Si se empieza a padecer saturación de museos (algo habitual en esta ciudad), quizá ha llegado el momento de estirar las piernas y ver algo de cielo. Lo más indicado es dirigirse a la sucesión escalonada de palacios, villas y jardines que sube hasta la Basilica di San Miniato al Monte, una de las iglesias más antiguas y hermosas de la ciudad.
Se dedica la mañana a las galerías y el jardín del monumental Palazzo Pitti, residencia de las poderosas familias Médicis, Lorena y Saboya. Se termina en el magnífico Giardino di Boboli, contemplando la romántica vista de la Toscana desde la terraza junto al Museo delle Porcellane.
Se disfruta del paseo hasta el Giardino Bardini. Se visita su jardín y se almuerza admirando las vistas en La Leggenda dei Frati, previa reserva. Después se atraviesa San Niccolò, con aire de pueblo, para comprar perfume en Lorenzo Villoresi, conocer al artista callejero Clet y subir a la torre San Niccolò, con bellas vistas. Después se camina colina arriba hasta la Basilica di San Miniato al Monte, joya del románico.
Después de contemplar la puesta del sol sobre Florencia desde Piazzale Michelangelo, se baja la colina para tomar un aperitivo en ZEB o Le Volpi e l’Uva, a un corto trecho de los restaurantes, lounge bares y elegantes coctelerías del Oltrarno.