Cultura

Estilos de vida

Con sus bellezas naturales y una sociedad pacífica y sin ejército, no extraña que Costa Rica sea conocida como la Suiza de América Central. Aunque el país se enfrenta a grandes retos, como sus ambiciosos objetivos medioambientales y unos cuantos problemas (como el tráfico de drogas y la desigualdad en la distribución de la riqueza), los ticos siguen teniendo una actitud alegre y una vida centrada en la familia, con un buen equilibrio entre trabajo y calidad de vida.

La pura vida

“Pura vida” es algo más que una muletilla recurrente o un eslogan turístico; esta frase, pronunciada con su tono relajado habitual, es un mantra que define muy bien la forma de vida costarricense. Quizá la esencia de esa pura vida sea más fácil de experimentar que de explicar, pero cuando se oye repetidamente la frase por el país (como saludo, para decir “adiós”, “genial” o incluso “gracias”), resulta evidente que el concepto está muy arraigado.

La vida parece especialmente pura cuando se compara Costa Rica con países vecinos como Nicaragua u Honduras: hay poca pobreza, analfabetismo o tensiones políticas; el país tiene una enorme riqueza natural, y el nivel medio de vida es alto. Es más, Costa Rica ha prosperado sin necesidad de un ejército durante los últimos 60 años. Todo ello compone un país que es un oasis de paz en un rincón del mundo continuamente degradado por la violencia. Pero, aunque los costarricenses son unos anfitriones agradecidos, cualquier halago que se les haga probablemente recibirá como respuesta una cálida sonrisa y una enigmática respuesta de dos palabras: “pura vida”.

El día a día

Con la ausencia de guerras, una esperanza de vida larga y una economía relativamente sólida, Costa Rica es el país que cuenta con el nivel de vida más alto de América Central. En general, los costarricenses viven bastante cómodos y sin apreturas, incluso en comparación con Norteamérica.

Al igual que en muchos otros países latinoamericanos, la familia es esencial. Los lazos familiares son estrechos y a menudo los miembros de una misma familia viven cerca. Las fiestas también suelen tener un carácter familiar: nacimientos, bodas y demás celebraciones son grandes acontecimientos sociales para ricos y pobres, y quienes tienen parientes en puestos de poder (nominal o no), no dudan en recurrir a ellos en caso de necesidad.

Teniendo en cuenta esto, no resulta sorprendente que la esperanza de vida en Costa Rica sea ligeramente superior que en EE UU. De hecho, la mayoría de los costarricenses tiene más probabilidades de morir de cardiopatías o cáncer que de las enfermedades infantiles tan comunes en países en vía de desarrollo. Estas estadísticas positivas se deben a un completo sistema de sanidad pública, a su excelente red de alcantarillado y, sobre todo, a un estilo de vida sin tensiones, al clima tropical y a una dieta sana y variada: pura vida.

Aun así, la distancia entre ricos y pobres es evidente. Las clases medias y altas residen en su mayoría en San José o en las grandes ciudades de las tierras altas del Valle Central (Heredia, Alajuela y Cartago), y disfrutan de unas comodidades similares a las que tendrían en Europa o EE UU. Pueden tener servicio doméstico y uno o dos automóviles, y los más afortunados, incluso una segunda residencia en la playa o en la montaña.

La casa del tico medio es de una planta, hecha con bloques de cemento, madera o ambos materiales. En las regiones más pobres, muchos viven en casas sin ventanas hechas de caña brava. Para los campesinos y los indígenas la vida en el campo es más dura que en las ciudades, el nivel de pobreza es más alto y las condiciones de vida son peores que en el resto del país, sobre todo en la costa del Caribe, donde los descendientes de los inmigrantes jamaicanos durante mucho tiempo han sufrido la falta de atención del Gobierno federal, y en las reservas indígenas. No obstante, aunque las familias pobres tienen pocas posesiones y escasa seguridad económica, todos sus miembros suelen colaborar en el trabajo del campo o contribuir a la economía común, lo que crea una fuerte red de seguridad.

Al igual que ocurre en el resto del mundo, la globalización ha cambiado mucho a los costarricenses. En la actualidad, la sociedad tiene cada vez menos condicionantes geográficos; un tico nacido en Puntarenas puede trabajar en la gestión de un refugio en la península de Osa. Además, con la mejora en las carreteras y la cobertura de la telefonía móvil, y con el aumento de los residentes norteamericanos y europeos (y con ellos también de los centros comerciales y las grandes marcas), la familia tradicional queda expuesta a los cambiantes flujos de la sociedad global.

La mujer en Costa Rica

La moderna legislación de Costa Rica en lo referente a la mujer coloca al país también por encima de sus vecinos centroamericanos. Un código familiar de 1974 estipulaba ya que hombres y mujeres tenían los mismos derechos y obligaciones. Las mujeres pueden firmar contratos, recibir préstamos y heredar propiedades. El acoso y la discriminación sexual también son ilegales, y en 1996 se aprobó una ley fundamental contra la violencia doméstica, una de las más avanzadas de América Latina. Cada vez son más las féminas que ocupan puestos destacados en el mundo político, jurídico, científico y médico, y Costa Rica ha sido pionera en cuanto a presencia femenina en el poder: en 1998 ambas vicepresidentas eran mujeres, y en febrero del 2010 la exvicepresidenta de Óscar Arias, Laura Chinchilla, se convirtió en la primera mujer en llegar a la presidencia del país.

Aun así, el panorama es mucho más complicado de lo que podría pensarse. La legalización de la prostitución comporta actividades clandestinas como la prostitución infantil y el tráfico de mujeres. A pesar de la reverencia de la figura de la matriarca (el Día de la Madre es festivo nacional), el machismo no ha quedado atrás, y las leyes contra la discriminación raramente se aplican. Especialmente en el campo, muchas mujeres conservan su rol tradicional: criar a los hijos, cocinar y ocuparse de la casa.

Deporte

No hay evento deportivo en Costa Rica que pueda compararse con el fútbol, desde los partidillos improvisados celebrados en el campo del pueblo a los gritos eufóricos que estallan en los bares de San José el día de un gran encuentro. Cada pueblo tiene su campo (que a menudo sirve como punto de referencia), donde los lugareños disputan sus liguillas.

Muchísimos aficionados aún recuerdan los momentos más memorables de “la Sele” (la selección nacional), como cuando disputó los cuartos de final de la Copa del Mundo de 1990, en Italia, o su buena actuación en la del 2002 (aunque no llegaron muy lejos). El fracaso al no calificarse para el Mundial del 2010 provocó el regreso del seleccionador Jorge Luis Pinto, entrenador colombiano que clasificó al equipo para la Copa Mundial del 2014 en Brasil, donde alcanzó los cuartos de final, y los jugadores fueron recibidos como héroes. Bajo la dirección del uruguayo Gustavo Cristian Matosas volvió a clasificarse para el Mundial del 2018 en Rusia, en el que fue eliminada en la primera fase tras una más que discreta actuación.

Por su parte, con unas olas tan perfectas, el surf no para de ganar adeptos entre los ticos, especialmente entre los que han crecido en las poblaciones donde se practica. Costa Rica acoge numerosas competiciones nacionales e internacionales que reciben gran cobertura por parte de los medios locales, y competiciones locales periódicas, como el concurso semanal de la playa Hermosa, al sur de Jacó.

Las polémicas corridas de toros gozan todavía de popularidad, sobre todo en la región de Guanacaste, aunque en la versión costarricense de la lidia no se da muerte al animal. Descritas con más precisión, las corridas solo brindan la oportunidad de ver a un vaquero, frecuentemente con unas copas de más, corriendo de acá para allá con un toro. Los viajeros deben sopesar los aspectos éticos del espectáculo en caso de que decidan asistir.

Arte en Costa Rica

Literatura

Costa Rica tiene una historia literaria relativamente corta. Carlos Luis Fallas (1909-1966), famoso por Mamita Yunai (1940), una influyente novela “proletaria” que criticaba a las empresas bananeras por sus prácticas laborales, sigue siendo muy popular entre la izquierda latinoamericana.

Carmen Naranjo (1928-2012) es de las pocas autoras costarricenses que han alcanzado fama internacional. Escribió novela, poesía y relatos cortos y también fue embajadora en la India en la década de 1970 y, unos años más tarde, miembro de la Academia Costarricense de la Lengua y ministra de Cultura. En 1996, el Gobierno chileno le concedió la prestigiosa medalla Gabriela Mistral y en España le fue concedida la Orden de Alfonso X el Sabio en 1977. Sirva como ejemplo de su extensa obra la colección de relatos breves Nunca hubo alguna vez.

José León Sánchez (1929) es un famoso escritor de ascendencia huetar procedente de la frontera entre Costa Rica y Nicaragua. Tras ser juzgado por haber robado en la basílica de Nuestra Señora de los Ángeles de Cartago, cumplió condena en la cárcel de la isla San Lucas, una de las de peor fama de América Latina. Era analfabeto cuando ingresó en prisión, donde aprendió solo a leer y escribir, y acabó por escribir uno de los libros más conmovedores del continente, La isla de los hombres solos.

Música y danza

Aunque en América Latina hay otros países con más renombre, la céntrica posición geográfica de Costa Rica ha generado una cultura musical variada que incorpora elementos de América del Norte y del Sur y de las islas caribeñas.

San José atrae a músicos nacionales e internacionales de rock, pop y hip-hop, pero también sobreviven los sonidos regionales, cada uno con sus ritmos e instrumentos. La península de Nicoya, por ejemplo, posee una rica historia musical con predominio de guitarras, maracas y marimbas. Los sonidos habituales en la costa caribeña son el reggae, el reguetón y el calipso, que hunde sus raíces en la cultura de los esclavos afrocaribeños.

Los bailes más populares son los latinos, como la salsa, el merengue, el bolero y la cumbia. Guanacaste también es el lugar de origen de muchos bailes tradicionales, gran parte de los cuales representan rituales de cortejo. El más famoso, elevado por algunos a la categoría de nacional, es el punto guanacasteco.

Pero lo que de verdad anima las fiestas locales es la bomba, unos divertidos versos ritmados, a menudo frenéticos, que gritan los hombres durante las pausas entre bailes.

Artes plásticas

Las artes plásticas adquirieron identidad en Costa Rica en la década de 1920, cuando Teodorico Quirós, Fausto Pacheco y sus contemporáneos empezaron a pintar paisajes que diferían de los estilos europeos tradicionales. Pintaban las colinas y los frondosos bosques del campo costarricense, a menudo con alguna casa de adobe característica aquí y allá.

El panorama contemporáneo es más variado y resulta difícil definir un estilo tico propio. Las obras de varios artistas han cosechado elogios, como el realismo mágico de Isidro Con Wong, las pinturas surrealistas y los grabados primitivistas de Francisco Amighetti, y las místicas figuras femeninas que pinta Rafa Fernández. El Museo de Arte y Diseño Contemporáneode San José es el mejor lugar para ver este tipo de obras.

Numerosas galerías de arte dirigidas a los turistas se especializan en el llamado “arte tropical”: pinturas exuberantes y llenas de color que representan plantas y animales y que evocan la obra del francés Henri Rousseau.

En Costa Rica no hay tanto arte y artesanía como en otros países centroamericanos. No obstante, el cazador de recuerdos no tendrá problemas para encontrar un colorista carro de bueyes de Sarchí, convertido en símbolo del país. En San José y, sobre todo, a lo largo de la costa del Pacífico se puede encontrar artesanía indígena, incluidas máscaras intrincadamente talladas y pintadas, ropa blanca y bolsos tejidos a mano, y colorida cerámica.

Cine

Aunque el séptimo arte no es nada nuevo en Costa Rica, su nivel ha aumentado en tiempos recientes. En la última década, un puñado de cineastas costarricenses han presentado sus películas a los Oscar, y muchos otros han recibido buenas críticas dentro y fuera del país. Entre los filmes más reputados se incluyen Del amor y otro demonios (2009), una adaptación de la novela de Gabriel García Márquez dirigida por Hilda Hidalgo; El cielo rojo (2008), una cómica historia escrita y dirigida por Miguel Alejandro Gómez sobre el paso de la niñez a la adultez en la Costa Rica contemporánea, y Maikol Yordan de viaje perdido (2014), una desenfadada historia, también dirigida por Gómez, sobre un granjero costarricense que viaja a Europa con el fin de recaudar dinero para evitar perder su granja.

También han aparecido festivales específicos, aunque las fechas varían. El Festival Internacional de Cine de Costa Rica (www.facebook.com/CostaRicaCineFest), financiado por el Ministerio de Cultura y Juventud, se celebra en San José (véanse las fechas) y presenta películas internacionales que versan sobre un tema cada año. El Festival Internacional de Cine de Costa Rica (CRIFF; www.filmfestivallife.com) se celebra a principios de junio, seguido de un festival de cine documental a la semana siguiente.

 

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