solo hay un plato para cenar: ñoquis. El "día de los ñoquis" es una tradición mensual que rinde homenaje al plato de pasta y patata importado por los inmigrantes italianos, a los cuales a finales de mes solo les quedaban patatas y harina, y con ello elaboraban grandes bandejas de ñoquis para compartir con los recién llegados. Estos intentaban pagar algo a cambio y, cuando los anfitriones se negaban a aceptar el dinero, lo que hacían era dejar las monedas bajo el plato. Esto todavía se hace cada mes porque trae suerte. Para continuar con la tradición, se puede ir a saborear los exquisitos ñoquis que sirven en Morelia.

 

El autor

Lola Méndez

Tengo doble nacionalidad uruguaya-estadounidense y soy periodista de viajes. Llevo más de siete años viajando a tiempo completo y he visitado casi 80 países; sin embargo, Uruguay siempre será mi hogar. He escrito sobre las delicias de Uruguay para USA Today, Refinery29, Wine Enthusiast y otros medios, además de mantener mi propio blog de turismo responsable, MissFilatelista.com. 

Encuentra a la autora en: 

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