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La Dama de la Libertad lleva mirando severamente hacia la ‘atrasada Europa’ desde 1886. Apodada la “madre de los exiliados”, la estatua es un simbólico reproche a las rígidas estructuras sociales del Viejo Mundo. “Dadme vuestras agotadas, pobres, hacinadas masas que anhelan respirar en libertad el mísero deshecho de vuestras rebosantes playas”, declara en el famoso poema El nuevo coloso (1883) de Emma Lazarus.