Historia de Camboya

Historia de Camboya

La historia de Camboya se puede resumir en tres palabras: buena, fea y mala. Sus comienzos fueron prósperos y culminaron con el gran imperio de Angkor, sin rival en la región durante cuatro siglos. A partir del s. xiii llegaron los malos, cuando sus vecinos trataron tenazmente de minar el territorio camboyano. En el s. xx, la situación se volvió realmente fea, debido a una brutal guerra civil que culminó con el gobierno genocida de los Jemeres Rojos (1975-1979), del que Camboya todavía se está recuperando.

Origen de los jemeres

Como tantas otras leyendas, la del origen de Camboya es oscura desde el punto de vista histórico, pero reveladora acerca de las fuerzas culturales que dieron lugar al nacimiento del país y de la relación con su gran vecina, la India. Las tradiciones religiosas, reales y escritas de Camboya proceden de la India y se unieron y formaron una entidad cultural diferenciada en los ss. i-v.

Se sabe muy poco acerca de la prehistoria de Camboya. Gran parte del sureste del país era un golfo llano y extenso donde los sedimentos del río Mekong fueron formando una tierra rica en minerales ideal para la agricultura. En el noroeste se descubrieron indicios de la presencia de cavernícolas y vasijas de cerámica que datan del 4200 a.C. Estudios realizados con restos óseos del 1500 a.C. indican que los habitantes de entonces se parecían a los camboyanos de hoy en día. Los primeros registros del Imperio chino sobre sus vecinos “bárbaros”, que deben tomarse con una buena dosis de escepticismo, los describen como “feos”, de piel “oscura”, y dicen que iban desnudos.

Primeros reinos camboyanos

El poder camboyano no empezó y acabó con Angkor. Hubo varios reinos poderosos en la zona antes del s. ix. A partir del s. i la influencia india penetró en Camboya a través de asentamientos comerciales que surgieron en el litoral de lo que es hoy el sur de Vietnam, pero que en su día lo habitaban los jemeres. Estas colonias eran importantes puertos para los barcos que seguían la ruta comercial desde la bahía de Bengala hasta las provincias meridionales de China. El mayor de estos reinos, llamado Funan por los chinos, pudo haber existido en una región situada entre la actual Phnom Penh y el yacimiento arqueológico de Oc-Eo, en la provincia de Kien Giang (al sur de Vietnam), durante la misma época que el reino Champasak al sur de Laos (entonces Kuruksetra) y otros feudos más pequeños. Funan es un nombre chino y puede ser una transliteración de la antigua palabra jemer bnam (“montaña”). Aunque se sabe muy poco de este reino, fue uno de los primeros centros de poder que hubo en el sureste asiático.

Es muy probable que entre los ss. i y viii Camboya estuviera ocupada por una serie de pequeños estados, cada uno de ellos con sus propias élites que, o bien realizaban alianzas matrimoniales estratégicas, o bien luchaban entre ellas. Sin duda Funan fue uno de esos estados, y como importante puerto marítimo, habría sido crucial en la transmisión de la cultura india hacia el interior de Camboya.

Gran parte de lo poco que los historiadores conocen de Funan ha sido deducido de fuentes chinas. Según estas, la Camboya del período Funan (ss. i-vi) adoraba a las deidades hindúes Siva y Visnú, pero, al mismo tiempo, existía ya una fuerte presencia del budismo. El linga (tótem fálico) parece haber sido el centro de los rituales y un emblema de poder real, que con el tiempo iba a evolucionar en el culto angkoriano del rey-dios. En Funan se utilizaba un sistema de irrigación primitivo para cultivar el arroz y se comerciaba con materias primas agrícolas, especias y piedras preciosas, con China y la India.

A partir del s. vi, la población se fue concentrando en la ribera de los ríos Mekong y Tonlé Sap, donde en su mayoría permanece en la actualidad. Este desplazamiento pudo deberse al desarrollo del cultivo del arroz en humedales. En los ss. vi-viii, Camboya estaba dividida en un conjunto de reinos rivales, gobernados por reyes autocráticos que legitimaban su poder basándose en la ideología de castas importada de la India.

Esta época se suele conocer como período Chenla, que, al igual que Funan, es un término de origen chino. La teoría de que Chenla fuera un reino unificado no es muy convincente, pues los propios chinos hablaban de dos Chenlas: “Chenla de agua” y “Chenla de tierra”; la primera se localizaba alrededor de Angkor Borei y el templo-montaña Phnom Da, cerca de la actual Takeo, y la segunda, en la parte alta del río Mekong y al este del Tonlé Sap, alrededor de Sambor Prei Kuk, parada esencial en un recorrido por la historia cronológica de Camboya.

Auge del imperio de Angkor

De manera gradual, la región se fue cohesionando. Al poco tiempo, los reinos fracturados de Camboya se unirían en un extenso imperio asiático.

En la montaña sagrada de Phnom Kulen, al noreste de Angkor, lugar de peregrinación de los jemeres en la actualidad, figura una inscripción del año 802 en la que Jayavarman II [802-850] se proclama a sí mismo “rey del universo” o devaraja (rey-dios). Se cree que de joven residía en la corte budista de Shailendras (Java) y que se inspiró en los grandes templos javaneses de Borobudur y Prambanan, cerca de la actual Yogyakarta. A su vuelta a Camboya instigó un levantamiento contra el control javanés de las tierras del sur de Camboya.

Jayavarman II consiguió controlar el país con alianzas y conquistas, y se convirtió en el primer monarca en gobernar la mayor parte de lo que es la actual Camboya. Fue el primero de una larga sucesión de reyes que dominaron el mayor imperio continental que haya visto el sureste asiático, y que iba a legar la impresionante herencia de Angkor. La clave del meteórico ascenso de Angkor fue el dominio del agua y un elaborado sistema hidráulico que permitió a los antiguos jemeres dominar los elementos. Los primeros documentos sobre las grandes obras de irrigación que sostenían a la población de Angkor datan del reino de Indravarman I[877-889], que construyó el baray (embalse) de Indratataka. Su reinado también marca el florecimiento del arte angkoriano, con la construcción de templos en la zona de Roluos, especialmente el Bakong.

A principios del s. xi, el reino de Angkor empezó a perder el control de su territorio. Suryavarman I [1002-1049], un usurpador, llenó el vacío de poder y, como Jayavarman II dos siglos antes, reunificó el reino con guerras y alianzas, y extendió las fronteras del imperio. Se empezaba ya a establecer una pauta, que se repitió a lo largo del período angkoriano: dislocación y confusión, seguida de reunificación y expansión bajo el mandato de un rey poderoso. En la arquitectura, los períodos más productivos se dieron tras épocas de confusión, lo que indica que los monarcas recién llegados sentían la necesidad de legitimar su poder con ambiciosos proyectos constructivos.

En el 1066, los conflictos dividieron de nuevo Angkor y lo convirtieron en el centro de las pujas rivales por el poder. Hasta el ascenso de Suryavarman II [1112-1152] el reino no volvió a unificarse. Este monarca se embarcó en otra fase de expansión: promovió costosas guerras en Vietnam y en la región conocida como Champa. Para la posteridad quedó inmortalizado como el rey que, por su devoción a la deidad hindú Visnú, encargó el majestuoso Angkor Wat. Para conocer los hechos de esta época, conviene visitar los bajorrelieves del pasillo suroeste del Angkor Wat, que representan episodios de su reinado.

Suryavarman II sometió Champa y la redujo a un estado vasallo, pero los cham contraatacaron en 1177 con una expedición naval por el Mekong y hacia el lago Tonlé Sap. Ocuparon por sorpresa la ciudad de Angkor y asesinaron al rey Dharanindravarman II. Al año siguiente, un primo de Suryavarman II concentró a las tropas jemeres y logró derrotar a los cham en otra batalla naval. El nuevo líder fue coronado como Jayavarman VII en 1181.

Jayavarman VII

Jayavarman VII [1181–1219], fiel devoto del budismo mahayana, erigió la ciudad de Angkor Thom y otros muchos monumentos grandiosos. De hecho, un gran número de los templos de Angkor que se pueden visitar hoy fueron edificados durante su reinado. Pero Jayavarman VII es un personaje lleno de contradicciones. Los bajorrelieves del Bayón lo pintan liderando violentas batallas, mientras que las estatuas representan a un rey contemplativo, de aspecto místico.

La construcción de templos y otras obras públicas se llevó a cabo a toda prisa, lo que supuso un grandísimo esfuerzo humano y, en consecuencia, aceleró el declive del imperio. Al rey le empujaba, por un lado, su deseo de legitimar su reinado, ya que probablemente había otros contendientes más cercanos al linaje real, y por otro, la necesidad de implantar una nueva fe a una población en su mayoría hindú. Sin embargo, en muchos aspectos también fue el primer rey progresista de Camboya: proclamó la igualdad del pueblo, aboliendo las castas sociales, y planificó la construcción de escuelas, hospitales y carreteras.

Declive y caída de Angkor

Angkor fue el epicentro de un imperio increíble que dominó gran parte de la región del Mekong, pero que en su día inició un declive irreversible. Varios expertos aseguran que esta caída se podía vislumbrar en la época en que se construyó Angkor Wat, cuando el Imperio angkoriano estaba en la cúspide de su extraordinaria productividad. Hay indicadores de que la red de irrigación estaba sobreexplotada y que poco a poco empezó a encenagarse debido a la masiva deforestación que había tenido lugar en las zonas más pobladas al norte y al este.

No hace mucho se descubrió en el área de Angkor, mediante un análisis dendrocronológico (estudio de los anillos de los árboles), que la situación empeoró tras varios períodos de sequía en el s. xiv. Los grandes proyectos de construcción, como los de Angkor Wat y Angkor Thom, ocasionaron muchos problemas en las arcas reales y tensiones con miles de esclavos y con la gente corriente que los subvencionaba mediante el trabajo y los impuestos. Tras el reinado de Jayavarman VII, la construcción de templos se frenó, en gran parte porque las obras públicas de este monarca acabaron con la arenisca local y habían dejado exhausta a la población.

Otro desafío para los reyes posteriores fueron los conflictos religiosos y las rivalidades. La religión estatal cambió varias veces durante los años del ocaso del imperio, y los reyes dedicaban más tiempo a la iconoclasia, desfigurando los templos de sus predecesores, que a construir otros para rememorar sus propios logros. Cada cierto tiempo estas actividades desembocaban en una guerra civil.

Angkor empezaba a perder el control de la periferia de su imperio. Al mismo tiempo, los tailandeses estaban en auge, tras escapar al sur desde Yunnan, en China, huyendo de Kublai Kan y de sus hordas mongolas. Los tailandeses, primero desde Sukothai y después desde Ayuthaya, aumentaron su fortaleza e hicieron repetidas incursiones en Angkor antes de saquear la ciudad en 1431 y llevarse a miles de pensadores, artesanos y bailarinas de la corte real. Durante este período, arrastrada por las oportunidades que ofrecía el comercio marítimo con China y temerosa de los cada vez más belicosos tailandeses, la élite jemer empezó a emigrar a la zona de Phnom Penh.

La capital cambió varias veces a lo largo de los siglos, pero al final se emplazó en la actual Phnom Penh. A partir de 1500 y hasta la llegada de los franceses en 1863, en Camboya reinaron una serie de monarcas débiles acosados por rivalidades dinásticas. Para hacer frente a las conspiraciones, buscaron la protección, concedida a un alto precio, de Tailandia o Vietnam. En el s. xvii, los señores Nguyen del sur de Vietnam acudieron al rescate del rey camboyano a cambio de derechos de asentamiento en la región del delta del Mekong. Los jemeres todavía se refieren a esta zona como Kampuchea Krom (Baja Camboya), aunque hoy está poblada por vietnamitas.

En el oeste, los tailandeses controlaron las provincias de Battambang y Siem Reap desde 1794, y ejercieron influencia sobre la familia real camboyana. De hecho, un rey de este período fue coronado en Bangkok y colocado en el trono en Udong con la ayuda del ejército tailandés. El hecho de que Camboya sobreviviera a lo largo del s. xviii como una entidad independiente se debe a que los estados vecinos estaban absortos resolviendo sus propios problemas: los tailandeses concentraban sus fuerzas y gastaban sus recursos en la lucha contra los birmanos, y los vietnamitas estaban enfrascados en conflictos internos. Este patrón continuó durante más de dos siglos, mientras la siempre débil Camboya se debatía entre dos poderosos tigres.

Ocupación francesa

El tira y afloja entre tailandeses y vietnamitas llegó a su final en 1863, cuando el rey Norodom I [1860-1904], intimidado por la artillería francesa, acabó firmando un tratado que convertiría el país en un protectorado galo. Irónicamente, esto protegió realmente a Camboya, ya que corría el mismo peligro que Champa de que lo borraran del mapa. El control francés estuvo supeditado a los intereses de Vietnam, algo parecido a lo que sucedería un siglo más tarde bajo el dominio estadounidense, y en un principio implicaba poca intervención en los asuntos internos de Camboya. La presencia francesa también ayudó a mantener a Norodom en el trono a pesar de las ambiciones de sus rebeldes hermanastros.

En la década de 1870, los oficiales franceses asentados en Camboya empezaron a presionar para lograr más control sobre los asuntos internos. En 1884, Norodom se vio forzado a firmar un tratado que transformó su país en una auténtica colonia y provocó una rebelión de dos años que constituyó el único gran levantamiento en el país antes de la II Guerra Mundial. La rebelión finalizó cuando el rey persuadió a los rebeldes de abandonar las armas a cambio del retorno a la situación anterior.

Durante las décadas siguientes, los oficiales camboyanos de alto rango abrieron la puerta al control francés directo sobre la administración del país. Los galos mantuvieron la corte de Norodom en un esplendor desconocido desde el apogeo de Angkor, lo que ayudó a afianzar la posición de la monarquía. En 1907, los propios franceses presionaron a Tailandia para que devolviera las provincias del noroeste de Battambang, Siem Reap y Preah Vihear a cambio de concesiones territoriales de Laos a los tailandeses. Esto significó que Angkor volviera a control camboyano por primera vez en más de un siglo.

A Norodom I le sucedió Sisowath [1904-1927], y a este, Monivong [1927-1941]. A la muerte de este rey, el gobernador general francés de la Indochina ocupada por Japón, el almirante Jean Decoux, colocó al príncipe Norodom Sihanouk, de 19 años, en el trono camboyano. Las autoridades francesas creían que el joven Sihanouk sería un pelele, pero no calcularon bien.

Durante la II Guerra Mundial, las fuerzas niponas ocuparon la mayor parte de Asia, y Camboya no fue una excepción. Sin embargo, los japoneses permitieron a la Francia colaboracionista de Vichy, aliada de los alemanes, controlar Camboya. El precio fue conceder a Tailandia (un aliado japonés, si puede llamarse así) gran parte de las provincias de Battambang y Siem Reap de nuevo, zonas que no fueron devueltas hasta 1947. Sin embargo, tras la caída de París en 1944, los japoneses se vieron forzados a tomar el control directo del territorio a principios de 1945.

Tras la II Guerra Mundial, los franceses regresaron y convirtieron a Camboya en un Estado autónomo dentro de la Unión Francesa, pero manteniendo el control de facto. Durante la posguerra se sucedieron los conflictos políticos, y la situación se volvió más inestable debido a la Guerra de Indochina, que enfrentó a Francia contra el Viet Minh y se extendió a Camboya. Los vietnamitas, igual que sucedió dos décadas después en la guerra contra Lon Nol y el ejército de EE UU, se entrenaron y lucharon con grupos jemeres Issarak (jemeres libres) contra las autoridades francesas.

La época de Sihanouk

El período que siguió a la independencia fue de paz y prosperidad; la edad de oro de Camboya, repleta de creatividad y optimismo. La ciudad de Phnom Penh creció en tamaño e importancia, los templos de Angkor se convirtieron en el destino más turístico del sureste asiático, y Sihanouk recibió a muchos líderes influyentes de todo el mundo. No obstante, la Guerra de Vietnam no tardaría en extenderse a los países vecinos.

A finales de 1952, el rey Sihanouk disolvió el recién creado Parlamento, declaró la ley marcial y se embarcó en una “cruzada real”, una campaña itinerante con el objeto de recabar apoyo internacional para conseguir la emancipación de su país. El 9 de noviembre de 1953 se proclamó la independencia de Camboya, reconocida por la Conferencia de Ginebra en mayo de 1954, que puso fin al control francés de Indochina. En 1955 Sihanouk abdicó, temeroso de que le arrebataran el poder en plena ceremonia real. Así, el “cruzado real” se convirtió en el “ciudadano Sihanouk”, quien juró que jamás regresaría al trono, que fue ocupado por su padre. Fue un golpe maestro que otorgó a Sihanouk tanto autoridad real como poder político. Su recién creado partido Sangkum Reastr Niyum (Comunidad Socialista Popular) ganó todos los escaños del Parlamento en las elecciones de septiembre de 1955 y Sihanouk dirigió la política del país durante los 15 años siguientes.

Aunque temía a los comunistas vietnamitas, Sihanouk veía a Vietnam del Sur y Tailandia, ambos aliados de EE UU, como las mayores amenazas para la seguridad de Camboya, e incluso para su supervivencia. En un intento por ahuyentar dichas amenazas, declaró la neutralidad de Camboya y dejó de aceptar más ayuda estadounidense, que hasta entonces había contribuido considerablemente al presupuesto militar del país; también nacionalizó muchas industrias, entre ellas el comercio del arroz, lo que enfureció a muchos chino-camboyanos. En 1965, Sihanouk, convencido de que EE UU había estado conspirando contra él y su familia, rompió relaciones diplomáticas con Washington y se alió con los norvietnamitas y China. Además, permitió a los comunistas usar el territorio camboyano en su enfrentamiento contra Vietnam del Sur y EE UU.

Estos movimientos y las políticas económicas socialistas emprendidas hicieron que el sector conservador de la sociedad camboyana fuera apartado del poder, incluidos los jefes militares y la élite urbana. A su vez, los camboyanos de izquierdas, muchos de ellos educados en el extranjero, mostraron su desacuerdo con la política doméstica. Agravó los problemas de Sihanouk el hecho de que todas las clases sociales estuvieran hartas de la corrupción dominante en las esferas gubernamentales y en los círculos cercanos a la familia real. Aunque la mayoría de los campesinos reverenciaba a Sihanouk como una figura semidivina, en 1967 estalló una rebelión rural en Samlot, Battambang, que hizo que el monarca considerara que la mayor amenaza para su régimen venía de la izquierda. Así, cediendo a las presiones del ejército, puso en marcha una dura política represiva contra la disidencia de izquierdas.

En 1969, el conflicto entre el ejército y los rebeldes había empeorado, pues los vietnamitas buscaban asilo en Camboya. La posición política de Sihanouk se había deteriorado debido, en parte, a su obsesión por el séptimo arte, que le restaba tiempo para las labores de gobierno. En marzo de 1970, mientras Sihanouk se encontraba de viaje en Francia, el general Lon Nol y el príncipe Sisowath Sirik Matak, primo de Sihanouk, le depusieron como jefe de Estado, aparentemente con el consentimiento tácito de EE UU. Sihanouk fijó su residencia en Pekín, donde estableció un gobierno en el exilio en alianza con un movimiento revolucionario camboyano que el monarca había apodado “Jemeres Rojos”. Fue un momento clave para la historia contemporánea camboyana, pues los Jemeres Rojos aprovecharon su asociación con Sihanouk para reclutar más gente. Muchos excombatientes afirman que “se fueron al monte” (eufemismo para decir que se unieron a los Jemeres Rojos) para luchar por su rey, y que no sabían nada ni de Mao ni del marxismo.

Estalla la guerra civil

Se habían sentado las bases para una sangrienta guerra civil. Sihanouk fue condenado a muerte in absentia, un duro golpe por parte del nuevo Gobierno que acabó con cualquier intención de llegar a un acuerdo durante los siguientes cinco años. Lon Nol dio un ultimátum al ejército comunista vietnamita para que retirara sus efectivos en el plazo de una semana, lo que significó la declaración de la guerra porque los vietnamitas no querían volver a su tierra, donde tendrían que enfrentarse a los estadounidenses.

El 30 de abril de 1970, tropas estadounidenses y survietnamitas invadieron Camboya con la intención de aniquilar a miles de soldados del Vietcong, que utilizaban el país como base en su lucha por acabar con el Gobierno de Vietnam del Sur. Como consecuencia de la invasión, los comunistas vietnamitas retrocedieron hacia el interior de Camboya, desestabilizando todavía más el Gobierno de Lon Nol. El pequeño ejército de Camboya no tuvo ninguna posibilidad y, en pocos meses, las fuerzas vietnamitas y sus aliados, los Jemeres Rojos, invadieron todo el país. La máxima humillación llegó en julio de 1970, cuando los vietnamitas ocuparon los templos de Angkor.

En 1969, EE UU lanzó la Operación Menu, el bombardeo secreto de supuestos campamentos comunistas en Camboya, que duraría hasta agosto de 1973. Durante esos cuatro años, gran parte de la mitad oriental del país fue arrasada por los B-52 estadounidenses; el resultado fueron miles de víctimas civiles y cientos de miles de refugiados. Sin duda, esta campaña de bombardeos masivos ayudó a los Jemeres Rojos a reclutar más gente, porque cada vez más campesinos perdían a sus familiares en los ataques aéreos. Si bien el bombardeo final, el más duro de todos, puede que salvara a Phnom Penh de una caída prematura, su ferocidad también ayudó a radicalizar la actitud de muchos líderes de los Jemeres Rojos y contribuyó a la brutalidad que posteriormente caracterizaría su régimen.

El país se vio envuelto en enfrentamientos salvajes, que llevaron a la miseria a millones de camboyanos; muchos huyeron de las zonas rurales hacia la relativa calma de Phnom Penh y las capitales de provincia. Entre 1970 y 1975, cientos de miles de personas murieron en la guerra. Durante estos años, los Jemeres Rojos desempeñaron un papel decisivo al intentar derrocar al régimen de Lon Nol, fortalecido por el apoyo de los vietnamitas.

Los líderes de los Jemeres Rojos, entre ellos Pol Pot e Ieng Sary, ambos educados en París, quienes habían huido hacia las zonas rurales en la década de 1960 para escapar de la justicia sumaria que las tropas de seguridad de Sihanouk aplicaban a supuestos partidarios de la izquierda, consolidaron el control sobre el movimiento y empezaron a atacar a sus enemigos antes de tomar Phnom Penh. En 1973 un gran número de comunistas camboyanos entrenados por vietnamitas que llevaban en Hanói desde la Conferencia de Ginebra de 1954 regresaron por la Ruta Ho Chi Minh para unirse a sus ‘aliados’, los Jemeres Rojos. Muchos murieron en 1975, ejecutados por orden de la facción antivietnamita de Pol Pot. Asimismo, muchos partidarios moderados de Sihanouk que se habían unido a los Jemeres Rojos como muestra de lealtad a su líder caído más que por su ideología radical, fueron víctimas de purgas antes de que el régimen se hiciera con el poder.

El Gobierno de Lon Nol no tardó mucho en hacerse impopular debido a la codicia y corrupción entre sus filas. Como EE UU financiaba la guerra, cargos del Gobierno y militares encontraron diversas formas de lucrarse, p. ej. inventándose ‘soldados fantasma’ para recibir su paga, o vendiendo armas al enemigo. Lon Nol era considerado en general un líder inepto, obsesionado por la superstición, las predicciones del futuro y las cruzadas místicas. Esto se hizo más latente tras el derrame cerebral que sufrió en marzo de 1970, y durante los cuatro años siguientes su control del país empezó a debilitarse, a la vez que aumentaba el poder de su hermano Lon Non.

A pesar de la enorme ayuda militar y económica de EE UU, Lon Nol nunca consiguió plantar cara a los Jemeres Rojos. Grandes zonas rurales cayeron en manos de los rebeldes y muchas capitales de provincia quedaron incomunicadas de Phnom Penh. Lon Nol huyó del país en abril de 1975, dejando al frente a Sirik Matak, quien se negó a la evacuación hasta el final. “Por desgracia, no puedo huir de manera tan cobarde […]. Solo he cometido un error: creer en vosotros, los norteamericanos”, fueron las dolorosas palabras que Sirik Matak escribió al embajador estadounidense, John Gunther Dean. El 17 de abril de 1975, dos semanas antes de la caída de Saigón (hoy Ciudad Ho Chi Minh), los Jemeres Rojos tomaron Phnom Penh.

La revolución de los Jemeres Rojos

Tras la toma de Phnom Penh, los Jemeres Rojos implementaron una de las reestructuraciones sociales más radicales y brutales jamás vistas; su objetivo era una revolución en toda regla, no contaminada por aquellos que hubieran intervenido antes en la política del país, que convirtiera a Camboya en una cooperativa agraria dominada por los campesinos. A los pocos días de la llegada de los Jemeres Rojos al poder, toda la población de Phnom Penh y los pueblos de las provincias, incluidos los enfermos, los ancianos y los más débiles, fue obligada a marcharse al campo a trabajar de 12 a 15 h diarias. En caso de desobediencia, a menudo se llevaba a cabo una ejecución inmediata. Los Jemeres Rojos bautizaron como “año cero” el año de su subida al poder.

Se abolió la moneda y los servicios postales se interrumpieron. El país quedó aislado del resto del mundo. Pero para Pol Pot, los Jemeres Rojos no eran un movimiento unificado, sino una serie de facciones que necesitaban ser depuradas. Este proceso ya había comenzado con los ataques contra los Jemeres Rojos entrenados por los vietnamitas y los partidarios de Sihanouk; pero al llegar al poder, Pol Pot descargó toda su furia contra el antiguo régimen y, en pocos días, todos los altos cargos del Gobierno y los militares que habían estado asociados con Lon Nol fueron ejecutados. Entonces, su atención se desvió a las regiones exteriores que se habían dividido en provincias, y las fuerzas armadas leales de la zona suroccidental, al mando del general cojo Ta Mok, fueron enviadas región tras región para ‘purificar’ a la población, causando miles de muertes.

La represión alcanzó cotas grotescas en la sangrienta purga final contra la poderosa e independiente zona oriental. Aunque, por norma general, a esta facción de los Jemeres Rojos se la consideraba más moderada que las otras, la zona este estaba ideológica y geográficamente más cerca de Vietnam. A partir de 1977, cientos de líderes fueron ejecutados, lo que provocó una guerra civil en la zona oriental de Camboya. Muchos líderes huyeron a Vietnam, donde crearon el núcleo del Gobierno que los vietnamitas impusieron en enero de 1979. La gente estaba indefensa y se mostraba desconfiada, y muchos fueron deportados al noroeste con nuevos y azules kramas (pañuelos). Si no se hubiera producido la invasión vietnamita, todos habrían muerto, pues el krama azul era un distintivo secreto del partido para señalar a los enemigos de la revolución.

Se desconoce con exactitud cuántos camboyanos murieron a manos de los Jemeres Rojos durante los tres años, ocho meses y 20 días que duró el régimen. Según los vietnamitas fueron tres millones de personas, aunque expertos internacionales hablan de aprox. un millón. Investigadores de la Universidad de Yale estiman que la cifra ronda los dos millones. Se ejecutó a cientos de miles de personas, y muchas más murieron de hambre y enfermedades. Las comidas consistían en poco más que un puñado de gachas de arroz dos veces al día, que debían dar sustento a hombres, mujeres y niños en sus duros días de trabajo en el campo. Las enfermedades se extendieron por los campos de trabajo, y la malaria y la disentería segaron la vida de familias enteras. Algunas zonas eran mejores que otras y algunos líderes más justos que otros, pero para la mayoría de camboyanos la vida era miseria y sufrimiento en una auténtica prisión sin muros.

A medida que el poder central se iba deshaciendo de los moderados, Angkar (la organización) se convirtió en la única familia que el pueblo necesitaba, y aquellos que no comulgaran con ella eran perseguidos y doblegados. Incluso los campesinos que habían apoyado la revolución se dieron cuenta de que estaban viviendo una auténtica locura. En 1978 nadie quería a los Jemeres Rojos, pero no quedaba ni una pizca de fuerza para rebelarse… Hasta que llegaron los vietnamitas.

La invasión vietnamita

Históricamente, las relaciones entre Camboya y Vietnam han sido tensas, ya que estos últimos, sin prisa pero sin pausa, fueron expandiéndose hacia el sur y ocupando territorio camboyano. A pesar de que los dos partidos comunistas habían luchado juntos como camaradas de armas, las viejas tensiones resurgieron pronto.

De 1976 a 1978, los Jemeres Rojos instigaron una serie de enfrentamientos con Vietnam, y reclamaron el delta del Mekong, en su día parte del Imperio jemer. Sus escaramuzas en las provincias fronterizas vietnamitas dejaron cientos de muertos civiles. El 25 de diciembre de 1978 Vietnam lanzó una gran ofensiva sobre Camboya y dos semanas más tarde derrocó el régimen de Pol Pot. Mientras los tanques vietnamitas se aproximaban a Phnom Penh, los Jemeres Rojos huyeron hacia el oeste con todos los civiles que pudieron secuestrar, y se refugiaron en las selvas y las montañas de la frontera tailandesa.

Los vietnamitas instalaron un nuevo gobierno liderado por varios antiguos oficiales de los Jemeres Rojos, en el que se encontraba el primer ministro Hun Sen, huido a Vietnam en 1977. Los valedores de los Jemeres Rojos, los comunistas chinos, lanzaron un ataque masivo en la frontera norte de Vietnam a principios de 1979, con el objetivo de conseguir tiempo para sus aliados. Fracasaron y, tras 17 días, las tropas chinas se retiraron. Entonces, los vietnamitas organizaron en Camboya un simulacro de juicio, en el que Pol Pot e Ieng Sary fueron condenados a muerte in absentia por sus actos de genocidio.

La población, traumatizada, tomó las calles en busca de supervivientes entre sus familias. Millones de personas habían sido arrancadas de sus lugares de origen y tuvieron que caminar cientos de kilómetros por todo el país. Las reservas de arroz se agotaron, pues la cosecha se dejó marchitar y se plantó poco grano, lo que ocasionó una hambruna generalizada en 1979 y 1980. Sihanouk aceptó en 1982, bajo presiones de China, liderar un frente militar y político opositor al Gobierno de Phnom Penh. La resistencia dirigida por Sihanouk consiguió reunir una coalición, al menos sobre papel, formada por: el Funcinpec (acrónimo francés de Frente de Unión Nacional por una Camboya Independiente, Neutral, Pacífica y Cooperativa), partido monárquico leal a Sihanouk; el Frente de Liberación Nacional del Pueblo Jemer, agrupación no comunista formada por el exprimer ministro Son Sann; y la facción de los Jemeres Rojos conocida como Partido de la Kampuchea Democrática, que era con diferencia el que más poder tenía de los tres. A fin de asegurar un compromiso acorde con la realpolitik de la época, los crímenes de los Jemeres Rojos fueron dejados de lado.

Durante gran parte de la década de 1980 Camboya estuvo cerrada a Occidente, y solo se permitía la presencia de algunos grupos de ayuda humanitaria. La política del Gobierno estaba bajo el control vietnamita, y Camboya pasó a formar parte del bloque del Este. Por entonces, la economía estaba destrozada ya que, al igual que Vietnam, Camboya sufría las consecuencias del embargo norteamericano.

En 1984 los vietnamitas invadieron todos los campos rebeldes que había en Camboya y obligaron a los Jemeres Rojos y sus aliados a refugiarse en Tailandia; a partir de entonces, estos comenzaron una guerra de guerrillas con el objetivo de desmoralizar a sus enemigos. Entre las tácticas que utilizaron, bombardearon las guarniciones militares del Gobierno, enterraron miles de minas en zonas rurales, atacaron el transporte por carretera, volaron puentes, secuestraron a altos cargos de las aldeas y atacaron a civiles; además, forzaron a miles de hombres, mujeres y niños refugiados a trabajar como porteadores, transportando munición y otros suministros a Camboya por la frontera plagada de minas.

Los vietnamitas, por su parte, crearon el mayor campo de minas del mundo, conocido como K-5, que se extendía desde el golfo de Tailandia hasta Laos, con el objetivo de cerrar el paso a la guerrilla. También enviaron a camboyanos a los bosques a cortar árboles en regiones remotas para prevenir emboscadas. Miles de ellos murieron por las enfermedades y las heridas provocadas por las minas terrestres. Los Jemeres Rojos ya no ocupaban el poder, pero para muchos, la década de 1980 fue casi tan difícil como la de 1970: una larga lucha por la supervivencia.

Política de auxilio a las víctimas

La hambruna fue otro de los problemas que tuvo que afrontar Camboya durante la Guerra Fría. Cuando miles de camboyanos huyeron a Tailandia, la ONU lanzó una enorme campaña internacional para ayudar a combatir el hambre. La comunidad internacional quiso enviar ayuda a través de un puente aéreo en Poipet, mientras que el nuevo Gobierno vietnamita pretendía que los suministros pasaran por la capital, entrando por Kompong Som (Sihanoukville) o el río Mekong. Ambas partes tenían sus motivos: el nuevo Gobierno no quería que la ayuda cayera en manos de sus enemigos, los Jemeres Rojos, mientras que la ONU no creía que el Gobierno tuviera las infraestructuras necesarias para distribuirla; ambos tenían razón.

Algunas agencias repartieron la ayuda de la forma más lenta, a través de Phnom Penh, y otras instalaron campamentos en Tailandia. A estos acudieron la mitad de los camboyanos, pues muchos jemeres temían el regreso de los Jemeres Rojos o querían buscarse una nueva vida en el extranjero. El ejército tailandés convenció a la ONU para distribuir toda la ayuda a través de sus canales, encubriendo su apoyo a las debilitadas fuerzas de los Jemeres Rojos para que se recobraran y fueran una resistencia efectiva contra los vietnamitas. Tailandia exigió como condición para permitir que la ayuda internacional llegara a Camboya por su territorio, que también se administrara alimento a la guerrilla de los Jemeres Rojos que se encontraba en la frontera tailandesa. La ayuda internacional, junto con el armamento suministrado por China, fue esencial para que la guerrilla se recuperase y siguiera combatiendo durante otras dos décadas.

La ONU llega a la ciudad

Con la llegada de Mijaíl Gorbachov al Kremlin, la Guerra Fría tocó a su fin. Los primeros en ser abandonados a su suerte fueron los aliados más remotos: Vietnam quedó aislado y endeudado hasta las cejas, y en septiembre de 1989, anunció su retirada de Camboya. Sin los vietnamitas, la coalición opositora, dominada todavía por los Jemeres Rojos, lanzó una serie de ofensivas que forzaron al vulnerable Gobierno a sentarse a la mesa de negociación.

Los esfuerzos diplomáticos por acabar con la guerra civil empezaron a tener sus frutos en septiembre de 1990, cuando el Gobierno de Phnom Penh y las tres facciones de la coalición de resistencia aceptaron un plan de paz. Según este, se formaría un Consejo Supremo Nacional, una coalición integrada por todas las facciones, bajo la presidencia de Sihanouk. Al mismo tiempo, la Autoridad Transitoria de las Naciones Unidas en Camboya (Untac) supervisaría la administración del país durante dos años, hasta la celebración de unas elecciones libres y justas.

Sin duda, la Untac logró varios éxitos, pero sus fracasos costaron caros al país: suscribió muchos acuerdos internacionales sobre derechos humanos; abrió la puerta a un número significativo de ONG; y, lo más importante, el 25 de mayo de 1993 se celebraron elecciones generales con una participación del 89,6%. Sin embargo, los resultados no fueron nada concluyentes. El Funcinpec, dirigido por el príncipe Norodom Ranariddh, ocupó 58 escaños en la Asamblea Nacional, mientras que el Partido del Pueblo de Camboya (PPC), que representaba al anterior Gobierno comunista, obtuvo 51. El PPC había perdido las elecciones, pero los líderes veteranos amenazaban con la secesión de las provincias orientales; en consecuencia, Camboya acabó nombrando a dos primeros ministros: Norodom Ranariddh como primer ministro y Hun Sen como segundo primer ministro.

Incluso hoy en día, se sigue considerando que la Untac fue una de las misiones con más éxito de la ONU; pero la verdad es que fue un proceso de paz mal planeado y pésimamente ejecutado, porque muchos de los actores involucrados en la negociación del acuerdo tenían sus propias agendas e intereses políticos. Además, un gran número de camboyanos que habían sobrevivido a la década de 1970 no concebía que a los Jemeres Rojos se les permitiera participar en el proceso electoral después de haber presidido un genocidio.

El programa de desarme de la ONU implicó la retirada de las armas a las milicias rurales que durante tanto tiempo habían sido el pilar de la defensa provincial contra los Jemeres Rojos, dejando al pueblo camboyano completamente vulnerable ante los ataques; mientras los Jemeres Rojos encubrían bajo el velo de la legitimidad que le había conferido el proceso de paz el restablecimiento de la guerrilla en todo el país. En 1994, cuando finalmente el Gobierno los declaró ilegales, eran probablemente una amenaza mayor para la estabilidad de Camboya que en ningún otro momento desde 1979.

Los principales objetivos de la Untac fueron “restablecer y mantener la paz” y “promover la reconciliación nacional”, aunque a corto plazo no consiguió ni lo uno ni lo otro. Supervisó las elecciones, que fueron libres y justas, pero las acciones de los políticos invalidaron su efecto. Durante este período, no se hizo gran cosa por tratar de desmantelar el sistema comunista establecido por el PPC, una máquina bien engrasada que hoy en día sigue afianzando el poder de los excomunistas que controlan el Gobierno central, el poder judicial, el ejército y la policía.

La lenta llegada de la paz

Cuando los vietnamitas lograron derrocar al Gobierno de Pol Pot en 1979, los Jemeres Rojos se escondieron en la selva. La guerrilla acabó boicoteando las elecciones de 1993 y se opuso a dialogar un alto al fuego. En 1994, los Jemeres Rojos recurrieron a una nueva táctica: el objetivo serían los turistas. En 1994 apresaron a tres viajeros en un taxi en la carretera a Sihanoukville y los asesinaron. Pocos meses después, otros tres extranjeros fueron detenidos en un tren con destino a Sihanoukville y los ejecutaron antes de que el ejército pudiera llegar al lugar.

El Gobierno cambió de rumbo a mediados de la década de 1990, y optó por más zanahoria y menos palo en un intento por acabar con la guerra. En 1996 se produjo un gran avance cuando Ieng Sary, el Hermano Número Tres en la jerarquía de los Jemeres Rojos y ministro de Asuntos Exteriores durante su mandato, fue denunciado por Pol Pot por corrupción. Posteriormente lideraría la deserción masiva de combatientes y subordinados en la zona de Pailin, lo que determinó el destino de los Jemeres Rojos, pues Pailin, una tierra rica en piedras preciosas y madera, había sido durante mucho tiempo el sostén económico de la guerrilla; al quedarse sin esta fuente de financiación, junto con el hecho de que ya solo había un frente en el que las fuerzas gubernamentales centraran su atención, los días de la guerra civil estaban contados.

En 1997, empezaron a aparecer grietas en la coalición gubernamental y la incipiente democracia se vio de nuevo amenazada. Pero fueron de nuevo los Jemeres Rojos los que ocuparon los titulares: Pol Pot ordenó la ejecución de Son Sen, ministro de Defensa durante el régimen, y de muchos de sus familiares. Esto provocó un cambio en el liderazgo de la organización, y el general radical Ta Mok se hizo con el control de la guerrilla, e inició un ‘juicio’ contra Pol Pot. En Phnom Penh corría el rumor de que Pol Pot sería llevado ante la justicia internacional, pero finalmente quedó en arresto domiciliario.

Después hubo un largo período de trámites judiciales, en el que tanto el Funcinpec como el PPC intentaron ganarse la confianza de los Jemeres Rojos que quedaban en el norte de Camboya. Ranariddh estuvo a punto de firmar un acuerdo con la guerrilla; le interesaba que se cerrara antes de la entrada de Camboya en la ASEAN, ya que nada sería mejor publicidad que el final de la larga guerra civil. Sin embargo, fue derrotado por el segundo primer ministro Hun Sen. Y el 5 de julio de 1997 la guerra irrumpió de nuevo en las calles de Phnom Penh cuando las tropas leales al PPC se enfrentaron con las del Funcinpec. Los enfrentamientos de mayores proporciones tuvieron lugar en los alrededores del aeropuerto y de los edificios clave del Gobierno, pero en poco tiempo las aguas se calmaron, y el PPC recuperó el control del país. Pese a que en Camboya se los conoce de forma eufemística como “los acontecimientos de 1997”, gran parte de la comunidad internacional condenó el uso de la violencia de lo que fue un golpe de Estado.

A principios de 1998, el PPC anunció una ofensiva general contra sus enemigos en el norte. En abril había cercado los bastiones de los Jemeres Rojos en Anlong Veng y Preah Vihear con intensos enfrentamientos, y el 15 de abril Pol Pot, en cautiverio de sus antiguos camaradas Jemeres Rojos, eludía la justicia al fallecer de muerte natural. A la caída de Anlong Veng, en abril, le siguió la de Preah Vihear en mayo, y los tres grandes supervivientes, Ta Mok, Khieu Samphan y Nuon Chea, se vieron obligados a huir a la selva cerca de la frontera tailandesa con las tropas que lograron reclutar.

Las elecciones de 1998 consolidaron al PPC como principal fuerza política y, el 25 de diciembre, Hun Sen recibiría el regalo de Navidad que durante tanto tiempo había ansiado: Khieu Samphan y Nuon Chea desertaron para unirse al bando gubernamental. La comunidad internacional empezó a presionar para que se formara un tribunal que juzgara los crímenes de guerra cometidos por los líderes de los Jemeres Rojos. Tras largas negociaciones, finalmente se llegó a un acuerdo sobre quiénes compondrían dicho tribunal. Al PPC le preocupaba que interviniera la ONU, ya que esta había apoyado la coalición liderada por los Jemeres Rojos contra el Gobierno en Phnom Penh, y quería participar en la decisión sobre quién debía ser juzgado y para qué. La ONU, por su parte, dudaba que el poder judicial de Camboya fuera lo suficiente sofisticado o imparcial para que se llevara a cabo un juicio justo de tal envergadura. Finalmente, el tribunal estaría formado por tres jueces internacionales y cuatro camboyanos, y se requeriría una mayoría absoluta de dos más tres para dictar un veredicto.

¿Hacia la democracia?

En el 2002 se celebraron las primeras elecciones locales de Camboya para elegir a los representantes de los pueblos y las comunas, lo que supuso un paso importante para asentar la democracia. A pesar de que desde 1993 se celebraban elecciones generales, el PPC continuaba monopolizando el poder político en los ámbitos local y regional. En las elecciones generales celebradas en julio del 2003, el PPC se consolidó como primera fuerza en Camboya y el Partido Nacional para el Rescate de Camboya (PNRC), liderado por Sam Rainsy, adelantó al Funcinpec como segunda fuerza política. En las elecciones del 2008 siguió la tendencia al alza del PPC. No obstante, para las elecciones del 2013, la oposición logró un acuerdo de pacto y la situación dio un vuelco. Sam Rainsy, líder del PRNC regresó de su exilio voluntario y rozó la victoria frente al PPC.

Las elecciones locales de 2017 sirvieron para consolidar los buenos resultados de la oposición unificada, pero a finales de este año el Gobierno reaccionó arrestando a Sam Rainsy, acusándolo de traición y el Tribunal Supremo disolvió el PNRC en noviembre del 2017. Queda por ver si esto es una “caída directa a la dictadura”, como un titular de un periódico hoy clausurado titulaba en sus páginas

 

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