Cerdeña

Bienvenidos a Cerdeña

El paisaje natural de su interior, sus playas paradisíacas y sus entrañables peculiaridades cautivarán al viajero, que quedará prendando de su litoral y de su pasado prehistórico.

Playas preciosas

Cerdeña posee algunas de las playas más bellas de Europa. La arena es blanquísima y el mar, de un azul increíble. Es fácil imaginarse echando el ancla en las sinuosas bahías de la Costa Smeralda, llenas de famosos y supermodelos; jugando a los náufragos en las calas del golfo de Orosei; o navegando hasta las islas graníticas de La Maddalena. Ya sea cruzando descalzo las dunas de la Costa Verde, agitada por las olas, o relajándose en las sedosas bahías de Costa del Sud, el viajero plantará su toalla en la playa y no querrá irse jamás.

Deportes de aventura

Tanto si se viaja lento o rápido, o si se elige el campo o la playa, Cerdeña es uno de los últimos grandes destinos isleños de aventura. Se puede ir de excursión por las tierras ricas y calmas del interior hasta las ruinas nurágicas de Tiscali, seguir el vertiginoso camino costero hasta la bahía de Cala Luna, o pasear entre encinares hasta el imponente cañón Gola Su Gorropu. Las olas de la costa norte fascinarán a los amantes del surf, y los submarinistas se desharán en elogios ante los pecios, la cueva de Nereo y las sumergidas ruinas romanas de Nora.

Isla de rarezas

Como dijo D. H. Lawrence, “Cerdeña es diferente”. Y lo es. No hay otro lugar donde uno tenga tan cerca bosques semialpinos y playas de arena blanca, rarezas animales como los asnos albinos de isla de la Asinara. Además, la cocina de la isla es excepcional; con su pasta, sus panes, sus dolci, sus vinos y sus quesos característicos, como el casu marzu, un pecorino infestado de larvas que se guarda en los graneros de las montañas. Cerdeña es diferente en todos los sentidos, y eso la hace adorable.

Viajes al pasado

Las olas de la historia y su patrimonio han pulido la isla de Cerdeña como un guijarro. Este territorio insular cuenta con 7000 nuraghi (torres y asentamientos de la Edad del Bronce), tombe dei giganti (tumbas de gigantes) y domus de janas (tumbas casas de hadas). En cada carretera y en cada aldea hay restos prehistóricos a la espera de ser descifrados. Cerdeña es también una isla de excéntricos festivales, como el desfile de los macabros mamuthones, que dicen ahuyentar a los demonios del invierno, o la peligrosa carrera de caballos S’Ardia en Sedilo.

Por qué me encanta Cerdeña

Kerry Christiani, autora

Lo mío con Cerdeña fue amor a primera vista. No importa cuántas veces la visite; siempre encuentro nuevos caminos de costa que explorar, nuevas montañas que subir, bahías ocultas que recorrer en kayak y agriturismi medio escondidos en el silencioso interior de la isla. Cerdeña engaña: sobre el papel parece pequeña, pero, si uno la descubre, resulta enorme. Es como un continente en miniatura al que han dado forma una lengua propia y unas tradiciones extremas, su cocina, su cultura, su historia y el halo de misterio que la envuelve. Los sardos están orgullosos de su isla; y con razón.