Humedales del mundo que parecen de película
La isla mínima, la película que ha arrasado en los últimos Premios Goya, tiene un protagonista incuestionable al que nadie le ha dado todavía un premio: el paisaje. Gracias a esta película son muchos los que han descubierto las incomparables marismas del Guadalquivir, unos humedales de enorme riqueza natural. No son los únicos humedales del mundo y aquí hemos seleccionado algunos de los más bellos.
Las marismas son ecosistemas especiales protagonizados por el agua y las aves. Se forman en un terreno bajo y pantanoso que se suele inundar con la marea y con el agua de los ríos que desembocan en la zona. Existen en muchos tipos de humedales en el mundo, y no suelen ser zonas fáciles ni de habitar ni de visitar, pero resultan lugares privilegiados para la observación de fauna, en especial de aves, y algunas de estos humedales se han convertido en destinos privilegiados del turismo de naturaleza.
1. La isla mínima: las cinematográficas marismas del Guadalquivir
Empezamos por las del Guadalquivir, las bellísimas protagonistas de La isla mínima. La película dirigida por Alberto Rodríguez logra transportarnos al ambiente algo claustrofóbico de estos parajes pantanosos que el hombre ha conseguido “domesticar” a duras penas.
Las Marismas han sido siempre un paraje difícil para la subsistencia del hombre y apenas han tenido población. En el caso de las del Guadalquivir, se ha necesitado un trabajo de siglos para desecarlas y convertirlas en el mayor arrozal de Europa. El Guadalquivir se bifurca en su desembocadura en dos brazos principales: el Brazo del Este y el Brazo de la Torre. Entre esos brazos se desarrollaron las llamadas islas Mayor y Menor, esta última dividida en el siglo XVIII por la Corta de los Jerónimos para facilitar la navegación, y que creó una pequeña isla conocida como la Isla Mínima.
En realidad, la película está rodada en varios pueblos de la zona, sobre todo en Isla Mayor, las Cabezas de San Juan y Coria del Río. Isla Mayor es el centro geográfico de las marismas y una de las zonas arroceras más antiguas y extensas de España. Existe ya una ruta turística de La isla mínima que permite recorrer los principales escenarios del rodaje de la película: Puebla del Río, Isla Mayor, Finca Veta la Palma, Vetaherrado, Poblado Cotemsa, la Playa de los Morenos, el Brazo de los Jerónimos y la Isla Mínima.
2. El Pantanal (Brasil), el territorio del jaguar
Para encontrar el humedal de agua dulce más grande del mundo hay que viajar al oeste de Brasil. Es El Pantanal, que cubre 230 000 km2, casi la mitad del tamaño de España, y se extiende también hasta Bolivia y Paraguay. Es famoso por su fauna salvaje, y se ha convertido en una de las grandes atracciones turísticas del país porque, a diferencia de otras zonas similares, como el Amazonas, aquí está garantizada la contemplación de fauna. Podremos ver por ejemplo el carpincho o el yacaré y otros mamíferos como la nutria de río gigante, en peligro de extinción. El Pantanal también es el mejor lugar en América para contemplar al jaguar en la naturaleza. Es el animal más difícil de ver, pero podemos sin problemas observar tapires y hasta 650 especies de aves.
Los visitantes suelen alojarse en haciendas (fazendas) y explorar la zona en barco, en todo terreno o a caballo, sobre todo de mayo octubre, la estación seca, que es el mejor momento para ver ciertas especies.
3. Parque Nacional Everglades, un mar de hierba
Desde el lago Okeechobee hasta la bahía de Florida, un inmenso pantano cubre la península de Florida. Son los llamados Everglades, una especie de ancho río de poca profundidad (menos de 30 cm), de movimiento lento y cubierto por pastos altos y juncos. Cuando se contemplan, parece un pastizal interminable con un horizonte lejano en el que solo quedan algunas áreas de aguas abiertas y algunas islas esparcidas. A los Everglades se les llama "el mar de hierba", pero en realidad son unos pantanos llenos de vida: la vegetación esconde millones de pájaros y de insectos y en sus aguas viven numerosos peces y reptiles, entre ellos muchos de los feroces lagartos americanos y otras especies de fauna procedentes de otras áreas del mundo como la pitón birmana que ahora compite con el cocodrilo americano, el reptil más grande de América del Norte.
4. Okavango, el delta interior
Es uno de los grandes hitos del viajero por África, uno de esos lugares que no se olvidan nunca. Se trata de un delta interior, porque el río Okavango, en lugar de dirigirse hacia el mar, se adentra hacia el interior, hacia el desierto del Kalahari donde la mayor parte del agua se pierde por evaporación. Este curioso delta interior es famoso por su enorme riqueza de fauna: elefantes, hipopótamos, jirafas, cocodrilos, leones, guepardos, rinocerontes o cebras, y otros muchos animales, en un despliegue realmente inolvidable. La mayoría de los cerca de 200 000 mamíferos grandes que se pueden ver en el delta se van con las lluvias de verano y hacen su camino de regreso al acercarse el invierno, en una migración impresionante.
El Delta es una reserva natural de casi 16 000 km2 que resulta aún más impresionante si se viene desde el Kalahari, completamente seco. Una vez allí, lo mejor es recorrer el laberinto de canales en una canoa tradicional (mokoro), o realizar un safari a caballo, galopando junto a manadas de cebras y antílopes. La mejor época para visitar la zona es entre julio y octubre.
5. Delta del Danubio, el final de Europa
Los canales del Danubio se abren en la desembocadura del Mar Negro, formando en la costa rumana el delta más grande de Europa, cubierto por enormes cañaverales, canales, pantanos y lagos en los que viven más de 300 especies de aves y 45 de peces.
Para experimentar la vida en el delta lo mejor es navegarlo en barco, que puede ser un ferri de pasajeros, uno de los numerosos barcos turísticos que lo recorren o con una canoa propia. Hay que partir de Tucea, donde incluso se puede dormir en un hotel flotante. El Delta es un lugar perfecto para los amantes de las aves, que pueden contemplarse sobre todo en primavera (mediados de abril a mediados de mayo) y en otoño (octubre / noviembre) para las aves migratorias.
6. Los Esteros del Iberá, Corrientes, Argentina
El segundo humedal más extenso del planeta está en Argentina, concretamente en la provincia de Corrientes. Es difícil competir con otras maravillas naturales del país (Cataratas de Iguazú, el glaciar Perito Moreno o la Patagonia) pero este lugar debería figurar entre los prioritarios para los amantes de la naturaleza. Un ecosistema único al que los guaraníes llamaron “el agua que brilla”, una buena descripción de la imagen de esta red de arroyos, pantanos, lagunas y riachuelos, que son de los más ricos en diversidad biológica del mundo.
Los esteros están a 800 km de Buenos Aires y lo mejor es volar desde la capital hasta la ciudad de Posadas, en la provincia de Misiones. Desde allí en todoterreno hay todavía más de 200 km hasta Colonia Carlos Pellegrini, la localidad más cercana a la Ribera.