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Disfrutar de los baños públicos de la aldea andina de Papallacta, bonitos y cuidados, es como estar en las nubes. En un entorno de montañas, se puede pasar de un baño termal caliente a otro, nadar en una piscina fabulosa, darse un chapuzón vigorizante en la piscina helada y regresar a los baños de vapor. Nada mejor y más mágico que quedarse de noche y tumbarse a ver salir las estrellas en el inmenso cielo negro.