Chinatown encarna el frenesí, el ruido y la contaminación de Bangkok, pero eso es precisamente lo que la convierte en una visita fascinante. Vale la pena visitar los puntos de interés (Wat Traimit, el Buda Dorado y los mercados callejeros), pero hay que reservar tiempo para deambular entre tiendas con rótulos de neón, templos escondidos, escaparates decrépitos y estrechas callejuelas.
Conviene madrugar para evitar los autobuses turísticos que van a Wat Traimit. Atravesando el bullicioso mercado de Talat Mai se llega al laberíntico templo de Wat Mangkon Kamalawat, de estilo chino. Siguiendo hasta Phahurat, o Little India, se puede comer en Royal India. Chinatown reanuda la actividad a última hora de la tarde, el mejor momento para realizar el recorrido gastronómico. Después de cenar, se puede subir a la terraza bar del River Vibe para disfrutar de las vistas sobre el Mae Nam Chao Phraya, y terminar la noche en el mercado de flores nocturno de Pak Khlong Talat.