El barrio de Fourvière, ubicado en la apodada “colina que reza” por los numerosos claustros y monasterios que alberga, está inscrito casi en su totalidad en el Patrimonio Mundial de la Unesco. Aunque la visita de la Basilique Notre-Dame y la del anfiteatro galorromano son imprescindibles, también resulta agradable explorar más a fondo esta parte de Lyon pasando por los Jardins du Rosaire y el parc des Hauteurs. Para un ambiente más de pueblo, se puede dar un paseo por el barrio de Saint-Just, en la meseta sur de la colina.
Se empieza por la Esplanade de Fourvière, desde donde se contempla toda la ciudad. Luego se descubren los tesoros de la Basilique Notre-Dame y se hace un pícnic en los Jardins du Rosaire antes de visitar el yacimiento arqueológico, con los restos del anfiteatro y el odeón. Para un poco de sombra o de tranquilidad, hay que ir al Parc des Hauteurs. Con niños es mejor el parque France Aventures, donde podrán brincar de árbol en árbol. A la hora del aperitivo, se toma una cerveza en Le Bistrot, una de las vistas más bonitas de Lyon. Se puede alargar ese momento con la cocina del chef Christian Têtedoie, con una estrella Michelin, o, para algo más asequible, con la de La Petite Table des Nuits.