Belfast y la Costa del Causeway, Best in Travel 2018
Fiestera y ruidosa, con una población joven y dinámica que la mantiene al día, Belfast nunca se atiene a lo que se podría esperar. Su transformación de paria política en metrópolis cosmopolita continúa a buen ritmo, y mientras la capital del Irlanda del Norte sigue negociando su relación con el pasado, la vista se fija con firmeza en el futuro.
Una visita a la ciudad permite descubrir su historia reciente, pubs victorianos, bares de moda, buena cocina, grandes barcos y cerros.
Circuito del conflicto
Durante un tiempo tras el establecimiento de la paz, a finales de los años 90, las autoridades turísticas locales procuraban, por todos los medios, alejar el foco turístico del conflicto sectario que castigó a la ciudad más de tres décadas y redirigirlo al patrimonio menos polémico, como la construcción del famoso Titanic. Era comprensible, pero inútil: Belfast es uno de esos lugares don
de los tumultos del pasado despiertan interés y pueden verse desde bastante cerca.
La forma más popular de hacerlo es con un Black Taxi Tour o, como se conocen localmente, los circuitos de ‘bombas y balas’ o de ‘pesimismo y tristeza’. Hay un montón de compañías y taxistas locales que los ofrecen; se puede tomar uno en Donegall Square, frente al Ayuntamiento. Suelen subir por Shankill Rd (unionista) y bajar por Falls Rd (republicana), pasando por la tristemente célebre Peace Wall y parando a ambos lados para ver sus coloridos murales. Paddy Campbell’s Famous Black Cab Tours es un operador recomendable, narra la historia del conflicto de forma enérgica y muy particular; y lo que queda claro al terminar es que los irlandeses –de cualquier convicción política– son unos maestros del humor negro.
También se puede visitar la infame Crumlin Road Gaol, donde es posible recorrer el túnel que discurre bajo Crumlin Rd y que va del juzgado a la prisión. El circuito visita las minúsculas celdas del Ala C (en activo hasta 1996), incluida la reservada a los condenados a muerte, antes de acceder a la espeluznante cámara en la que se ejecutaron 17 hombres entre 1854 y 1961.
El Titanic: "estaba bien cuando zarpó de aquí"
La fama de Belfast como puntal de la construcción de buques culminó con la botadura del barco más famoso que jamás haya existido: el RMS Titanic, construido en el astillero Harland & Wolff de la ciudad para la White Star Line. El vínculo de la ciudad con el fatídico transatlántico queda reflejada en las exposiciones multimedia del flamante Museo Titanic Belfast, una belleza arquitectónica situada en las gradas donde se construyó el barco. En el interior se pueden ver versiones virtuales del navío y reconstrucciones de los camarotes de pasajeros; también venden camisetas con el lema “she was fine when she left here” (estaba bien cuando zarpó de aquí), más humor negro irlandés.
La entrada también incluye el acceso al SS Nomadic, el barco de vapor que transportaba a los pasajeros ricos hasta los grandes cruceros desde el puerto de Cherburgo; solo por ver los aseos ya merece la pena visitarlo.
La bestia del mercado y mucho más
Como el resto de la isla, Belfast ha mejorado su panorama gastronómico de forma espectacular. Ahora la ciudad está llena de buenos restaurantes para todos los gustos y bolsillos. En el precioso St George’s Market –el mercado de alimentos en activo más antiguo de Irlanda– se halla George’s, en la galería de la primera planta, que sirve deliciosos filetes locales, pero el plato estrella es el descomunal Ulster fry, apodado ‘la bestia del mercado’.
Si al viajero le apetece algo un poco más saludable, que vaya a Home para probar su menú creativo pensado para vegetarianos, veganos y clientes con intolerancias alimentarias. Pero quizá el local más conocido de la ciudad sea el siempre popular Mourne Seafood Bar, que sirve pescado y marisco fresquísimo, muy bien cocinado y presentado. También es donde se halla la Belfast Cookery School, por si alguien se quiere apuntar a una clase de cocina vespertina.
'Pubs' victorianos
Todo el mundoen Belfast tiene su local favorito entre esta colección de bellezas del s. XIX. El más famoso es el Crown Liquor Saloon, protegido por el National Trust, muy popular entre lugareños y visitantes, que acuden a tomar una pinta en un entorno incomparable. Bittles, en Victoria St, es otro local tradicional que sirve cerveza artesanal y ales bajo una colección de cuadros de héroes literarios irlandeses.
Pero dos de los mejores locales son el Duke of York, que ofrece excelente música en directo, y el John Hewitt, un magnífico pub antiguo donde el único ‘ruido’ que se oye es el de las conversaciones, sirve algunas excelentes cervezas artesanales elaboradas en la Hilden Brewery de Lisburn y una ginebra que elabora el propietario del bar.
Nuevos bares
Si los pubs antiguos de Belfast son muy populares entre el público conservador y los turistas; para salir de noche, los jóvenes de la ciudad prefieren la creciente selección de bares nuevos y modernos. Uno de los mejores es Love & Death, que aúna un guateque de los años 70, un bar clandestino de la época de la ley seca y un local nocturno brasileño. La comida es buena, los cócteles, deliciosos, y, a medida que avanza la noche, la pista de baile se anima mucho.
Perch con terraza en la azotea, es un sitio popular para pasar un anochecer agradable, incluso en invierno, cuando uno puede abrigarse con una manta y reconfortarse con una buena taza de chocolate caliente. Muriel’s Café-Bar, que lleva el nombre de una sombrerería donde se ofrecían servicios sexuales, cuenta con asientos de terciopelo, grandes espejos y lámparas araña que le dan un aire retro-chic. Destaca la carta de ginebras (la bebida favorita de la tal Muriel) y cuenta con una clientela elegante.
Y si al viajero le apetece mezclarse con los lugareños pero no quiere ir de acá para allá, siempre le quedará el Filthy Quarter, con cuatro bares: Filthy Chic, de cócteles; Gypsy Lounge, con un DJ que pincha desde una autocaravana reformada; Secret Garden, una cervecería de dos plantas no muy secreta; y Filthy McNastys, con música en directo cada noche.
Huir del asfalto a Napoleon's Nose y el Tropical Ravine
Puede que Belfast no sea famosa por sus espacios verdes, pero esta pequeña ciudad está rodeada por una frondosa campiña. Las vistas son fabulosas desde Napoleon’s Nose, como llaman aquí a la cima del cerro Cave Hill; en los días claros se puede ver Escocia.
En la cima hay un parque de aventuras y el fuerte McArt, una estructura de la Edad del Hierro donde, en 1795, Wolfe Tone y sus United Irishmen juraron su lealtad a la lucha por la independencia irlandesa. Para llegar hay que seguir un sendero de 3,5 km desde el aparcamiento del castillo de Belfast que pasa por una serie de cuevas (de ahí el nombre del cerro) hasta llegar a la cima.
No hace falta abandonar la ciudad para disfrutar de la naturaleza: cerca de Upper Malone Rd se halla el Sir Thomas & Lady Dixon Park, antaño una finca privada donde se alojaron las tropas de EE UU durante la II Guerra Mundial. Hoy el parque alberga un conjunto de jardines públicos, incluido un jardín de rosas espectacular, con más de 45 000 flores. Pero incluso este parque palidece en comparación con los Botanic Gardens, sede de la Lanyon’s Palm House (1852) y de un enorme invernadero de ladrillo rojo, el Tropical Ravine, que alberga una jungla de plantas tropicales por la que se puede pasear a lo largo de una pasarela elevada.
Bicicletas, un cine mudo y el Giant's Ring: más allá de la ciudad
Las vistas desde la cima de Cave Hill regalan un vistazo a la vida más allá de la ciudad, pero es a nivel de tierra desde donde se aprecia realmente todo lo que Belfast ofrece. Al noreste de la ciudad, al norte de Holywood (con una ‘l’ menos pero casi con el mismo glamour), se halla el Ulster Folk and Transport Museum, un recorrido por la vida irlandesa de los últimos siglos; de la vida rural de pueblo a los paisajes urbanos industriales, incluida una tienda del s. XIX de golosinas y un cine mudo de principios del s. XX.
Para saber más sobre la historia de Belfast se puede participar en uno de los Belfast Bike Tours, rutas guiadas de 2½ h por el valle del Lagan, al sur de la ciudad: se puede ver el prehistórico Giant’s Ring, un enorme anillo verde con un dolmen conocido como el Altar del Druida. El camino de sirga que sigue la orilla oeste del río Lagan es muy agradable, se pueden recorrer 20 km y llegar a Lisburn (Belfast Bike Tours alquila bicicletas, pero también se puede ir a pie). Cutters Wharf, con una bonita terraza con vistas al río es un buen lugar para ‘repostar’.
Belfast y la Costa del Causeway, TOP 1 del 'ranking' de las 10 mejores regiones para viajar en el 2018. Toda la información sobre Best in Travel 2018, aquí.