Para quienes logren dejar la maravillosa Tallin, este itinerario cubre parte de todo aquello que Estonia ofrece: playas, campo, castillos, ciudades históricas y pueblos pintorescos.
En un viaje de una semana a Estonia, se deben reservar al menos dos días para Tallin, para explorar cada rincón de su encantador centro medieval y saborear las delicias de la gastronomía local. El Parque Nacional de Lahemaa resulta un destino ideal para una excursión de un día, mientras que la ciudad universitaria de Tartu espera a quienes anhelen más vida urbana y cultural lejos de la capital. Merece la pena visitar Otepää, la capital estonia de los deportes de invierno, y después cambiar de estación en Pärnu, donde acuden los amantes del sol.
Las islas occidentales de Estonia rematan este viaje. Puede verse la localidad de Koguva, en Muhu, y luego instalarse en Kuressaare, en Saaremaa, la ciudad balneario más bonita de Estonia, construida en torno a un antiguo castillo con foso. Desde allí se pueden explorar los molinos de viento silbantes, las iglesias solitarias y los altos acantilados de la isla. Al acabar la semana, se toma un vuelo a Tallin.