Muchas ciudades tienen una periferia donde proliferan los centros comerciales; Venecia tiene una laguna verde azulado tachonada de fotogénicas islas y una fauna única. Las islas de los alrededores, a veces solo separadas por un estrecho canal, abarcan desde celebrados centros de producción de cristal y antiguas ciudades bizantinas hasta destinos de playa e islotes de vocación artística.
Conviene establecer prioridades, ya que puede resultar complicado abarcar el cristal de Murano, las fotografías de Burano y los mosaicos de Torcello. Visítese primero la Basilica di Santa Maria Assunta de Torcello. Desde el campanile (campanario) hay unas vistas fantásticas de la laguna. Luego se puede almorzar en la Locanda Cipriani.
Otra opción es dar un salto a la minúscula Mazzorbo y almorzar en el moderno Venissa, para luego darse un paseo por las coloristas casas de pescadores de Burano y dirigirse a Murano a emborracharse de cristal artístico. Antes de comprar vale la pena ver el Museo del Vetro.
Se acerca la hora del aperitivo, y quizá de dirigirse a la isla de Giudecca, al sur, para ver la fachada palladiana de la Basilica di San Giorgio Maggiore brillando al sol y luego brindar por las aventuras del día en La Palanca, para luego disfrutar de una cena memorable en la Trattoria Altanella