Tatami, manga, kárate, bonsái, kimono… Con un diccionario básico se puede conocer lo imprescindible de Japón, un país lejano en distancia y en cultura, pero que ejerce una poderosa atracción entre los espíritus curiosos y viajeros.
Este pequeño diccionario recoge términos japoneses que, aunque hace poco eran desconocidos, hoy forman parte del vocabulario cotidiano. Son la prueba del creciente interés que despierta Japón y su cultura. Aquí van algunos de los más populares:
1. 'Hanami': la ola de los cerezos
Japón no es solo conocido como “el país del Sol Naciente” sino también como “el del Cerezo Floreciente”. Y es que en las islas japonesas crecen infinidad de cerezos que en primavera se cubren de flores rosadas. Cada año, entre marzo y mayo, una ola de cerezas inunda ciudades y pueblos, calles, parques y arboledas. Es cuando todos celebran el 'hanami', es decir, acuden a ver las flores y disfrutan de un gran pícnic. Parientes, compañeros de trabajo, vecinos y amigos extienden mantas y esterillas en la hierba, bajo los árboles, y se sientan a comer, beber, charlar y cantar. Poco antes del hanami comienza la locura en las tiendas y prácticamente todo se puede comprar en versión “cereza”: galletas, bombones, monederos, fundas para móviles, kimonos o paraguas, por ejemplo.
2. Tatami: desayunar sobre la estera

Tatami, interior casa japonesa, Japón. © AaronChenPS2 / Shutterstock
Las esteras tradicionales japonesas se conocen como tatamis. Están hechas de juncos entretejidos con paja de arroz y por eso desprenden un olor tan característico, parecido al del heno recién segado. Antiguamente estaban en todas las casas, aunque hoy en día se ven con menos frecuencia. Sin embargo, los japoneses siguen midiendo el tamaño de las habitaciones por el número de tatamis que caben en ellas, e incluso en los anuncios por palabras para alquileres y ventas se utiliza esta medida. Basta extender un futón sobre ellas para dormir cómodamente. En los hogares japoneses también es habitual comer sentados en el suelo, ante mesitas bajas. No hay calefacción central: el frío se combate con aparatos de aire acondicionado, mantas eléctricas o simplemente, ropa de abrigo. ¿La razón? La prevención ante los frecuentes terremotos.
3. 'Sushi': ¡que aproveche!
Está de moda y todos sabemos lo que es, pero hasta hace unos años el sushi era un plato realmente exótico en Occidente. La historia del 'sushi' es muy larga: antiguamente no había frigoríficos, así que los pescados y mariscos se estropeaban en seguida. Hasta que a alguien se le ocurrió un buen método: mezclar el pescado y el marisco con arroz cocido y meterlo todo en un barril para que fermentara. Al cabo de un año se sacaba y ya se podía comer. Más tarde, con la invención del vinagre de arroz, el proceso se acortó. Hoy, la versión más conocida es el 'makisushi': rollitos de arroz con pescado y alga nori. Una delicia que ya ha conquistado el mundo entero.
4. Kimono: la elegancia hecha prenda

Chicas en kimonos, Tokio. © witaya ratanasirikulchai / Shutterstock
A principios del siglo XX nació una de las prendas de ropa más populares de la historia: la camiseta, una sencilla prenda en forma de T. Pero había otra prenda con forma de T varios siglos más antigua y famosa: el kimono, uno de los símbolos de Japón. Kimono significa literalmente “cosa para ponerse”. Cuando llegaron otras modas y otras prendas del exterior, la palabra “kimono” pasó a denominar el traje tradicional japonés. No es fácil ponérselo porque consta de más de una decena de elementos: primero se ponen las prendas más ligeras, y encima el kimono. El paso final es envolver el torso con un ancho cinturón (obi) y hacer un elaborado lazo en la espalda. Hoy en día, el kimono se reserva para ocasiones especiales, pero sigue siendo uno de los grandes símbolos de la identidad japonesa.
5. 'Matsuri': celebraciones a lo grande
Prácticamente no hay día en que no se celebre algo en Japón. Si no en todo el país, por lo menos en alguna ciudad, pueblo o barrio. Los japoneses trabajan mucho pero siempre encuentran tiempo para los matsuri, los festivales. Algunos son realmente extravagantes, como el Doya Doya Matsuri, en enero en Osaka, donde multitudes corren medio desnudas para atrapar papelitos con predicciones. El que coja al vuelo uno de los papelitos tendrá suerte todo el año. El festival preferido de los niños es el Yuki Matsuri, el Festival de la Nieve de Sapporo, que cae en febrero. Y en mayo, en Kioto, se organiza el magnífico Aoi Matsuri: más de medio millar de personas marchan por las calles vestidas con atuendos históricos de valientes guerreros y cortesanos del emperador.
6. Manga: historias que saltan de la página

Tienda de mangas en Nakano. © Peera_stockfoto / Shutterstock
En ningún país se leen tanto cómics ni se ven tantos dibujos animados como en Japón. Y no solo lo hacen los niños, sino que incluso hay manuales o novelas históricas que se editan en forma de cómic. Más de un científico serio se ha dedicado a investigar por qué gusta tanto el cómic a los japoneses, y tal vez sea culpa de dos dibujantes geniales. El primero vivió en la época de los samuráis, entre los siglos XVIII y XIX. Se llamaba Katsushika Hokusai y las figuras que dibujaba (animales y monstruos) parecían estar a punto de saltar de las páginas. Katsushika tituló el conjunto de sus dibujos Manga, que literalmente significa “imágenes en movimiento”.
El segundo dibujante a tener en cuenta es Osamu Tezuka. Vivió en el siglo XX y creó más de setecientos cómics. Para dar vida a sus personajes, empezó a rodar películas animadas (en japonés, anime), al principio en blanco y negro y después en color. Hay quien lo compara con Walt Disney.
7. 'Kawaii': el arte de lo adorable
Su encantadora carita se ve por todas partes: Hello Kitty es una estrella internacional y ya debe de ser más famosa que el ratón Mickey. Los japoneses dicen que es kawaii, o sea “graciosa, mona, linda”, como también lo son todas las cosas que llevan su cara estampada: estuches, mochilas, gorras, tazas, llaveros, sábanas e incluso coches. En la tienda de recuerdos del palacio del emperador se puede comprar una figura suya vestida con una túnica de emperatriz. El otro gato japonés famoso es el simpático Doraemon de los manga y anime: un gato-robot azul, venido del futuro.
8. Kárate: la mano vacía y el camino suave

Alumnos practicando kárate. © PeopleImages.com - Yuri A/ Shutterstock
Una "mano vacía" puede ser más peligrosa que una espada. Basta mirar a los karatekas que pelean sobre la colchoneta y que son capaces de derribar al adversario de un solo golpe. Precisamente kárate significa en japonés “mano vacía”. El kárate proviene de la India, de donde pasó a China y de allí a Okinawa. En esta pequeña isla tropical japonesa estaba prohibido usar armas por decisión del Shogun, por lo que los habitantes de Okinawa se interesaron por el arte de luchar sin armas que habían visto entre los monjes chinos. El kárate tardaría aún trescientos años más en llegar a Tokio.
Frente al kárate, judo significa “camino suave”, aunque ambos están muy lejos de ser deportes “blandos”. El nombre se debe a la fluidez de sus movimientos, muy diferentes a los del kárate, en el que los contrincantes se dan golpes secos. También encontramos suavidad en el 'jujisi', un deporte que nació en Japón y que era el arma secreta del samurái, la última oportunidad para el guerrero al que le habían arrebatado la espada. Eso sí, el arte marcial japonés más antiguo es el sumo, cuyas competiciones siguen atrayendo a muchos aficionados.
9. 'Shinkansen': viajar a toda velocidad
El metro y los trenes japoneses son famosos por su eficiencia ¡y por su velocidad! Todo está perfectamente calculado para perder el mínimo tiempo posible en cambios de vía, ascenso y descenso de pasajeros y limpieza. El ritmo del trabajo lo dictan los 'shinkansen', trenes expresos que alcanzan velocidades de 300 km por hora. Hoy en día ya no son los más rápidos, pero Japón fue el primero en introducir este tipo de trenes. Comenzaron construyendo vías especiales entre Tokio y Osaka en la década de 1950 y la primera línea fue inaugurada en 1964. Actualmente, cada día circulan más de doscientos cincuenta shinkansen en Japón. Los nombres de las líneas son fáciles de recordar: Hikari (luz) Nozomi (esperanza), Kodama (eco).
La densa red ferroviaria se completa con un buen transporte urbano: el metro de Tokio, con nueve líneas y 176 estaciones, es uno de los más grandes del mundo.
10. Querido señor Fuji

Monte Fuji, Japón. © Sean Pavone/Getty Images
"San" es el sufijo que en japonés significa “señor o señora”. Y a su monte más sagrado también lo llaman Fuji-san, pero en este caso "san" significa “montaña”. Es cierto que merece el tratamiento porque el Fuji no es una montaña corriente. Es el símbolo de Japón y para los sintoístas es una montaña sagrada, en cuyas laderas hay construidos varios templos y arcos torii.
Solo se puede llegar a la cima en verano. Lo mejor es hacerlo por la noche para ver el amanecer desde lo alto. Como el camino es fácil, está abarrotado de gente. Los japoneses suelen decir: “Un verdadero sabio sube a la cumbre del Fuji una vez en la vida. Solo un tonto lo hace por segunda vez”. En un día despejado, el Fuji se divisa incluso desde Tokio, que está a cien kilómetros.