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Aunque las creencias religiosas están muy extendidas, los antiguos rituales paganos perduran en los tres países bálticos. Se venera a las cigüeñas, los ramos de flores impares se rechazan con superstición y el solsticio de verano goza de gran relevancia. El elemento espiritual de esta celebración ha desaparecido en gran medida, pero amigos y familiares siguen reuniéndose en el campo para una luminosa noche de cerveza y fogatas. Se festeja en todas las ciudades y pueblos, pero el lago Plateliai, en Lituania, resulta ideal para celebrar el solsticio.